Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


sábado, 19 de septiembre de 2020

FE Y CULTURA, UN BINOMIO INSEPARABLE


El papa Juan Pablo II solía decir que “una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no enteramente pensada y fielmente vivida” (Discurso fundacional del Consejo pontificio para la cultura, 1982). La fe y la cultura son realidades inseparables. No se puede separar la una de la otra, y tampoco se puede hablar de la fe sin referirse a la cultura. La relación de ambas está muy viva en el fondo de lo humano. Para entender esa relación, vale la pena aclarar separadamente el significado de esos términos para que, luego se pueda esclarecer la inseparabilidad de ese binomio.

La cultura

Se suele escuchar a algunas personas utilizando frases como “en mi cultura hacemos así”, “ésta es mi cultura”, etc. Esas expresiones hacen entender que no existen personas ni pueblos sin cultura y que la cultura es lo distintivo de cada ser humano y de cada pueblo. Dicho de otro modo, la cultura es la identidad de cada persona y de cada pueblo. Sin ella, ninguno puede identificarse plenamente. La cultura como tal se puede entender de las siguientes maneras:

-      Es el conjunto de significados que dan sentido a la forma de entender toda la realidad en la que se inserta.

-      Es el conjunto de sentidos y significaciones que informan la vida de un pueblo.

-      Es el sistema de creencias, valores, costumbres, conductas y artefactos compartidos, que los miembros de una sociedad usan en interacción entre ellos mismos y con su mundo. Estos componentes se transmiten de una generación a otra través del aprendizaje.

-      En sentido general, la cultura es “todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo, expresa, comunica y conserva en sus obras, las grandes experiencias y aspiraciones espirituales para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano" (Gaudium Et Spes, numero 53).

Eso nos hace entender que no se puede ocultar la cultura ya que ella es expresada a través del diario vivir de los pueblos. Ella sale a flote en las costumbres diarias de la gente, en su cosmovisión e idiosincrasia. Así que, cuando un pueblo pierde su cultura, pierde tambien su identidad.

LA FE

En la celebración eucarística (en el caso de los católicos), se entona con frecuencia el canto que dice “yo tengo fe que todo cambiará”. Tambien decimos o escuchamos a otros diciendo “ese señor o esa señora tiene mucha fe”. Inclusive cada domingo y en otras fiestas solemnes de la iglesia profesamos nuestra fe y luego afirmamos: “ésta es nuestra fe, ésta es la fe de la iglesia”. La Sagrada Escritura tambien recalca la importancia de la fe, sobre todo, la carta a los Hebreos al decir que “el justo por su fe vivirá” (Heb 2:4). Jesucristo afirma lo mismo: "si tuvieran fe como un grano de mostaza moverían montañas (Mat17:20). Pero ¿qué se entiende por la fe? La podemos definir de la siguiente forma:

-      Según el Catecismo de la iglesia católica, la fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus palabras (Catecismo, no. 176).

-      La fe, es un don sobrenatural por el que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado y que la Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Es decir, es la virtud sobrenatural por la que creemos ser verdadero todo lo que Dios ha revelado. Es imposible que sin la fe, se pueda tener un contacto íntimo con Dios.

-      Por la fe el hombre se entrega libremente a Dios y por ella se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. Por eso, la fe es el fundamento de la vida moral (Catecismo, No. 2087).

-      La fe es un requisito fundamental para alcanzar la salvación. Todo el que cree en Cristo se salvará: “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado (Mc. 16,16).

-      La fe no es un simple sentimiento de la presencia de Dios en la vida sino fiarse de Dios, confiar en Él. No tiene como fin primario capacitar al hombre para su tarea en este mundo, sino iniciarle a la vida divina que sólo alcanzará su perfección en la vida eterna.

-      La fe es adhesión de la inteligencia a la palabra de Cristo (Evangelio) y entrega confiada a Él de toda la persona. 

-      La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer, el hombre necesita los auxilios interiores del Espíritu Santo (Catecismo, no. 179).

La relación entre la fe y la cultura

La fe y la cultura constituyen un binomio que no se puede separar. Es importante notar que, quienes creen son, inseparablemente seres culturalesAsí los símbolos, narraciones y doctrinas en los que se expresa lo religioso son expresiones de las culturas.

Es absolutamente imposible que no haya una relación mutua entre la fe y la cultura. Pues la cultura es la pista de aterrizaje de la fe. La fe se expresa mediante la cultura y todos sus elementos culturales, de tal manera que la vivencia de la fe se da gracias a la cultura, pero sin llegar a reducirse a ella.

La fe debe encarnarse, integrarse en todas las culturas porque ella se manifiesta en la vida asumiendo las formas de la cultura. Toda fe se expresa según la cultura del pueblo que la vive. La persona de fe siempre la expresa dentro de los parámetros de su cultura.

La fe promueve la cultura porque ejerce una función crítica respecto de las zonas oscuras de las culturas, porque el anuncio que el creyente lleva al mundo y a las culturas es una forma real de liberación de los desórdenes introducidos por el pecado y, al mismo tiempo, una llamada a la verdad plena.

Además, la fe lleva una impronta cultural, pues se expresa y se vive culturalmente. Al respecto, dijo el papa Juan Pablo II en la Enciclica Fides et Ratio (relaciones entre fe y razón) numero 70: “Las culturas, cuando están profundamente enraizadas en lo humano, llevan consigo el testimonio de la apertura típica del hombre a lo universal y a la trascendencia... ofrecen modos diversos de acercamiento a la verdad, que son de indudable utilidad para el hombre, al que sugieren valores capaces de hacer cada vez más humana su existencia... Como las culturas evocan los valores de las tradiciones antiguas, llevan consigo —aunque de manera implícita, pero no por ello menos real— la referencia a... Dios en la naturaleza”.

Y de las culturas recibe la fe valores que pueden considerarse una auténtica ayuda para comprender y desarrollar el potencial y exigencias del creer. Entre ambas, fe y cultura, hay interacción e intercambio, aunque la una sea irreductible a la otra: “una cultura no puede ser criterio de juicio y menos aún criterio último de verdad en relación con la revelación de Dios, se advierte; pero se señala también que el evangelio no es contrario a una u otra cultura como si, entrando en contacto con ella, quisiera privarla de lo que le pertenece obligándola a asumir formas extrínsecas no conformes a la misma” (Fides et Ratio, no. 71).

En resumen, siempre hay una relación entre la fe y la cultura, pues la cultura necesita de la fe, don de Dios que constituye una comunidad cristiana y la fe necesita de la cultura para tomar cuerpo concreto. Para ello, es importante recordar las palabras sabias del papa san Juan Pablo II: “la fe que no se hace cultura es una fe no plenamente recibida, no enteramente pensada, no fielmente vivida”. Por lo tanto, la fe y la cultura constituyen la base imprescindible de la inculturación del evangelio y todo el proceso eclesial de la evangelización.

 


viernes, 4 de septiembre de 2020

El impacto de covid-19 a la espiritualidad afrocolombiana


Desde que se registró la presencia de coronavirus en los municipios del pacifico colombiano, el estado de las cosas se cambió drásticamente. El coronavirus está en casi todo el territorio del pacifico colombiano principalmente en Buenaventura, Tumaco, Chocó, Guapí, López de Micay, Timbiqui, entre otros. Dicho virus cambió negativamente la forma de vivir y relacionarse de la población afro entre sí y con los demás. Asimismo, la pandemia de coronavirus ha afectado enormemente la espiritualidad afrocolombiana. Dicho de otra manera, la forma de entender e interpretar el mundo desde el punto de vista afro ha sido afectada. A continuación, se muestra cómo el coronavirus trajo consecuencias negativas a la espiritualidad afrocolombiana.

En cuanto la celebración de ritos mortuorios: La espiritualidad afrocolombiana se manifiesta mucho en los rituales mortuorios. Son expresiones  de solidaridad con el difunto y su familia. La mayor expresión del ritual mortuorio es el velorio donde velan al difunto y  acompañan a su familia antes del entierro. Es una manera de solidarizarse con la familia del fallecido y de acompañarle para vivir el tiempo de duelo. Normalmente en el velorio se cantan alabaos y se reza el rosario por su eterno descanso. Asimismo, en las comunidades afrocolombianas, se demuestra el amor por los muertos a través de manifestaciones fuertes de llanto porque ante el dolor de la muerte se canta y llora. Después del entierro, al difunto se le acompaña con el novenario tanto en su casa como en la iglesia con el fin de abogar por la misericordia de Dios a favor de él. El novenario termina con la ceremonia popularmente llamada el levantamiento de la tumba que se realiza en la casa del difunto. En este tiempo de la pandemia, el pueblo negro no puede realizar su espiritualidad en cuanto al acompañamiento de los difuntos. No se pueden realizar los velorios tanto en la casa como en las funerarias. Hay una ruptura total de la cultura. La pandemia de covid-19 ha herido terriblemente la cultura afrocolombiana. Esta situación está causando efectos psicológicos terribles a las personas que sienten negadas el derecho de acompañar a sus seres difuntos. Para el pueblo afro es difícil entender esa realidad. La intención del gobierno es frenar el contagio acelerado del virus. Sin embargo, para los afros eso es un golpe a una costumbre milenaria que ha definido siempre el ser del pueblo afrocolombiano.

Ruptura con la costumbre de entierro de los difuntos: En la cultura afrocolombiana no es común enterrar al difunto con menos personas. Tampoco es común incinerar a los muertos. Normalmente se entierra al difunto y se visita con frecuencia su tumba. Antes del entierro, se vela al difunto y el día de su entierro lo acompañan masivamente al cementerio. Durante el entierro, siempre hay la presencia de muchas personas que se solidarizan con la familia del difunto. En este tiempo de la pandemia, los muertos de covid-19, están obligados a ser cremados. Para un afro es algo incomprensible. Está en contra de su cosmovisión e idiosincrasia. La tristeza de la familia y amigos del difunto está en el hecho de que no lo pueden acompañar tanto en el velorio como durante el entierro. Algo que casi está fuera de la imaginación de muchos afros, es el asunto de la cremación. Que uno es cremado y simplemente le entregan las cenizas a la familia.  La costumbre afro es enterrar al difunto y vivir tranquilamente los días del duelo. En este tiempo de covid-19, se está experimentando una ruptura dolorosa con esa costumbre, cosa que muchos no pueden imaginar.  

Ruptura con el sentido de familiaridad: La vida social del pueblo afrocolombiano se gira alrededor de la familiaridad y el compañerismo. La familia define mucho a la persona afro. Es importante notar que en la cosmovisión afro, la familia no se limita solo a los lazos de sangre. La familia no es solo la casa donde uno nació, la familia es extensa que incluye a toda la comunidad. En este sentido, todos son hermanos y hermanas. De hecho, son comunes las palabras que caracterizan el sentido familiar del afro: mi pana, mi paisano, mi parcero, etc.,  son expresiones comunes que muestran los lazos de familia y amistad. Esa familiaridad se manifiesta en espacios de juegos como el dominó, las cartas y otros juegos tradicionales donde se expresan la amistad entre vecinos y amigos comunes. Se muestran tambien en el compartir de bebidas como viche, curado, arrechón y en espacios de trabajo a través de la uramba y manocambiada, (trabajos realizados en pro de la comunidad). Todo eso ha ido al piso en este tiempo de la pandemia. El covid-19 ha acabado con la vida social, elemento que caracteriza bastante al pueblo afro. La gente no puede reunirse para compartir ni para jugar, porque en este tiempo de la pandemia todos deben confinarse y distanciarse del uno con el otro para evitar los contagios. Por eso, el coronavirus es la mala noticia en cuanto la vivencia del sentido familiar que caracteriza siempre al pueblo afrocolombiano.

Separación con los adultos mayores: En la cosmovisión e idiosincrasia afro, los adultos mayores juegan un papel imprescindible en la sociedad. De hecho, en la familia extensa afro los adultos transmiten el conocimiento cultural a los niños y jóvenes. Son las bibliotecas vivientes por la sabiduría acumulada que tienen. La familia necesita a los adultos mayores y ancianos. Sin embargo, en este tiempo de la pandemia ellos no están permitidos salir fuera de sus casas y tampoco pueden encontrarse con sus familiares de otros lugares por el miedo de que sean contagiados. Eso afecta a la comunidad afro que considera siempre el anciano como columna fundamental para la transmisión de la sabiduría ancestral y los valores culturales a los niños y jóvenes.

Ruptura con la visita a los cementerios: Para el pueblo afro, el cementerio es la casa permanente de los difuntos. Ahí están las tumbas de los seres queridos. Se visitan las tumbas para mantener la conexión entre el difunto, su familia y amigos. Los afros, sobre todo, que residen en los centros urbanos están acostumbrados de visitar a sus seres queridos en los cementerios. Es una costumbre que se realiza mucho los fines de semana y el día del aniversario de difunto. Cuando visitan a la tumba, le dedican los cantos que le gustaban, hacen oraciones por él, limpian su tumba, le colocan flores y si le gustaba la cerveza, la echan sobre su tumba. Es una forma de solidarizarse con el difunto  y de mantener viva su memoria en la familia. Con las normas puestas por el gobierno durante la pandemia, no están permitidos visitar con frecuencia los cementerios. Los que están permitidos hacerlo, no pueden visitar los cementerios en grupo, sino de forma individual.

CONCLUSIÓN
El coronavirus ha causado enormes daños al pueblo afrocolombiano. Ha causado perdida de vida tanto de jóvenes como adultos mayores. La cultura del pueblo está tambien afectada, pues por el coronavirus la gente no está practicando algunas costumbres que son muy importantes para la identidad cultural del pueblo afrocolombiano. En este tiempo de la pandemia, el pueblo negro no puede velar abiertamente a sus muertos, tampoco se puede visitar frecuentemente a los difuntos en los cementerios. La vida social que caracteriza al pueblo negro tambien está muy afectada. La gente no puede reunirse libremente para danzar, jugar o compartir las bebidas tradicionales porque está prohibida hacerlo. Por eso, se puede colegir que la pandemia de coronavirus ha causado daños irreparables a la espiritualidad afrocolombiana y es la peor tragedia que ha pasado al pueblo negro.