Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


viernes, 29 de diciembre de 2017

BEATO JOSÉ ALLAMANO Y LA CELEBRACIÓN DEL FIN DEL AÑO Y AÑO NUEVO

El fin del año y el nuevo año siempre son dos fiestas que se celebran en cada rincón del mundo. Ambas celebraciones están muy relacionadas entre sí. Todas las culturas bien sean cristianas, musulmanas, hindúes, africanas, entre otros, celebran el fin del año para dar la bienvenida al año que viene. Cada cultura lo hace a su manera de acuerdo a las costumbres particulares que la rigen. En el mundo cristiano-católico, el motivo de la celebración del fin del año es agradecer al Señor por todo lo que ha hecho por su pueblo a lo largo del año y como una manera de encomendarse a Él en el nuevo año.

El beato José Allamano, como buen seguidor de Jesucristo solía dar algunas exhortaciones a sus hijos e hijas: los misioneros y las misioneras de la Consolata sobre la celebración del fin del año y la del nuevo año. Sus orientaciones siguen siendo validas para todos nosotros.

Lo que dice el beato José Allamano sobre la celebración del fin del año.

De entrada, nos hacemos la pregunta, ¿qué significa el fin del año para el beato José Allamano? ¿Qué recomendaciones solía darles a los misioneros y las misioneras de la Consolata sobre la celebración del fin del año?
Para el beato José Allamano, la celebración del fin del año es un momento para hacer el balance final del año y para realizar la programación del futuro.  En este sentido, hay que mirar bien las ganancias y las perdidas del año. Para José Allamano, las ganancias del año son las gracias recibidas tanto naturales como sobrenaturales (cfr. Así los quiero, p. 103). Las gracias en orden natural son la conservación de la vida, la salud física, entre otros. Las gracias en el orden sobrenatural tienen que ver con la vocación y la perseverancia en ella, la buena voluntad para responder a la vocación, la corrección de los defectos, la mortificación interna y externa, los sacramentos celebrados, entre otros. Todo ello, es motivo de agradecer al Señor  “porque sin él no podemos hacer nada, ni mucho ni poco, ¡nada!” (Así los quiero, p. 104).

Asimismo, la celebración del fin del año es momento para evaluar la vida en cuanto las perdidas del año.  Es importante saber que ninguna perdida proviene de Dios. Las pérdidas para evaluar seria el desanimo, poco crecimiento en los aspectos que atañen nuestra vocación religioso-misionera, falta de voluntad, las imperfecciones de la vida, etc (cfr. Asi los quiero, p. 105). Las pérdidas siempre se arreglan cada día con la renovación individual y comunitaria, sobre todo, en momentos de retiros mensuales y anuales.

Lo que dice José Allamano acerca de la celebración del año nuevo.

El beato José Allamano no sólo da las recomendaciones sobre la celebración del fin del año, sino también nos ilumina acerca de cómo se puede celebrar dignamente el año nuevo. Advierte que, hay que empezar el año nuevo con energía y animo: “empecemos el año con energía y de igual modo todos los días, cada momento, sin desanimarnos nunca. Este es el espíritu con el que tenemos que emprender el nuevo año” (Así los quiero, p. 104). José Allamano exhorta a que se inicie el año nuevo con buena voluntad para poder responder a cada gracia que se nos presenta en cada momento del año.

El beato José Allamano nos invita a que vivamos el año nuevo con buen comportamiento. De hecho dice “en este año es necesario que nos comportemos como si fuera el ultimo de nuestra vida” (Así los quiero, p. 105). Lo que nos quiere decir es que, es importante hacer bien nuestro quehacer con buena voluntad y convicción. Hacer cosas como si fuera el último momento de nuestra vida es entregarse con disciplina a cualquier cosa que hagamos para que el nombre del Señor se glorifique a través de nuestro trabajo. Comportarse como si fuera el último año de nuestra vida es pensar no solo en el presente, sino también en el futuro de nuestra existencia y la de los demás. Para ello, repetía con frecuencia “el bien hay que hacerlo bien sin ruido”.

Celebrar el año nuevo, según el beato José Allamano, es apuntar bien la mira. Apuntar la mira es enfocarnos siempre en lo que atañe a nuestra vocación, es decir, el por qué somos misioneros y misioneras de la Consolata. Apuntar bien la mira, es no perder el norte de lo que corresponde a nuestra vida misionera. Es vivir de acuerdo a la voluntad de Dios inclusive en las pequeñas circunstancias de nuestra vida. Vivir según la voluntad implica hacer examen de conciencia para que donde haya debilidades, “tratemos de repararlas enseguida; que no haya ningún día inútil. ¡Que el nuevo año sea un año con tanta bendiciones, para nuestros Institutos, para las misiones, para los misioneros y las misioneras!” (Así los quiero, p. 106).


En resumen, el beato José Allamano nos recomienda vivir el año nuevo con ánimo y ardor misionero, hacer balance de ganancias y pérdidas del año anterior, hacer todo de acuerdo a la voluntad de Dios, responder afirmativamente a la vocación misionera que el Señor nos dio, hacer examen preventivo en momentos de debilidades, entre otros. Son recomendaciones de quien es padre y maestro de misioneros y misioneras, de quien vivió según la voluntad de Dios, de quien trabajó fuertemente para que el reino de Dios se extendiera a los pueblos menos conocidos,  de quien fundó dos institutos misioneros en pro de la misión Ad gentes.

domingo, 17 de diciembre de 2017

LA INAUGURACIÓN DE LA PARROQUIA SAN MARTÍN DE PORRES EN BUENAVENTURA.


El 14 de diciembre de 2017, memoria  de san Juan de la Cruz,  será siempre recordado por ser el día en el cual se erigió canónicamente la parroquia de san Martín de Porres en la diócesis de Buenaventura. La ceremonia fue presidida por monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de la diócesis de Buenaventura. Fue un momento  lleno de alegría y sentimientos de parte de los fieles de la entonces capilla san Martín de Porres porque se había cumplido el sueño de tener una parroquia en el sector.

La fiesta de la institución de la nueva parroquia inició con la procesión desde la parroquia de san José Obrero, parroquia madre de la que se desprendió la nueva parroquia. El motivo fue mostrar el acompañamiento constante de los fieles de dicha comunidad parroquial a su nueva hija y como gesto de que la nueva parroquia de san Martín de Porres hacia parte de esa comunidad parroquial.

A penas se acabó la procesión, siguieron con la santa eucaristía presidida por monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, y concelebrada por varios sacerdotes tanto diocesanos como religiosos. En su homilía, el obispo de la diócesis de Buenaventura enfatizó mucho en la idea de que, la parroquia es comunidad de comunidades y lugar donde se respira a Dios. Asimismo reiteró que “debe ser un lugar para la reconciliación con Dios por los pecados de la humanidad tanto sociales como individuales”. Después de la homilía, el canciller de la diócesis leyó el decreto de la creación de la nueva parroquia de san Martín de Porres, y finalizando la eucaristía leyó también el decreto del nombramiento del primer párroco, padre Lawrence Ssimbwa.

Esta ceremonia vio la presencia de varios sacerdotes y religiosos. Asimismo, estuvieron presentes varios misioneros de la Consolata a la cabeza del padre Armando Olaya, superior regional de Colombia-Ecuador quien elogió el trabajo del equipo misionero de Buenaventura.

Es importante notar que, la nueva parroquia de san Martín de Porres comprende de los barrios: Doña Ceci, Urbanización san Buenaventura, Margarita Hurtado, Los Manglares, Gamboa, La Carmelita y Ciudadela Nueva Buenaventura.  Además caen en el mismo territorio parroquial las instituciones como: la universidad del Valle, el colegio san Vicente, la cárcel, entre otros. Para la evangelización de este territorio, se empleará el Sistema Integral de la Nueva Evangelización, columna principal de la evangelización en la diócesis de Buenaventura y la pastoral afrocolombiana para poder responder a los desafíos pastorales del lugar y para el anuncio de Cristo en la realidad de la nueva parroquia cuya población es mayoritariamente afro.

OBISPOS QUE HAN APOYADO ESTE PROCESO
La nueva parroquia de san Martín de Porres se dio gracias al acompañamiento de tres obispos. En 2004, monseñor Rigoberto Corredor Bermúdez, primer obispo diocesano de Buenaventura,  decretó la capilla San Martín de Porres y le confió el terreno ubicado en el barrio Doña Cecí para que se pudieran desarrollar  las actividades pastorales y al mismo tiempo fuera la sede de la parroquia. Con el proceso de la nueva evangelización, la entonces capilla poco a poco se fue consolidando con la presencia de las pequeñas comunidades. En 2010, monseñor Héctor Epalza Quintero, bendijo la primera piedra para la construcción de la instalación que actualmente sirve de casa cural en el segundo piso y capilla para el culto en el primer piso. El 12 de diciembre de 2017, monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, decretó la parroquia de san Martín de Porres que él mismo inauguró oficialmente el 14 de diciembre del mismo año.

LA CONSOLATA ASUMIÓ LA PARROQUIA DE SAN MARTÍN DE PORRES
El Instituto de la Consolata para Misiones asumió la nueva parroquia de san Martín de Porres desde el día de su creación. Asimismo, fue nombrado como primer párroco, padre Ssimbwa Lawrence con el nombramiento del primer párroco quien forma el equipo con el diacono Leovilgildo Carlos Ussene. Es importante notar que, la Consolata llegó a la diócesis de Buenaventura a partir de octubre de 2016 con el fin de ir poco a poco insertándose en el dinamismo de esa iglesia particular. Por el periodo de tres meses, los dos misioneros vivieron en la parroquia de san Jose Obrero de la que se desprendió la nueva parroquia. Sin embargo, a partir de enero de 2017, empezaron a vivir en la casa cural de la entonces capilla san Martín de Porres. Desde ese entonces, prepararon el sector confiado a la Consolata hasta que llegara a ser parroquia el 14 de diciembre del año presente.


Es importante notar que, el Instituto asumió esta parroquia en el marco de la celebración de los 70 años de la presencia de los misioneros de la Consolata en Colombia. Buenaventura es muy importante en la celebración de los 70 años porque los primeros 5 misioneros de la Consolata que llegaron a Colombia el 12 de diciembre de 1947 pasaron por el puerto de Buenaventura. Así que, la presencia del Instituto en Buenaventura simboliza volver al primer lugar desde donde los primeros misioneros tuvieron el primer contacto con Colombia y con el mundo afro-colombiano. Vale esclarecer que, la misión principal del Instituto en Buenaventura es la pastoral afro que se coordinará desde la mencionada parroquia.

viernes, 1 de diciembre de 2017

EXHORTACIÓN DEL BEATO JOSÉ ALLAMANO ACERCA DEL TIEMPO DE ADVIENTO.

Normalmente el tiempo de adviento es el comienzo del año litúrgico. Es el periodo de la preparación para la venida de Jesucristo. Es una oportunidad para que los cristianos se preparen en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Salvador del mundo a sus vidas. El adviento es de valor inestimable porque  por medio de ello, la iglesia, sacramento universal de la salvación, invita a todo el pueblo de Dios a recordar el pasado, a impulsar a vivir el presente y a preparar el futuro.

Cuando los cristianos recuerdan el pasado a través del adviento, están celebrando y contemplando el nacimiento de Jesucristo en Belén. Se trata de recordar la primera venida del Señor en la carne con inmensa humildad y pobreza. Vivir el presente por medio de adviento es vivir nuestra vida diaria la presencia de Jesucristo entre nosotros y en el mundo. Y cuando se habla de que en el adviento  se prepara el futuro, significa prepararnos para la segunda venida de Jesucristo siempre en la majestad de su gloria.

La trascendencia del tiempo de adviento hizo que el beato Jose Allamano diera unas orientaciones a sus misioneros y misioneras y a todos los seguidores de Jesucristo acerca de este fundamento de nuestra fe:

El fundador de los misioneros de la Consolata nos recuerda que el adviento es tiempo de reflexionar sobre las tres venidas de Jesucristo. “La venida al mundo con la Encarnación; la venida escatológica para el juicio universal; la venida espiritual en cada persona” (Así los quiero, pg 100). Dicho de otro modo, la primera venida tiene que ver con  la que tuvo lugar hace más de 2000 años cuando Cristo nació de la virgen María por obra del Espíritu Santo y se encarnó entre la humanidad (cfr. Jn 1, 14). Aquí la Iglesia mira al pasado, es decir,  a las esperanzas de Israel, a las promesas de los profetas y a su cumplimiento en Cristo: el Hijo de Dios se hizo hombre para que los hijos de los hombres pudiéramos llegar a ser hijos de Dios. Porque Jesús vino y se ha quedado entre nosotros, en nuestros días no es necesario subir al cielo o bajar al abismo para encontrar a Dios (cfr. Rom 10,6-7). La segunda venida de la que nos habla el beato Jose Allamano tiene que ver con la que se realizará al final de los tiempos. Se trata de la manifestación gloriosa de Cristo cuando la humanidad redimida entrará en el Paraíso verdadero y vivirá la vida de Dios para siempre. En la tercera venida Jesús se hace presente entre nosotros para traernos la salvación. Para ello, en las escrituras Jesús es referido como “el que es, el que era y el que viene” (Ap 1,8) y al mismo tiempo “es el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb 13,8).

Además, el beato José Allamano nos hace entender que el adviento es momento precioso para nuestra renovación. La palabra renovación tiene que ver con volver algo en su estado original, o la reanudación de una cosa que se había interrumpido. En nuestro camino del seguimiento de Jesucristo, a veces nos dejamos llevar por el peso del pecado. Por ser adviento un tiempo de gracia, la Iglesia hace la invitación a todos los cristianos a renovar su fe en la realidad del gran amor de Dios y a comprometerse a llevar su amor al mundo de hoy. Se trata de preparar y animar nuestro corazón para que el Señor lo llene de sus gracias. Por eso, “Jesús no viene si no es deseado. Jesús vendrá a nosotros con mayores gracias en la proporción a nuestra preparación y a nuestros deseos” (Así los quiero, pg 100). En este tiempo precioso, toda nuestra preparación tiene un solo fin de que el Señor habite entre nosotros, que nuestra vida sea morada digna del nacimiento de Jesucristo. Que con nuestro testimonio podamos hacer brillar la luz del Dios que está con nosotros (Emmanuel) al mundo cada vez más agobiado por el pecado representado en múltiples expresiones.


En resumen, lo que nos dice el beato José Allamano es que, el nacimiento de Jesús en nuestra vida requiere una preparación. Se trata de la preparación de nuestro ser y de las estructuras de nuestro diario vivir. Para ello, no puede haber una verdadera navidad en nuestra vida sin un adviento bien vivido al máximo.