Octubre es tradicionalmente conocido como el mes de rosario y el de las misiones. Sin embargo, para los misioneros y las misioneras de la Consolata, este mes tiene otra importancia, pues el 07 de octubre es la conmemoración de la beatificación del beato José Allamano. Es importante notar que el domingo 07 de octubre de 1990, el beato José Allamano fue beatificado en Roma por el Papa Juan Pablo II junto con el entonces beato Aníbal María di Francia. Ya han transcurrido 33 años desde que el Padre y Fundador de los misioneros y las misioneras de la Consolata fue declarado y reconocido por la Iglesia como beato.
Vale la pena saber que uno es declarado beato gracias a las virtudes heroicas que
vivió en vida y el proceso de beatificación tiene
como finalidad la declaración de que la persona vivió las virtudes cristianas
en grado heroico. Ese
proceso es autorizado por el Santo Padre a las
personas que piden poder venerar públicamente a un cristiano que consideran
ejemplar, con la cual se les concede permiso para hacerlo.
Algunas
palabras de la homilía del Papa Juan Pablo II en la ocasión de la beatificación
de beato José Allamano.
En el día de la beatificación de José Allamano, el Papa Juan
Pablo II a través de su homilía dijo algunas palabras respecto a él:
-
“En
cada periodo de la historia, Dios suscita en la Iglesia ciertas personas, para
que sean modelos del pueblo de Dios, a este grupo pertenecen los sacerdotes hoy
proclamados beatos: José Allamano y Aníbal María de Francia” (párrafo no. 3)
-
“El
beato José Allamano, sucediendo a su tío San José Cafasso, en la dirección del
Convictorio eclesiástico de la Consolata, emuló su amor por los sacerdotes y su
preocupación por su formación espiritual, intelectual y pastoral,
actualizándola según las necesidades de los tiempos. No escatimó nada para que
innumerables huestes de sacerdotes fueran plenamente conscientes del don de su
vocación y estuvieran a la altura de su tarea. El mismo dio ejemplo, combinando
el compromiso de santidad con la atención a las necesidades espirituales y
sociales de su tiempo. En él estaba arraigada la profunda convicción de que “el
sacerdote es ante todo un hombre de caridad”, “destinado a hacer el mayor bien
posible”, a santificar a los demás “con el ejemplo y la palabra” con la
santidad y la ciencia. La caridad pastoral-afirmó-exige que el presbítero “arda
en celo por la salvación de sus hermanos, sin poner reservas ni vacilaciones en
la dedicación propia” (párrafo no. 4)
-
“El canónigo
Allamano sintió las palabras de Cristo dirigidas directamente a él: "Id
por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). Y
para ayudar a dar tal impulso a la comunidad cristiana, permaneciendo siempre
activo como sacerdote diocesano, fundó primero el Instituto de los Misioneros y
luego el de los Misioneros de la Consolata, para que la Iglesia pudiera llegar
a ser cada vez más "madre fecunda de hijos"., “viña” que da frutos de
salvación” (párrafo 5).
-
“En el momento en que es contado entre los
bienaventurados, José Allamano nos recuerda que para permanecer fieles a
nuestra vocación cristiana debemos saber compartir los dones recibidos de Dios
con nuestros hermanos de cada raza y de cada cultura; debemos anunciar a Cristo
con valentía y coherencia a cada persona que encontramos, especialmente a
quienes aún no lo conocen” (párrafo 5).
-
“¡Que los nuevos beatos brillen como modelos de santidad
sacerdotal! La Iglesia los señala así, mientras se desarrolla la VIII Asamblea
General del Sínodo de los Obispos, llamada a examinar la importante cuestión de
la formación de los sacerdotes en nuestro tiempo” (párrafo no. 8).
-
“¿Cómo no subrayar esta circunstancia providencial? De
hecho, mientras los padres sinodales buscan las soluciones más adecuadas para
un problema tan vital, nuestros beatos indican claramente la dirección a
seguir. Su existencia, sus ejemplares experiencias apostólicas ofrecen luz a la
investigación sinodal. Reiteran que el mundo, hoy como entonces, necesita
sacerdotes santos, capaces de hablar al corazón del hombre moderno, para que se
abra al misterio del Dios vivo. Necesita apóstoles generosos, dispuestos a
trabajar con alegría en la viña del Señor” (párrafo no. 8).
-
“¡Para que vayáis y deis fruto”! La referencia a los
trabajadores de la viña divina vuelve a la liturgia, es decir, a aquellos que
fueron enviados por el Hijo Redentor, como los apóstoles. A quienes Cristo
sigue llamando y enviando en todo tiempo y en todo lugar, como llamó y envió a
estos dos sacerdotes que hoy la Iglesia ha elevado al honor de los altares: el
beato José Allamano, el beato Aníbal María Di Francia. Su misión fue
extraordinaria. Una misión que, sin embargo, exigía una profunda madurez de
espíritu” ((párrafo no. 9)
-
“A los santos y beatos no les falta esta madurez, gracias
precisamente al Espíritu de verdad dejado por Cristo a su Iglesia. Gracias al
Espíritu de verdad, se hace consciente la certeza de que el mundo pertenece a
Dios; gracias a él entendemos que la tierra es una viña de la que el hombre no
puede apropiarse; la tierra le fue confiada con la tarea de cultivarla y
perfeccionarla. Del Espíritu de verdad proviene esta conciencia y esta certeza:
conciencia y certeza llenas de amor hacia el Creador y la creación, hacia Dios
y hacia el hombre” (párrafo no. 9).
- “Damos gracias por todos aquellos a quienes Cristo, Hijo-Redentor, sigue escogiendo para que vayan y den fruto. ¡Y que este fruto "renueve la faz de la tierra" (Sal 104, 30)! ¡Amén!” (párrafo no. 9).
Momento
de agradecimiento al Señor
El 07 de octubre, memoria de la beatificación de José
Allamano, es momento para agradecer al Señor por haber escogido al beato José
Allamano como modelo de santidad en la Iglesia. Su vida de santidad ha
iluminado a muchos en la iglesia y ha inspirado la evangelización de varios
lugares en el mundo.
La conmemoración de la beatificación del beato José
Allamano es momento para agradecer al Señor por el carisma Ad gentes heredado
de él. La misión Ad gentes es la identidad propia de los misioneros de la
Consolata y es la razón de ser de su presencia en la Iglesia.
Asimismo, la conmemoración de la beatificación del
Fundador de los misioneros y las misioneras de la Consolata es momento para
agradecer al Señor por el regalo de los Institutos misioneros tanto masculino
como femenino. Los institutos misioneros fundados por el beato José Allamano
han contribuido enormemente a la evangelización de varios pueblos en el mundo,
han hecho surgir varias iglesias locales, han defendido la vida de innumerables
pueblos y culturas, han promovido la defensa del medio ambiente, han construido
escuelas y clínicas para promover la educación y salud de los pobres, entre
otros. Todo ello es fruto de la espiritualidad misionera del beato José
Allamano que ha inspirado siempre a los misioneros y misioneras de la Consolata
en la evangelización y promoción humana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario