Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


viernes, 20 de octubre de 2023

Celebración de Jornada Mundial de las Misiones.

El penúltimo domingo del mes de octubre, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones comúnmente llamada Domund. De hecho, la Jornada mundial de las misiones de 2023 se celebra el domingo 22 de octubre. Es importante notar que, el Domund fue instituido por el Papa Pío XI en 1926 y desde ese entonces, la Iglesia invita cada año en virtud del espíritu de unidad y universalidad, a una renovada conciencia de la responsabilidad de todos los bautizados en la difusión del evangelio. Para ello, la celebración de la Jornada Mundial de las misiones es sumamente importante por varias razones que describo a continuación:

 La Iglesia es misionera por naturaleza: La misión siempre es la identidad de la Iglesia. La evangelización es la razón de ser de la Iglesia y constituye un deber y un derecho de cada uno de sus miembros. Como discípulos y misioneros, el Señor nos llama a salir de nosotros mismos y a compartir con otros el tesoro de nuestra fe, un don que hemos de compartir con los que no lo han recibido aún, o con aquellos que lo han enfriado o perdido. De esto se beneficiará también la fe misma, pues se fortalece dándola (Enc. Redemptoris Missio, no. 2).

El domingo de las misiones es un momento para promover la misionariedad de la Iglesia. Es una oportunidad para dar a conocer el estado de las misiones de la Iglesia en todo el mundo. Pues  la misión universal de la Iglesia nos apremia cada vez más. Por lo tanto “no nos puede dejar indiferentes al saber que millones de hombres redimidos, como nosotros, por la sangre de Cristo, viven todavía sin conocer adecuadamente el amor de Dios. Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir el deber supremo de anunciar a Cristo a todos los pueblos. Dos terceras partes de la humanidad no conocen todavía a Cristo, y tienen necesidad de Él y de su mensaje de salvación” (Mensaje de Papa Juan Pablo II para Domund de1992).

Recordatorio de la vocación misionera de cada bautizado: Así como la Iglesia es misionera por la naturaleza, también sus miembros son discípulos misioneros de Jesucristo por naturaleza. Cada bautizado es misionero por excelencia. Por eso, la el Domingo mundial de las misiones es una oportunidad para incentivar a los fieles católicos a tomar la conciencia de la labor misionera de la Iglesia, de los miles y miles de misioneros que repartidos por los cinco continentes dan la vida por seguir el mandado de Cristo a sus discípulos: “Vayan por el mundo y proclamen el Evangelio a toda la creación” (cfr. Mc 16, 15). Ese mandato misionero de Jesucristo es tarea de todos y de cada bautizado. Por eso, la Jornada mundial de las misiones, y en realidad todo octubre misionero, es una llamada de atención para que todos nos movamos a amar y a apoyar la causa misionera de la Iglesia, no sólo con nuestra oración, sino también con la colaboración material y económica.

Colecta económica para las misiones: En el domingo mundial de las misiones se suele realizar unas colectas en todo el mundo a favor de la obra evangelizadora de la Iglesia. Es importante notar que, existen alrededor de 1.115 territorios de misión en el mundo, un 45% de toda la humanidad vive en estos territorios, un 37% de la Iglesia universal, es decir, la tercera parte de la Iglesia Católica; uno de cada tres bautismos, se celebra en zonas de misión y en ellos se desarrolla el 44% del todo el trabajo social y educativo. La Iglesia sostiene casi 27.000 instituciones sociales, que representan el 24% del total, y más de 119.000 instituciones educativas, que representan el 54%. Todos estos proyectos son financiados con los donativos recogidos en el Domund, por eso se pide la aportación de los fieles para las misiones.

Unas pinceladas del mensaje de Papa Francisco para Domund 2023.

En la misión, la Palabra de Dios ilumina y trasforma el corazón:El conocimiento de la Escritura es importante para la vida del cristiano, y todavía más para el anuncio de Cristo y de su Evangelio. De lo contrario, ¿qué trasmitiríamos a los demás sino nuestras propias ideas y proyectos? Y un corazón frío, ¿sería capaz de encender el corazón de los demás? Dejémonos entonces acompañar siempre por el Señor resucitado que nos explica el sentido de las Escrituras. Dejemos que Él encienda nuestro corazón, nos ilumine y nos trasforme, de modo que podamos anunciar al mundo su misterio de salvación con la fuerza y la sabiduría que vienen de su Espíritu” (Papa Francisco, mensaje de Domund 2023).

Jesús en la Eucaristía es el culmen y la fuente de la misión:Para dar fruto debemos permanecer unidos a Él (cf. Jn 15,4-9). Y esta unión se realiza a través de la oración diaria, en particular en la adoración, estando en silencio ante la presencia del Señor, que se queda con nosotros en la Eucaristía. El discípulo misionero, cultivando con amor esta comunión con Cristo, puede convertirse en un místico en acción. Que nuestro corazón anhele siempre la compañía de Jesús, suspirando la vehemente petición de los dos de Emaus, sobre todo cuando cae la noche: “¡Quédate con nosotros, Señor!” (cf. Lc 24, 29). (Papa Francisco, mensaje de Domund 2023).

 La eterna juventud de una Iglesia siempre en salida:Pongámonos de nuevo en camino también nosotros, iluminados por el encuentro con el Resucitado y animados por su Espíritu. Salgamos con los corazones fervientes, los ojos abiertos, los pies en camino, para encender otros corazones con la Palabra de Dios, abrir los ojos de otros a Jesús Eucaristía, e invitar a todos a caminar juntos por el camino de la paz y de la salvación que Dios, en Cristo, ha dado a la humanidad” (Papa Francisco, mensaje de Domund 2023).

 

Conclusión

En octubre misionero y en la celebración de la Jornada mundial de las misiones, la Iglesia nos exhorta como discípulos misioneros de Jesucristo a caer en la cuenta de que no podemos dejar que nuestra vida de fe, nuestra capacidad de gratitud y nuestra generosidad se apaguen por nuestro aislamiento personal, nuestro individualismo y nuestro egocentrismo. La celebración de Domund nos recuerda el compromiso de poner en práctica ese mandato de Jesús que desde nuestro bautismo nos hace ser misioneros en el mundo y nos llama a convertirnos en instrumentos de compasión, de misericordia y de amor.

 

jueves, 5 de octubre de 2023

07 de octubre: Memoria de beatificación del beato José Allamano.

Octubre es tradicionalmente conocido como el mes de rosario y el de las misiones. Sin embargo, para los misioneros y las misioneras de la Consolata, este mes tiene otra importancia, pues el 07 de octubre es la conmemoración de la beatificación del beato José Allamano. Es importante notar que el domingo 07 de octubre de 1990, el beato José Allamano fue beatificado en Roma por el Papa Juan Pablo II  junto con el entonces beato Aníbal María di Francia. Ya han transcurrido 33 años desde que el Padre y Fundador de los misioneros y las misioneras de la Consolata fue declarado y reconocido por la Iglesia como beato.

Vale la pena saber que uno es declarado beato gracias a las virtudes heroicas que vivió en vida y el proceso de beatificación tiene como finalidad la declaración de que la persona vivió las virtudes cristianas en grado heroico. Ese proceso es autorizado por el Santo Padre a las personas que piden poder venerar públicamente a un cristiano que consideran ejemplar, con la cual se les concede permiso para hacerlo.

Algunas palabras de la homilía del Papa Juan Pablo II en la ocasión de la beatificación de beato José Allamano.

En el día de la beatificación de José Allamano, el Papa Juan Pablo II a través de su homilía dijo algunas palabras respecto a él:

-          “En cada periodo de la historia, Dios suscita en la Iglesia ciertas personas, para que sean modelos del pueblo de Dios, a este grupo pertenecen los sacerdotes hoy proclamados beatos: José Allamano y Aníbal María de Francia” (párrafo no. 3)

-          “El beato José Allamano, sucediendo a su tío San José Cafasso, en la dirección del Convictorio eclesiástico de la Consolata, emuló su amor por los sacerdotes y su preocupación por su formación espiritual, intelectual y pastoral, actualizándola según las necesidades de los tiempos. No escatimó nada para que innumerables huestes de sacerdotes fueran plenamente conscientes del don de su vocación y estuvieran a la altura de su tarea. El mismo dio ejemplo, combinando el compromiso de santidad con la atención a las necesidades espirituales y sociales de su tiempo. En él estaba arraigada la profunda convicción de que “el sacerdote es ante todo un hombre de caridad”, “destinado a hacer el mayor bien posible”, a santificar a los demás “con el ejemplo y la palabra” con la santidad y la ciencia. La caridad pastoral-afirmó-exige que el presbítero “arda en celo por la salvación de sus hermanos, sin poner reservas ni vacilaciones en la dedicación propia” (párrafo no. 4)

-           “El canónigo Allamano sintió las palabras de Cristo dirigidas directamente a él: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). Y para ayudar a dar tal impulso a la comunidad cristiana, permaneciendo siempre activo como sacerdote diocesano, fundó primero el Instituto de los Misioneros y luego el de los Misioneros de la Consolata, para que la Iglesia pudiera llegar a ser cada vez más "madre fecunda de hijos"., “viña” que da frutos de salvación” (párrafo 5).

-          “En el momento en que es contado entre los bienaventurados, José Allamano nos recuerda que para permanecer fieles a nuestra vocación cristiana debemos saber compartir los dones recibidos de Dios con nuestros hermanos de cada raza y de cada cultura; debemos anunciar a Cristo con valentía y coherencia a cada persona que encontramos, especialmente a quienes aún no lo conocen” (párrafo 5).

-          “¡Que los nuevos beatos brillen como modelos de santidad sacerdotal! La Iglesia los señala así, mientras se desarrolla la VIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos, llamada a examinar la importante cuestión de la formación de los sacerdotes en nuestro tiempo” (párrafo no. 8).

-          “¿Cómo no subrayar esta circunstancia providencial? De hecho, mientras los padres sinodales buscan las soluciones más adecuadas para un problema tan vital, nuestros beatos indican claramente la dirección a seguir. Su existencia, sus ejemplares experiencias apostólicas ofrecen luz a la investigación sinodal. Reiteran que el mundo, hoy como entonces, necesita sacerdotes santos, capaces de hablar al corazón del hombre moderno, para que se abra al misterio del Dios vivo. Necesita apóstoles generosos, dispuestos a trabajar con alegría en la viña del Señor” (párrafo no. 8).

-          “¡Para que vayáis y deis fruto”! La referencia a los trabajadores de la viña divina vuelve a la liturgia, es decir, a aquellos que fueron enviados por el Hijo Redentor, como los apóstoles. A quienes Cristo sigue llamando y enviando en todo tiempo y en todo lugar, como llamó y envió a estos dos sacerdotes que hoy la Iglesia ha elevado al honor de los altares: el beato José Allamano, el beato Aníbal María Di Francia. Su misión fue extraordinaria. Una misión que, sin embargo, exigía una profunda madurez de espíritu” ((párrafo no. 9)

-          “A los santos y beatos no les falta esta madurez, gracias precisamente al Espíritu de verdad dejado por Cristo a su Iglesia. Gracias al Espíritu de verdad, se hace consciente la certeza de que el mundo pertenece a Dios; gracias a él entendemos que la tierra es una viña de la que el hombre no puede apropiarse; la tierra le fue confiada con la tarea de cultivarla y perfeccionarla. Del Espíritu de verdad proviene esta conciencia y esta certeza: conciencia y certeza llenas de amor hacia el Creador y la creación, hacia Dios y hacia el hombre” (párrafo no. 9).

-          “Damos gracias por todos aquellos a quienes Cristo, Hijo-Redentor, sigue escogiendo para que vayan y den fruto. ¡Y que este fruto "renueve la faz de la tierra" (Sal 104, 30)! ¡Amén!” (párrafo no. 9).

Momento de agradecimiento al Señor

El 07 de octubre, memoria de la beatificación de José Allamano, es momento para agradecer al Señor por haber escogido al beato José Allamano como modelo de santidad en la Iglesia. Su vida de santidad ha iluminado a muchos en la iglesia y ha inspirado la evangelización de varios lugares en el mundo.

La conmemoración de la beatificación del beato José Allamano es momento para agradecer al Señor por el carisma Ad gentes heredado de él. La misión Ad gentes es la identidad propia de los misioneros de la Consolata y es la razón de ser de su presencia en la Iglesia.

Asimismo, la conmemoración de la beatificación del Fundador de los misioneros y las misioneras de la Consolata es momento para agradecer al Señor por el regalo de los Institutos misioneros tanto masculino como femenino. Los institutos misioneros fundados por el beato José Allamano han contribuido enormemente a la evangelización de varios pueblos en el mundo, han hecho surgir varias iglesias locales, han defendido la vida de innumerables pueblos y culturas, han promovido la defensa del medio ambiente, han construido escuelas y clínicas para promover la educación y salud de los pobres, entre otros. Todo ello es fruto de la espiritualidad misionera del beato José Allamano que ha inspirado siempre a los misioneros y misioneras de la Consolata en la evangelización y promoción humana.

 


lunes, 2 de octubre de 2023

Octubre, mes dedicado a la tarea misionera .

 

En todos los días, meses y años, la Iglesia lleva a cabo su tarea evangelizadora, pero octubre tiene una trascendencia especial por ser el mes de las misiones. Por eso, este mes es dedicado para promover la tarea misionera porque la misión es la razón de ser de la Iglesia. Es decir, ella existe para evangelizar. Todas las actividades de la iglesia tienen como fin anunciar a Jesucristo, único Salvador del mundo. Así que, el mes de octubre es para fortalecer la actividad misionera de la Iglesia y despertar la conciencia misionera en los fieles.

¿Por qué es importante la misión?

Porque la misión es el mandato del Señor: La misión siempre obedece al mandato misionero de Jesucristo: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo los que les he mandado” (Mt 28, 19-20). El mandato misionero de Jesús es la razón por la cual la misión es una tarea permanente  en la Iglesia. Ese mandato es la razón primordial de la misión ad extra y ad intra, es decir, la razón por la cual la Iglesia envía los misioneros a los países y continentes diferentes a los suyos, y al mismo tiempo, al interior de los territorios propios donde hay necesidades de evangelizar. El mandato misionero del Señor es la razón de la animación misionera que se realiza en todo el orbe con el fin de concientizar a los fieles acerca de las necesidades espirituales y materiales en los lugares de misión. Por lo tanto, el mandato misionero de Jesucristo hace que la misión evangelizadora sea importante y permanente en la Iglesia en cada época y generación.

Porque la misión es la razón de ser de la Iglesia: La Iglesia existe para evangelizar. Es decir, su tarea primordial y razón de ser es anunciar a Jesucristo, único Salvador del mundo. Por eso, la Iglesia y la misión son estrechamente unidas. No existe la iglesia sin la misión y tampoco puede existir la misión sin la Iglesia. La Iglesia es Sacramento universal de salvación, pues es signo e instrumento de Jesucristo, y signo de su presencia y de su acción salvadora. Él vive en ella y es la Iglesia que muestra la presencia y la obra de Jesucristo, el Salvador.

Las tareas que comprende la misión evangelizadora de la Iglesia son: el anuncio de Jesucristo y su evangelio, la formación y maduración de las comunidades eclesiales,  la promoción humana y la encarnación de los valores evangélicos en la sociedad.

Porque la misión es la tarea de cada bautizado: El bautismo nos configura siempre con Jesucristo Sacerdote, Rey y Profeta. Es por eso que cada bautizado es misionero. El mandato misionero de Jesucristo no excluye a nadie sino les incumbe a todos los miembros de la Iglesia: obispos, sacerdotes y los fieles. Cada uno evangeliza de acuerdo a su capacidad y dones que Dios le ha concedido. Cada bautizado está comisionado por Cristo a evangelizar. La respuesta afirmativa a ese mandato del Señor es el compromiso evangelizador de cada bautizado.

Como bautizados, tenemos la tarea misionera porque dentro de la Iglesia tenemos el derecho y deber de evangelizar a todas las gentes, somos signos de la presencia y de la acción de Jesucristo, somos instrumentos y  misioneros de Jesucristo para comunicar su verdad, amor y vida nueva, somos evangelizadores y animadores misioneros llamados a dar un especial impulso a la misión Adgentes y a la nueva evangelización.

Por eso octubre misionero es tiempo para:

Auto-evangelización: El mes de las misiones es una oportunidad para la auto-evangelización. La auto-evangelización es un proceso continuo para todos los discípulos de Jesucristo con el fin de dejarse iluminar incesantemente por el Evangelio. Por eso, octubre misionero le da a cada discípulo de Jesucristo la oportunidad de discernir su proceso de fe, crecer progresivamente al encuentro con el Señor, bien sea a nivel personal como familiar.

La auto-evangelización es la tarea de los discípulos de Jesucristo y debe aplicarse siempre a los agentes principales de la misión de la Iglesia: obispos, sacerdotes, religiosos, laicos comprometidos, entre otros. Como bautizados, aunque estemos conscientes de nuestros compromisos bautismales, las consecuencias del pecado a veces nos alejan del camino del Señor. La auto-evangelización es muy importante en el mes de las misiones, pues es momento propio para crecer en la fe y renovar nuestra adhesión al Señor. Sin la presencia verdadera de Jesucristo en la propia vida, es difícil ser verdadero misionero, pues el misionero anuncia a Jesucristo, habla en nombre de Él y es enviado en nombre de Él a través de la Iglesia. 

Salida misionera: La salida misionera es un dinamismo que caracteriza a la Iglesia y a todos los evangelizadores. Por eso, octubre misionero es para promover la salida misionera. Hay que salir a manera de Jesús. La misión evangelizadora de la Iglesia está tipificada por la salida de un lugar al otro con el fin de anunciar la Buena Noticia, Jesucristo, Salvador del mundo.

Sin embargo, la salida del misionero o del evangelizador debe empezar con él mismo o ella misma. Para poder salir hacia los demás y las periferias, debe haber una salida de nuestras zonas de confort, una salida de nuestro orgullo, una salida de nuestras mentalidades mezquinas, una salida de encerramientos, miedos, etc. La salida de uno  mismo le permite salir hacia las periferias, hacia más allá de las fronteras, hacia las personas para compartirles la Buena Nueva, Jesucristo, único Salvador del mundo.

En el mes de las misiones, la salida misionera es la característica propia del discípulo misionero de Jesucristo. La salida misionera es la invitación que el Papa Francisco hace a los fieles: “todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG no. 20).

Callejear la fe: El mes de octubre es tiempo para callejear la fe, pues “la fe crece dándola” (RM no. 2). La razón para callejear la fe viene siempre del mandato misionero de Jesucristo: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que Yo les he mandado” (Mt 28, 18-20).

Callejear la fe no es una salida a pasear por los barrios o descubrir los lugares desconocidos, sino que significa salir en nombre de Jesús para evangelizar, significa contagiarle la fe de Jesucristo a los demás, significa hablar en nombre del Señor a las personas que se han alejado de Él o a las personas por algunas circunstancias su fe se ha enfriado. Callejear la fe es anunciar que Jesucristo es fuente de alegría y vida nueva para la humanidad de cada época y generación. Por lo tanto, callejear la fe es la manifestación del compromiso misionero de cada bautizado a manera de Jesucristo quien salía de ciudad a ciudad, pueblo a pueblo para proclamar el Reino de Dios.

Animación misionera: El mes de las misiones es tiempo para la animación misionera. La animación misionera tiene como objetivo despertar el espíritu misionero en todos los fieles. Aunque la animación misionera no se realiza sólo en octubre, en el mes de las misiones la intensifican más con el fin de avivar la consciencia misionera en los bautizados y recordarles su compromiso con la misión evangelizadora de la Iglesia.

A través de la animación misionera se informa a los fieles acerca del estado de las misiones en el mundo entero, de sus necesidades y la urgencia de participar activamente en ella. La animación misionera estimula el fervor misionero de los fieles, promueve las vocaciones misioneras y la cooperación misionera espiritual por medio de oración y el ofrecimiento de sacrificios por las misiones y los misioneros en toda la iglesia. Asimismo, la animación misionera promueve la cooperación misionera material a través de la cual se solicita la ayuda económica a favor de las misiones.

Conclusión

El mes de octubre es misionero por excelencia. La misión de la Iglesia y de todos los discípulos misioneros de Jesucristo siempre se fundamenta en la comunión y participación de la verdad, el amor y la vida de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Vale la pena impulsar la misión en el mes de octubre porque ella es la que renueva nuestra identidad cristiana, nos devuelve nuestro entusiasmo, nos ayuda a superar las dificultades en nuestra comunidad y nos hace participar en la salvación de Jesucristo.

 

 

martes, 26 de septiembre de 2023

La pastoral misionera en el contexto afrodescendiente.

La pastoral misionera es fruto de la obediencia al mandato misionero de Jesús: “vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,  enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo (Mt 28, 18-20).

Pero, ¿qué es una pastoral? Vale contestar esta pregunta que nos conducirá al entendimiento de la pastoral misionera. La pastoral en sí es la forma histórica como la Iglesia actualiza en cada época la revelación de Dios, interpretando sus caminos y mostrando la manera de seguirlos. De origen agrario, la palabra pastoral se relaciona con el pastoreo de las ovejas, algo común en la Palestina del tiempo de Jesús, y que por eso se usa mucho en la Sagrada Escritura como metáfora lingüística de las acciones de los líderes de la época, y de la misma actividad de Jesús y sus discípulos.

Siguiendo esta imagen bíblica, la acción pastoral es el conjunto de actividades que hace la Iglesia para llevar a cabo la invitación de Jesús de anunciar a todos el mensaje de salvación. Dicho de otra forma, la pastoral es el servicio salvífico de la Iglesia que se fundamenta en la voluntad universal salvífica de Dios.

La pastoral misionera

La pastoral misionera es la acción evangelizadora de la Iglesia que busca siempre despertar e impulsar en los bautizados el espíritu misionero y la acción evangelizadora de distintos grupos y comunidades que realizan la actividad misionera en el pueblo de Dios. Dicho de otra forma, es el servicio evangelizador con el cual se anima y forma misioneramente a los cristianos para que realicen eficazmente su misión local y universal.

Es importante notar que la pastoral de la Iglesia es una sola, aunque se manifieste en diferentes pastorales de acuerdo al contexto de cada lugar. Por eso, en la Iglesia hay diferentes pastorales, tales como la pastoral penitenciaria, pastoral afro, pastoral familiar, pastoral de salud, pastoral social, pastoral juvenil, pastoral de infancia, etc. La pastoral misionera desea que Jesucristo sea conocido, amado y seguido como único Salvador del mundo por quienes todavía no lo conocen, o por quienes por algunos motivos abandonaron la fe en Señor.

Asimismo, la pastoral misionera promueve la evangelización para que el Evangelio sea conocido y vivido por diversos pueblos a la manera de sus cosmovisiones culturales, que no sean deformadas, sino elevadas por el mensaje del Señor. La pastoral misionera comunica la fe a los demás, pues “la fe se fortalece dándola” (Redemptoris Missio, no. 2). Así que, la pastoral misionera de la Iglesia tiene estos enfoques:

La misión con los que no conocen a Cristo: se trata de la acción misionera comúnmente llamada Adgentes con el fin de que Cristo sea conocido y seguido por los pueblos y culturas que todavía no lo han conocido. A ellos se les dirige el primer anuncio. El objetivo del primer anuncio es provocar en los que no conocen a Jesucristo una actitud de búsqueda, el interés por la fe en Él y su evangelio.

 La misión con los más alejados: Con los más alejados, quizá no sea la primera vez que muchos de ellos han tenido encuentro con Jesucristo, ya que a menudo se trata de cristianos bautizados que fueron catequizados en su infancia. Nos referimos a aquellos hombres y mujeres que se declaran cristianos o creyentes, en los que persiste un fondo religioso que alimentan ocasionalmente, pero que construyen su vida diaria sin gran referencia a Jesucristo y su evangelio. Sin embargo, los años que han vivido al margen de la fe, han desfigurado en ellos todo rasgo cristiano y normalmente, la acción pastoral que se dirige a ellos es la nueva evangelización.

La misión a los creyentes: A los creyentes en Jesucristo se les dirige la acción pastoral con el fin de alimentar su fe y asegurar su compromiso con el seguimiento de Cristo. El objetivo de la acción pastoral a los creyentes es provocar en ellos una apertura al Evangelio, la búsqueda constante de Dios, la centralización de la propia vida en Jesucristo y la disponibilidad a su seguimiento. En este caso, se dirige el pastoreo a las comunidades de base, a los grupos apostólicos, a las familias, a los enfermos, a los sectores evangelizados, a las instituciones, etc. La acción pastoral a los creyentes y a comunidades evangelizadas tiene como propósito acompañar su camino de fe en el Señor.

Actitudes misioneras del evangelizador en el contexto afrodescendiente.

Una actitud puede entenderse como la tendencia a actuar de una manera determinada. El misionero en el contexto afro ha de tener unas actitudes misioneras particulares que le pueden facilitar en su tarea evangelizadora. La pastoral misionera entre la población afrodescendiente debe siempre partir del contexto del mismo pueblo. Es importante notar que, el anuncio de Jesucristo no es algo ajeno al contexto del pueblo afrodescendiente. De hecho, en la mayoría de los territorios de los afrodescendientes, el evangelio llegó hace muchos años casi en el mismo tiempo de la evangelización de la mayoría de los países latinoamericanos o en todo el continente americano. Muchos de los afrodescendientes son bautizados, aunque haya buen número de los que no practican la fe u otras que la haya abandonado completamente. En este contexto, es muy urgente la nueva evangelización y la misión Adgentes. Por eso, el misionero en el contexto afrodescendiente debe tener algunas actitudes misioneras necesarias que comparto a continuación:

Conocimiento de la historia del pueblo afro: La primera actitud que el evangelizador debe tener es la apertura a la historia del pueblo afro. Debe partir de la pregunta: ¿qué es el pueblo afro, o quién es la persona afrodescendiente? El afrodescendiente es aquella persona con raíces africanas  que vive en las Américas y en todas zonas de la diáspora africana. El pueblo afrodescendiente en cualquier país en América Latina o en todo el continente americano tiene una historia peculiar. Es un pueblo cuya historia empieza con los ancestros africanos que fueron traídos involuntariamente a las Américas como esclavos. Por eso, conocer su historia es darse cuenta del pasado y el presente para poder proyectar el futuro del pueblo afro. Conocer la historia es darse cuenta de sus luchas tanto en el pasado como en el presente. La historia facilita conocer al hombre y a la mujer afro, sus alegrías y sufrimientos. Conocer la historia libera al evangelizador de los prejuicios y estigmatizaciones que ha habido acerca de la población afro. Conocer la historia es encarnarse en la realidad que se vive para poder anunciar a Jesucristo sin que Él sea ajeno e indiferente a la vida de los afros. La historia del pueblo afrodescendiente hace que haya una pastoral diferenciada comúnmente llamada la pastoral afro que promueve la inculturación del evangelio. Así que, el conocimiento de la historia del pueblo afrodescendiente facilita la evangelización en el contexto del mismo pueblo.

Conocimiento de la cultura afro: La cultura es la identidad de cada persona y pueblo, pues ella es el conjunto de significaciones que dan sentido a la forma de entender toda la realidad en la que se inserta. Es un paso importantísimo que el evangelizador conozca y se identifique con la cultura afrodescendiente. Por la trascendencia de la cultura, se suele escuchar a algunas personas utilizando frases como “en mi cultura hacemos así”, “ésta es mi cultura”, etc. Esas expresiones hacen entender que no existen personas ni pueblos sin cultura y que la cultura es lo distintivo de cada ser humano y de cada pueblo. La cultura de los afrodescendientes tiene elementos que les diferencia de otros pueblos. Como en todas las culturas, asimismo, el evangelizador debe amar la cultura afro. La cultura afro se expresa en varias formas: la gastronomía, las danzas, poesías, la manera de entender el tiempo, los ritos mortuorios, los ritos de nacimiento, el agua de socorro, la familia extensa, la vida comunitaria, etc. Si la cultura afro no entra en dialogo con la fe, difícilmente habrá una evangelización sincera que pueda causar un encuentro verdadero con Jesucristo.

Conocimiento de la cosmovision e idiosincrasia del pueblo afro: La cosmovisión es la manera como una persona o una cultura ve e interpreta el mundo. Se trata del conjunto de creencias que permiten analizar y reconocer la realidad a partir de la propia existencia. La idiosincrasia es una característica de comportamiento, manera de pensar, sentir y actuar, rasgos y carácter propios o culturales de un individuo o una comunidad. Un evangelizador en el contexto afro debe tener en cuenta la cosmovisión e idiosincrasias del pueblo afrodescendiente. Debe tener presente la cosmovisión del pueblo en torno al nacimiento de un niño, en cuanto a la muerte de una persona, las celebraciones de la comunidad, etc. El conocimiento de la cosmovisión e idiosincrasias permite relacionarse bien con las personas y eso facilita la evangelización en el contexto afro.

Despojo de estigmatizaciones y mentalidades negativas: La estigmatización tiene que ver con el conjunto de las actitudes y creencias desfavorables que desacreditan o rechazan a una persona o a un grupo. Históricamente la población afro ha sido estigmatizada. La estigmatización al pueblo afro ha desembocada en discriminaciones y creación de mentalidades negativas acerca del mismo. El evangelizador en este caso, debe despojarse de las estigmatizaciones y mentalidades negativas que se han tenido a lo largo de la historia acerca de las personas negras. San Pablo dice claramente: “a los judíos me hice como judío, para ganar a los judíos; a los que están bajo la ley, como bajo la ley (aunque yo no estoy bajo la ley) para ganar a los que están bajo la ley” (1 Cor 9:20). Esa debe ser la actitud del evangelizador en el contexto afrodescendiente. El despojo de las estigmatizaciones permite identificarse plenamente con las personas e interactuarse fácilmente con ellas. Despojarse de estigmatizaciones permite liberarse de las influencias negativas sobre las personas y los pueblos. Despojarse de estigmatizaciones ayuda a liberarse de hacer falsos juicios sobre las personas, y eso crea un ambiente donde se  aprecia  la diversidad cultural en la sociedad. Por eso, el evangelizador debe ser libre de cualquier estigmatización que le pueda llevar a desacreditar a las personas, pueblos y culturas. Eso sería un paso más para la evangelización en el contexto afrodescendiente.

Alegría y amistad: El pueblo negro está siempre caracterizado por la alegría y amistad. Quien anuncia el evangelio en su contexto debe tener la actitud alegre y amistosa. Pues la amistad  es una relación efectiva que se puede establecer entre personas, que se basa en los valores fundamentales como el amor, la lealtad, la solidaridad, la sinceridad y el compromiso, y que se cultiva con el trato asiduo y el interés recíproco a lo largo del tiempo. Varios santos y santas han reflexionado acerca del significado de la amistad. Santo Tomás asocia la amistad con la caridad. Según él, la caridad es la amistad entre Dios y el hombre. San Agustín dice que no se puede conocer a nadie, excepto por medio de los amigos que tiene. San Jerónimo enseña que el querer lo que el amigo quiere y el no querer lo que no quiere, es un signo de verdadera amistad. Por lo tanto, la amistad es fundamental en el crecimiento de la vida personal, familiar, social y eclesial. Es por eso que, quien evangeliza en el contexto afrodescendiente debe siempre cultivar la amistad con las personas y debe lucirse de alegría, pues ambas actitudes son herramientas efectivas para la evangelización.

Inculturación del evangelio: El evangelizador en el contexto afro siempre debe ser inculturizante. Es decir, debe promover el encuentro entre la fe eclesial y la cultura afro. La inculturación del evangelio es el encuentro creativo y dinámico que se da en una persona y una comunidad concreta, entre la fe eclesial y la cultura de un pueblo, es una interacción y mutua asimilación entre la fe y la cultura. Se puede decir que  la cultura siempre es la pista de aterrizaje de la fe, así que ambas se necesitan mutualmente. La inculturación del evangelio debe ser un proceso que acompaña el plan de evangelización en el pueblo afro. Varios elementos culturales del pueblo afro requiere dialogo con la fe eclesial tales como la danza, los cantos autóctonos, la cosmovision afro del medio ambiente, el uso de instrumentos autóctonos, la vestidura, etc. La inculturación promueve la cultura de un pueblo, reconoce la semilla del Verbo en ella, entra en dialogo con ella con el fin de que Jesucristo sea identificado con la misma.

Paciencia y humildad: La paciencia y la humildad son actitudes que debe tener cualquier evangelizador entre los afrodescendientes. La paciencia se puede entender como la voluntaria e ininterrumpida firmeza en cuanto a las cosas arduas y difíciles. Paciencia significa tener autodominio cuando las cosas no salen como se quiere. Ser paciente es ser sereno y tolerante frente a las dificultades. La paciencia además es una forma de vida en donde prima la serenidad y el autocontrol. Las personas que tienen la virtud de paciencia saben esperar con calma a que las cosas sucedan ya que piensan que a las cosas que no dependen estrictamente de uno hay que darles tiempo. La virtud de humildad, en cambio, se refiere a una cualidad de la persona que se abaja frente a los demás, porque reconoce la igual dignidad de cada ser humano. Es una cualidad en la cual la persona no pretende estar por encima ni por debajo de nadie, sino que sabe que todos somos iguales, y cada persona tiene el mismo valor. Por lo tanto, quien evangeliza en el contexto afro debe tener tanto la paciencia como la humildad.

Actitud ecuménica y de dialogo interreligioso: El ecumenismo tiene que ver con el conjunto de actividades e iniciativas dirigidas a restaurar la plena comunión entre todos los cristianos. El ecumenismo comporta una toma de conciencia de la voluntad de Cristo sobre la unidad de sus discípulos, del escándalo de las divisiones que se han ido creando en el curso de la historia, de la comunión que ya existe en virtud del único bautismo entre los discípulos de Jesús y de la posibilidad de corresponder a la llamada y al don de Dios llegando a restaurar la plena comunión. Sin embargo, el dialogo interreligioso es un intercambio abierto y respetuoso de puntos de vista entre individuos y grupos con diferentes antecedentes religiosos y herencias culturales, basado en la comprensión y el respeto mutuo.

 El evangelizador entre la población afro debe tener la capacidad ecuménica que le permite dialogar con diferentes credos que se encuentran en los territorios afros. Algunos afrodescendientes son católicos, otros pertenecen a las iglesias  evangélicas, algunos son testigos de Jehová, entre otros. La capacidad ecuménica del evangelizador promueve la unidad entre los pertenecientes a diferentes corrientes religiosas en el mismo territorio. Asimismo, hay grupos números de afrodescendientes que pertenecen a las religiones afro-americanas tales como la santería que tiene su origen cubano, el candomblé que tiene origen brasileño, el vudú que tiene origen haitiano, entre otras. Son religiones que se han difundido en muchísimos territorios afro y cuentan con varios adeptos. Por eso, el evangelizador en tal contexto, debe tener una apertura al dialogo interreligioso como una forma de acercamiento a esa realidad.

Promoción de justicia, paz y reconciliación: El misionero en el contexto afro debe ser promotor de justicia, paz y reconciliación. En el lenguaje común, la virtud de justicia arrastra la intuición de que las personas deben recibir el trato que se merecen y, es el hábito consistente en la voluntad de dar a cada uno lo suyo. Según santo Tomás de Aquino,  la justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho. La virtud de reconciliación está muy unida a la paz. Tiene que ver con recuperar un estado previo, positivo, y traumáticamente quebrantado. La reconciliación es un proceso de superación de rupturas, distanciamientos, agravios, heridas, entre personas o grupos sociales.

Es importante notar que, la mayoría de los territorios donde viven los afrodescendientes han sufrido las consecuencias de injusticias, violencia y guerras. La historia del pueblo afro-descendiente en las Américas  está marcada por hechos de violencia e injusticias, pues sus ancestros fueron arrancados involuntariamente del África. Asimismo, muchos afrodescendientes han sufrido el flagelo de racismo y estigmatización, cosas que promueven con frecuencia las injusticias,  violencias y odios.  Por eso, el evangelizador en el contexto afro debe tener como prioridad pastoral la promoción de justicia, paz y reconciliación.

Conclusión

La evangelización siempre exige que quien la lleva adelante tenga algunas actitudes misioneras de acuerdo al contexto en que la está realizando. Cada contexto es un mundo diferente que plantea interrogantes que requieren respuestas pastorales adecuadas sin salir de los parámetros de su entorno. Por eso, el anuncio del evangelio en el contexto afrodescendiente exige que el evangelizador tenga actitudes misioneras adecuadas a ello.

 

 

jueves, 20 de julio de 2023

Actitudes misioneras según el beato José Allamano.

 

Preámbulo

Una actitud, se puede definir como la manifestación de un estado de ánimo o una tendencia a actuar de un modo determinado. Siempre las actitudes son alcanzadas y aprendidas a lo largo de la vida y adquieren una dirección hacia un determinado fin. Las actitudes son obtenidas con la experiencia y la obtención de conocimientos en cada suceso que compone la vida de un individuo. El misionero siempre debe tener algunas actitudes que le caracterizan en la vivencia de la vocación misionera a la que está llamado. Teniendo eso en cuenta, el beato José Allamano propuso algunas actitudes que cada misionero y  misionera de la Consolata debe tener. A continuación, me detengo a ellas de forma detallada:

Pasión misionera

La pasión misionera es sinónimo de ardor misionero o celo apostólico. Es el espíritu propio de un evangelizador y la característica propia de la nueva evangelización. De hecho, la evangelización es nueva por la pasión misionera de los evangelizadores. La Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo, reitera claramente esta realidad: “El ardor apostólico de la nueva evangelización brota de una radical conformación con Jesucristo, el primer evangelizador. Así, el mejor evangelizador es el santo” (Santo Domingo, no. 28).

Es importante notar que la palabra ardor tiene que ver con quemar o arder. En este sentido, el ardor misionero es quemarse por Dios y eso significa estar apasionado completamente por Él y por su causa en el mundo. Por eso,  el ardor misionero debe ser al estilo del que devoraba a Jesús; el ardor por el Padre, por la gloria del Padre en la salvación integral de los hombres. Los evangelizadores con la pasión misionera están abiertos a la acción del Espíritu Santo, pues “el Espíritu Santo, además infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresia), en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente” (EG, no.259). 

El beato José Allamano era un misionero totalmente apasionado por la causa de Dios. Era muy apasionado por el reino de Dios y su extensión a los lugares donde era desconocido. Según él, quienes son misioneros y misioneras deben poseer la pasión misionera como su carácter. No se trata de ser meros misioneros, sino misioneros con ardor apostólico. Dice él al respecto: “el ardor apostólico es el carácter propio del misionero y de la misionera. No se va a las misiones por capricho, o por turismo, sino únicamente por amor a Dios, que es inseparable del amor al prójimo. Por lo tanto, no sólo como cristianos, sino también, y mucho más, como misioneros, tenemos el compromiso de buscar la gloria de Dios colaborando en la salvación de las almas” (Así los quiero, p. 173). La pasión misionera surge de la convicción de que, el misionero y la misionera son colaboradores de Dios en su plan de salvación. Son instrumentos de Él y actúan en nombre de Él. Ser colaboradores de Dios significa que Dios se sirve de las personas para llevar a cabo su obra redentora en el mundo.

El beato José Allamano hace entender que, la pasión misionera está relacionada con la caridad. Para ello, “el verdadero apóstol es encendido por la caridad, es decir, por la pasión de hacer conocer y amar al Señor; buscar el bien de las personas y no de sí mismo” (Así los quiero, p. 175). El amor a Dios hace que haya celo por la misión. Ese celo es el fuego que enciende al misionero en su apostolado y sin ello, es difícil ser misioneros de verdad. Es por eso que “los que no arden de este fuego divino, ¡nunca serán misioneros o misioneras!” (Así los quiero, p. 175).

La pasión misionera está vinculada también con el saber. En este sentido, es muy importante estudiar para adquirir conocimientos necesarios sobre la misión. Cada época tiene sus desafíos. La ciencia de la misión ayuda a contextualizarla y mejorarla. Mejora la evangelización con nuevos métodos y nuevas expresiones. Así que, “nuestro compromiso apostólico, además, debe ser completado, perfeccionado por la ciencia. (…) debemos adquirir los conocimientos necesarios, sin esperar la ciencia infusa. (…) en las misiones también es necesaria la ciencia” (Así los quiero, p. 175).

Energía y constancia

Son actitudes propias de los evangelizadores. La energía evita los desánimos en momentos cuando los resultados esperados son escasos. Al respecto dice el beato José Allamano: “Más trabajo hay, más se trabaja; pero hay que trabajar con energía, que es característica del misionero. Un verdadero misionero y una verdadera misionera saben duplicar las fuerzas. Si somos activos, siempre tendremos tiempo para todo y hasta de sobra” (José Allamano, Así los quiero, p. 179). La energía misionera debe acompañarse con la fortaleza, pues el misionero y la misionera necesitan un alto grado de fortaleza: “¡El fin del Instituto es formar misioneros y misioneras heroicos! No hay infelicidad mayor que vivir en comunidad tibiamente. El Señor no favorece la pereza. En el camino de la perfección no debemos arrastrarnos débilmente, sino con energía!” (Así los quiero, p. 181).

Asimismo, es propio del misionero tener la constancia como actitud. La constancia misionera del que José Allamano habla tiene que ver con la estabilidad. Al respecto afirma: “Cuando sabemos que debemos hacer una determinada cosa, hay que hacerla hasta el final. Hay que saber dominarse, para ser siempre estables. (…) debemos servir al Señor con fidelidad constante y energética. Para formar a un verdadero misionero, a una verdadera misionera, se necesita espíritu y voluntad, constancia indefectible y equilibrio de espíritu “(Así los quiero, p. 182). Para ello, un misionero sin energía y constancia rara vez podrá crear un impacto evangelizador.

Espíritu familiar

El espíritu de familia es una característica peculiar de los misioneros y las misioneras de la Consolata. Los misioneros están llamados a amarse como hermanos y hermanas. Acerca de esto explica el beato José Allamano: Recuerden que el Instituto no es un colegio, tampoco un seminario, sino una familia. Son todos hermanos; deben vivir juntos, prepararse juntos, para luego trabajar juntos durante toda la vida. En el Instituto debemos ser una cosa sola hasta dar la vida los unos por los otros” (Así los quiero, p. 192). El espíritu de familia es el testimonio de la caridad del misionero que se manifiesta en estos aspectos: Alegrarse por las alegrías de los demás, sufrir con el que sufre, corregir los propios defectos por amor al prójimo y soportar los de los demás, y perdonar las ofensas.

El espíritu de familia es la convivencia diaria del misionero de la Consolata. Es la recomendación que José Allamano solía repetirles a sus misioneros de forma frecuente: “Quiero que vivan la caridad intensamente. No podrán amar al prójimo lejano si desde ahora no tienen caridad hacia aquellos con los que tratan todos los días. Si no basan sus vidas en la caridad fraterna, en ciertas circunstancias no sabrán superar dificultades, y se sentirán la tentación de pedir ser cambiados de casa, o de que cambien a tal hermano o hermana de la comunidad” (Así los quiero, p.186).

Espíritu de sacrificio

El espíritu de sacrificio debe siempre caracterizar a los misioneros y misioneras de la Consolata. El sacrificio de los misioneros se inspira  en la cruz de Jesucristo, pues Él  es el prototipo de cualquier sacrificio. No hay vida misionera sin la cruz y el espíritu de sacrificio. Lo reitera el beato José Allamano: “Es necesario que todos nos persuadamos de la necesidad del sacrificio para ser verdaderos discípulos de nuestro Señor. No olviden nunca que son apóstoles y que las almas se salvan con el sacrificio. En la vida apostólica hay muchas rosas, pero también tantas espinas, tanto físicas como espirituales. Algunos se imaginan el ideal misionero como algo muy poético, olvidando que las almas no se salvan sino con la cruz y desde la cruz, como lo hizo Jesús” (Así los quiero, p. 195). El espíritu de sacrificio debe acompañarse con la mortificación, pues los misioneros sin el espíritu de mortificación no pueden hacer mucho. Es necesaria la mortificación externa e interna para todos los anunciadores del Evangelio.

Paciencia, humildad y mansedumbre.

La paciencia, la humildad y la mansedumbre son actitudes indispensables para la vida misionera. La paciencia es una virtud que se debe practicar en cada momento. Esta virtud es sumamente importante porque “la mayor o menor paciencia en el misionero y en la misionera incide mucho sobre la conversión de las personas. Sin paciencia, no hay paz ni en el corazón, ni en la comunidad, ni en el mundo” (Así los quiero, p. 199). La humildad es otra actitud que cualquier misionero debe abrazar. Jesucristo es el ejemplo de la humildad que debemos imitar. La humildad es la manifestación de la fe en el Señor. La falta de esta virtud es sinónimo a la incredulidad. Afirma el beato José Allamano al respecto: “¿Cómo puede un soberbio someter el propio intelecto y la razón a la autoridad de la Iglesia? El que es soberbio no cree. En efecto, ¿cómo podrá abandonarse en Dios quien sólo confía en sí mismo? El soberbio se ama asimismo no al Señor” (Así los quiero, p. 204). Asi que, la humildad es muy necesaria en el ministerio de los misioneros, puesto que es un servicio y para ser buenos siervos se necesita la virtud de la humildad, tal como Jesucristo nos invita a hacerlo (Lc 22, 26).

También la mansedumbre es muy necesaria para el servicio misioneros. Es una virtud muy relacionada con la paciencia y la humildad. La mansedumbre no es una opción, sino que está mandado en el evangelio.  Es una virtud moral necesaria en las relaciones con los demás y en vistas del bien que queremos brindarles. Es el control sobre sí mismo, es el cómo reaccionamos ante lo que nos violenta o nos irrita. La mansedumbre es la virtud de los pacíficos, que son valientes sin violencia, que son fuertes sin ser duros. Es una virtud absolutamente necesaria en la vida diaria de los misioneros. Lo dice el beato José Allamano: “cuando estén en las misiones la mansedumbre tendrá para ustedes una importancia extraordinaria. (…) La experiencia demuestra que los misioneros y las misioneras cuanto más manso son, más bien hacen. No olviden nunca cuánta importancia le doy a esta virtud” (Así los quiero, p. 178).

Conclusión

El beato José Allamano fue un misionero extraordinario de Jesucristo. Es el Padre y Maestro de misioneros y misioneras de la Consolata. Es un inspirador perenne en cuanto la misión Ad gentes, carisma que caracteriza a los dos institutos misioneros fundados por él. Por eso, las actitudes misioneras propuestas por él ayudan a cualquier misionero a realizar la obra evangelizadora con éxito y entusiasmo.   

 

lunes, 19 de junio de 2023

20 de junio: Fiesta de Nuestra señora de la Consolata.

El 20 de junio es la fiesta de nuestra Señora de la Consolata, Patrona de misioneros y misioneras de la Consolata. Vale la pena  hacernos esta pregunta: ¿Por qué se celebra la fiesta de la Consolata en esa fecha? Es importante conocer la historia. Según la tradición, San Eusebio fue exiliado a Palestina por el emperador Constancio en el año 354, quien al regresar le trajo a su amigo San Máximo una imagen de la Virgen María, cuya autoría se le atribuye a San Lucas. Sin embargo, el cuadro de la Virgen desapareció debido a la destrucción de la capilla donde estaba depositado por las invasiones de los pueblos nórdicos.

Alrededor del año 1104, un hombre ciego llamado Jean Ravais, oriundo de Briançon (Francia), recibe un mensaje de parte de la Santísima Virgen indicándole el lugar donde se encontraba el cuadro, que debía ser rescatado, prometiéndole devolverle la vista. El lugar indicado por la Virgen era la torre de una Iglesia. El ciego después de enfrentar numerosas dificultades emprendió el viaje. El 20 de junio de dicho año, en presencia del obispo, sus sacerdotes y el pueblo, comenzaron las excavaciones. La imagen que había perdido apareció debajo de las ruinas. Fue el obispo quien sacó la imagen de la Virgen María de entre los escombros y la expuso a la vista de todo el pueblo allí congregado. El obispo exclamó: “¡Ruega por nosotros, Virgen Consoladora!” y la gente respondió: “Intercede por tu pueblo”. Según la tradición, en ese momento, el ciego Jean Ravais recobró la vista.

Beato José Allamano y la fiesta de la Virgen Consolata

No se puede hablar de la fiesta de la Virgen Consolata sin ninguna mención al Beato José Allamano. Él era un apasionado devoto de la Virgen Consolata. Su devoción a la Consolata la transmitió a los misioneros y las misioneras de la Consolata, ambos institutos fundados por él. Les exhortó a ser devotos a la Virgen Consolata por estas razones: “La Virgen, bajo todas las advocaciones, es una sola; pero ustedes séanle devotos, especialmente bajo el titulo de Consolata” (Así los quiero, p. 222). Además, para José Allamano los misioneros y las misioneras son pupilas de los ojos de la Consolata: “Sí, nuestra Madre muy tierna, que nos ama como la pupila de sus ojos, que pensó en nuestro instituto, lo sostuvo en todos estos años material y espiritualmente, y siempre está lista para responder a nuestras necesidades” (Así los quiero, p. 222).

El padre José Allamano reiteró a los misioneros y las misioneras a que “la Virgen Consolata es especialmente nuestra y tenemos que estar felices de tenerla como Protectora, estar santamente orgullosos de que nuestro Instituto se llame de la Consolata. Tratemos de merecer cada día más el hermoso titulo que nos ha dado. Somos Consolatinos. Debemos sentirnos afortunados por llevar el nombre de la Virgen” (Así los quiero, p. 223). Para ello, para los misioneros y las misioneras de la Consolata, esos son unos de los motivos de celebrar la fiesta de la Consolata con entusiasmo y alegría. Aunque todas las fiestas de la Madre de Dios son importantes, la fiesta de la Consolata merece una atención especial porque es la que les pertenece a los misioneros y las misioneras fundados por el beato José Allamano.

La importancia de la fiesta de la Consolata.

La fiesta de la Virgen Consolata es celebrada el 20 de junio de cada año. Esa fecha es sumamente importante, pues es la celebración del día de la Patrona de los misioneros y misioneras de la Consolata. La importancia de la fiesta de la Consolata radica en los siguientes motivos:

La Virgen Consolata es la Fundadora y Patrona de los Institutos de la Consolata. Es importante notar que una fundadora es la que establece la obra y la sostiene. Y un patrón o patrona es jefe o jefa de un grupo de personas. Dice claramente el beato José Allamano que la Virgen Consolata es la verdadera fundadora de los misioneros y las misioneras de la Consolata. Ella le inspiró a fundar a los dos institutos misioneros para la evangelización de los pueblos. Esta fiesta es la celebración del día de la Madre de misioneros y misioneras de la Consolata. Dicha fiesta sirve de oportunidad para agradecer al Señor por el regalo de la Madre Consolata quien siempre sostiene e inspira la misión de los misioneros y misioneras fundados por el beato José Allamano.

Es la fiesta del Instituto: Los misioneros de la Consolata no tienen otra fiesta más importante que la de  20 de junio, pues es la fiesta del Instituto. Dicen claramente las Constituciones que “la solemnidad de la Consolata es nuestra fiesta principal” (Const, no. 11.1). El beato José Allamano, padre y maestro de los misioneros y las misioneras de la Consolata afirma que “la Consolata es especialmente nuestra y tenemos que estar felices de tenerla como Protectora” (Asi los quiero, p. 223). Igualmente reitera: “Para nosotros los hijos e hijas predilectos de la Consolata, ¿es importante esta fiesta? ¡Es todo!” (Asi los quiero, p. 224). Aunque la Virgen tiene más advocaciones, para misioneros y misioneras de la Consolata, el 20 de junio es la fiesta del Instituto y de todas las obras que llevan el nombre de la Consolata.

Memoria de la historia y tradición del Instituto: La fiesta patronal es la celebración de la memoria histórica de una comunidad o institución. A través de ella, se vive en el presente la historia y se celebra las tradiciones entrañables a una comunidad o un pueblo. La tradición de una comunidad o un pueblo es una costumbre que se comunica, se transmite y se mantiene de generación en generación. Para los misioneros y misioneras de la Consolata, el 20 de junio es tambien la celebración de la historia de la devoción a la Virgen Consolata. Es una tradición que se viene celebrando desde hace varios siglos especialmente en la región Piamontesa en Italia. Esa tradición hace parte de la historia de los dos institutos misioneros de la Consolata.

Conclusión

La celebración de la fiesta de Nuestra Señora de la Consolata es un momento de agradecimiento al Señor por la historia de los misioneros y las misioneras de la Consolata cuya existencia está íntimamente relacionada con la Virgen Consolata. Ella es su Madre y Patrona. Ella sostiene e inspira siempre la obra evangelizadora de los misioneros y misioneras de la Consolata en todo el mundo.