Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


domingo, 18 de julio de 2021

Ordenación diaconal del misionero de la Consolata en Buenaventura


El beato José Allamano, fundador de misioneros y misioneras de la Consolata solía decir: “la vocación misionera, un don de Dios” (Allamano, Así los quiero, p. 61). Es un don que el Señor regala a todos los bautizados, pero a cada uno le corresponde responder con libertad el llamado de Dios. Una de las maneras en que se manifiesta esa predilección de Dios es la ordenación tanto diaconal como sacerdotal, y la consagración religiosa. 

Para ello, el sábado, 17 de julio de 2021 fue un día especial tanto para la familia Consolata como para la Iglesia universal, pues se ordenó de diacono en la catedral de Buenaventura, Elías Dominick Libanda, un misionero de la Consolata oriundo de Tanzania, África. El diacono Elías Dominick llegó a la comunidad IMC de san Martín de Porres a finales del mes de enero del presente año, con el fin de insertarse en el contexto misionero de Buenaventura y para terminar sus estudios teológicos. Después fue destinado a Buenaventura desde donde recibió el diaconado por la imposición de las manos de monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de dicha Diocesis. El diacono Elías se ordenó junto con otros dos, es decir, el diacono Erlin Jesús Garces Angulo y el presbítero Jaminton Javier García Anizares, ambos de la Diocesis de Buenaventura. En su homilía, el obispo pidió a los neo-ordenados a que sean siempre misioneros con celo apostólico y características propias de Jesucristo: la predilección por los pobres y necesitados.

En la ceremonia de ordenación, participaron varios misioneros de la Consolata bajo la cabeza del padre Armando Olaya, superior de la Región Colombia. Después los misioneros de la Consolata junto con el nuevo diacono, fueron invitados al compartir en la parroquia san Martín de Porres, comunidad parroquial desde donde el Instituto hace presencia en la Diócesis de Buenaventura. En la parroquia san Martín de Porres, las pequeñas comunidades, los ministerios laicales, la pastoral afro de la Diócesis de Buenaventura, y los jóvenes recibieron al nuevo diacono con alegría y entusiasmo. 

Es importante notar que los misioneros de la Consolata llevan cuatro años en la Diócesis de Buenaventura. Son ellos quienes se encargan de la animación de la pastoral afro y la inculturación del Evangelio en la Diócesis, y del pastoreo de la parroquia de san Martín de Porres.

Al celebrar la ordenación del diacono Elías Dominick es un motivo para agradecerle al Señor por el don de la vocación misionera en la Iglesia. Por lo tanto, encomendamos al Señor su ministerio diaconal para que lo pueda ejercer con fidelidad al carisma Ad gentes que caracteriza siempre a los misioneros de la Consolata.

viernes, 9 de julio de 2021

Beato José Allamano y la Divina Providencia

La Divina Providencia es el cuidado que Dios consagra a toda la creación. Asimismo, se puede entenderla como las intervenciones divinas a través de las cuales las criaturas están guiadas a su fin. Eso significa que todo lo que Dios ha creado lo conserva y gobierna mediante su Providencia.

El tema de la Divina Providencia es muy evidente en la espiritualidad del beato José Allamano. No se puede hablar de él sin relacionarlo con la Divina Providencia. Él fue un ejemplo de la confianza total en la Divina Providencia porque ponía todo en las manos de Dios. Exhortaba con frecuencia a los misioneros y las misioneras de la Consolata a confiar totalmente en la Providencia del Señor. De esa manera hace entender que Dios acompaña a cada momento de nuestra vida y hace todo para el bien de la humanidad. Para ello, “no pongamos nuestra confianza en los medios humanos que poseemos: talento, fuerzas, virtudes, etc., o en los de los demás. Hagamos siempre lo que podamos de nuestra parte, después dejemos todo en las manos del Señor, sin temor” (Allamano, Así los quiero, p. 142).

La Confianza en Dios es conditio sine qua non para poder entender su Divina Providencia. Según el beato José Allamano, la confianza es  saber que Dios  acompaña siempre el proyecto diario del ser humano. Es saber que la vida no solo depende de nuestros esfuerzos humanos, capacidades intelectuales, riquezas adquiridas, entre otros, sino que, en gran parte, depende del cuidado amoroso de Dios quien hace llover a justos e injustos (Mateo 5,45). Por eso, la  confianza es “una confianza en la Divina Providencia, que nos acompaña en cada momento de nuestra vida” (Así los quiero, p. 142). Nuestro compromiso es hacer lo que nos corresponde como discípulos misioneros de Jesucristo y dejar el resto en las manos del Señor sin ningún temor.

La misión, lugar de la Divina Providencia

La misión siempre es de Dios y Él es su principal protagonista. En toda su vida, el beato José Allamano hizo entender que la misión es obra magnífica de Dios, y depende totalmente de su Divina Providencia. Los discípulos misioneros del Señor son simples colaboradores quienes actúan de acuerdo a su santa voluntad. El beato José Allamano en calidad de padre y fundador de misioneros y misioneras de la Consolata, tenía que mantener los dos institutos misioneros empezando con la formación de sus miembros, hasta el sostenimiento material de misioneros y misioneras en lugares de misión. Sin embargo, nunca se inquietó de nada por esa gran responsabilidad, porque ponía toda su confianza puesta en la Divina Providencia. Al respecto afirmaba: “Yo no dudo de la Providencia. Sin esta confianza no podríamos seguir adelante. A veces llegamos a la noche y nos falta el dinero para pagar una factura que se vence. Y bien, al día siguiente el dinero llega y salda la deuda. Les aseguro que nunca dejé de dormir tranquilamente por este fastidio” (Allamano, Así los quiero, 142).

Así como tenía toda su confianza puesta completamente en el Señor, tambien el beato José Allamano confiaba en la poderosa intercesión de la virgen Consolata. Tenía claro que la Virgen Consolata era la verdadera Fundadora de los dos institutos y él simplemente era un instrumento que Dios puso para hacer realidad la fundación de los misioneros y las misioneras de la Consolata. Por esa convicción atribuía varias cosas a la obra del Señor gracias a la intercesión de la Consolata.  En incontables ocasiones hablaba de amor maternal de la Consolata al Instituto: “nuestra Madre muy tierna, que nos ama como la pupila de sus ojos, que pensó en nuestro Instituto, lo sostuvo en todos estos años material y espiritualmente, y siempre está lista para responder a nuestras necesidades” (Allamano, Así los quiero, 222).

Como cada madre cuida a sus hijos e hijas, así tambien La Consolata ha sostenido a los institutos fundados por el beato José Allamano. Decía él con respecto a eso: “todo lo que se hizo es obra de la Santísima Consolata. Ella hizo por este Instituto milagros cotidianos; hizo hablar a las piedras, llover dinero. En los momentos dolorosos, la Virgen intervino siempre de forma extraordinaria. (…) Por no hablar de las gracias que nos ha concedido a lo largo del año, incluso de orden temporal como el pan cotidiano. Si hasta eso le encargo a la Virgen” (Allamano, Así los quiero, 223).

El fundador de los misioneros y las misioneras de la Consolata confía bastante en la intercesión maternal de la virgen Consolata, de tal manera que, todo lo ponía bajo su cuidado. Sabía que Ella nunca dejaría de interceder por los misioneros y las misioneras de la Consolata, quienes anuncian con fervor el evangelio de su Divino Hijo, Jesucristo, nuestro Salvador. Por esa confianza en Ella, en varias ocasiones afirmaba: “nunca he perdido ni el sueño ni el apetito por los gastos enormes del Instituto y de las misiones. Digo a la Santísima Consolata: “¡ocúpate tú! ¡Si haces buena figura, eres tú!” (Así los quiero, 223).

Conclusión

“Quisiera que nuestros institutos en general, y ustedes en particular, tuvieran siempre esta gran confianza en Dios” (Así los quiero, 223). Esa es la gran exhortación del beato José Allamano a los misioneros y las misioneras de la Consolata. Con esto, nos ayuda a entender que la misión es obra de Dios y totalmente depende de su protagonismo y Divina Providencia. Sin embargo, nos recuerda que, aunque, Dios es el protagonista principal de la misión, a nosotros nos compete pensar y trabajar a favor de ella sin dejar de poner toda nuestra confianza en su Divina Providencia.