Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


jueves, 17 de marzo de 2022

La Cuaresma según el beato José Allamano.

La Cuaresma es un tiempo litúrgico de cuarenta días que prepara adecuadamente a los fieles a celebrar plenamente la fiesta de la resurrección de Jesucristo, único Salvador del mundo. Varios teólogos y maestros espirituales han explicado detalladamente la importancia del tiempo cuaresmal en la vida espiritual de los creyentes. El beato José Allamano, padre y Fundador de misioneros y misioneras de la Consolata, es uno de los que explican el valor inestimable de la Cuaresma, tanto a los misioneros y misioneras de la Consolata como a los fieles católicos en general. Según él, la Cuaresma es muy significativo debido a las siguientes razones:

Es el tiempo favorable: El beato José Allamano llama la Cuaresma un tiempo favorable. Es un tiempo favorable para los fieles dispuestos a mejorar su relación con el Señor. Si bien, todos los tiempos litúrgicos son importantes para caminar con el Señor, la Cuaresma es un tiempo más favorable que otros, pues es el tiempo en el cual los creyentes están llamados a centrarse más en el seguimiento del Señor a través de oración, ayuno y limosna. Al respecto, dice claramente el beato José Allamano: “el tiempo de Cuaresma es realmente favorable. En él el Señor acepta encantado todo lo que hacemos, escucha nuestras suplicas más que en otros momentos. Por lo tanto, debemos despertarnos, no dejarlo pasar en vano” (Así los quiero, p.109). Dicho de otra manera, la Cuaresma es el tiempo propicio que se debe valorar para vivir fielmente la fe en el Señor y mejorar las relaciones interpersonales. Asimismo, con el ánimo en la fe, con la vida centrada en la oración, el ayuno y la limosna, se centra más en el seguimiento de Jesucristo.

Es el tiempo especial de penitencia y oración: En la Cuaresma, la Iglesia invita a los fieles a intensificar la oración y abstinencia de los caminos pecaminosos. La oración es importante porque nos une siempre al Señor, y la penitencia es necesaria porque nos lleva al arrepentimiento de nuestros pecados y hacer el propósito de no volver a cometerlos para así mantenernos en la gracia de Dios. Por ese motivo, el beato José Allamano insiste que: “el espíritu de penitencia es necesario para acostumbrarse a las exigencias de la vida. El Señor ama los pequeños sacrificios, perennes, puntuales. Hay tantos modos de hacer penitencia y ayuno. El que no lo hace de una forma, debe hacerlo de otra” (Así los quiero, p. 110). No se puede vivir plenamente la Cuaresma sin la penitencia y encuentro personal con el Señor a través de la  oración, pues la penitencia nos conduce a hacer esfuerzo de dejar el hombre viejo (Efes 4:22) que corrompe nuestro ser, y la oración nos lleva a ponernos constantemente en las manos del Señor.  

Es el tiempo de reconocer los propios pecados y bajezas: No se puede mejorar la relación con el Señor sin reconocer los propios caminos pecaminosos. Para ello, en este tiempo cuaresmal, la Iglesia invita a los fieles a reconocer sus pecados y bajezas. En la Cuaresma, el cristiano debe tener la actitud penitente como la del rey David que se manifiesta en el misere: “reconozco mi culpa, mi pecado está siempre delante de mis ojos” (salmo 50,1-5). No hay otro tiempo litúrgico en que se puede reconocer los propios pecados como en la Cuaresma. La Cuaresma es el tiempo litúrgico favorable en que el seguidor de Jesucristo pueda mejorar su relación con Él y con sus semejantes. Por lo tanto, el beato José Allamano enseña que la Cuaresma es el tiempo oportuno para reconocer los propios pecados y bajezas con el fin de vivir la vocación cristiana, es decir, vivir los compromisos bautismales.

Es el tiempo para crecer en la santidad: Si la Cuaresma es para volver a Dios, mejorar nuestra relación con Él y con nuestros semejantes, es verdaderamente el tiempo adecuado para crecer en la santidad. La santidad es la vocación de cada cristiano. La Iglesia nos invita a vivir este tiempo cuaresmal como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, intensificando la oración, compartiendo con el prójimo y haciendo las buenas obras. Una de las enseñanzas del beato José Allamano a sus misioneros y misioneras de la Consolata, es la búsqueda constante de la santidad como un elemento inherente a su vocación cristiano-misionera. Al respecto dice: “es la voluntad de Dios que sean santos” (Así los quiero, p. 37). La santidad inclusive es la razón de pertenecer al Instituto de la Consolata para las misiones. Así que, la Cuaresma es el mejor tiempo para la búsqueda de la santidad a través de la oración, el ayuno y la caridad, tres elementos imprescindibles que la Iglesia ofrece a cada fiel a vivir una vida nueva en el Señor. 

Conclusión:

La Cuaresma es la oportunidad para mejorar la relación con el Señor y con nuestros semejantes. Es el tiempo para el ayuno de nuestros pecados con el fin de procurar la transformación tanto interior como exterior. En fin, la Cuaresma es el tiempo favorable para dejarnos guiar por el Señor hacia la celebración de la fiesta de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

 

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