Normalmente el tiempo de adviento es el comienzo del
año litúrgico. Es el periodo de la preparación para la venida de Jesucristo. Es
una oportunidad para que los cristianos se preparen en la esperanza y en el
arrepentimiento para la llegada del Salvador del mundo a sus vidas. El adviento
es de valor inestimable porque por medio
de ello, la iglesia, sacramento universal de la salvación, invita a todo el
pueblo de Dios a recordar el pasado, a impulsar a vivir el presente y a
preparar el futuro.
Cuando los cristianos recuerdan el pasado a través del
adviento, están celebrando y contemplando el nacimiento de Jesucristo en Belén.
Se trata de recordar la primera venida del Señor en la carne con inmensa
humildad y pobreza. Vivir el presente por medio de adviento es vivir nuestra
vida diaria la presencia de Jesucristo entre nosotros y en el mundo. Y cuando
se habla de que en el adviento se
prepara el futuro, significa prepararnos para la segunda venida de Jesucristo
siempre en la majestad de su gloria.
La trascendencia del tiempo de adviento hizo que el
beato Jose Allamano diera unas orientaciones a sus misioneros y misioneras y a
todos los seguidores de Jesucristo acerca de este fundamento de nuestra fe:
El fundador de los misioneros de la Consolata nos
recuerda que el adviento es tiempo de reflexionar sobre las tres venidas de
Jesucristo. “La venida al mundo con la Encarnación; la venida escatológica para
el juicio universal; la venida espiritual en cada persona” (Así los quiero, pg 100). Dicho de otro
modo, la primera venida tiene que ver con la que tuvo lugar hace más de 2000 años cuando Cristo
nació de la virgen María por obra del Espíritu Santo y se encarnó entre la
humanidad (cfr. Jn 1, 14). Aquí la Iglesia mira al pasado, es decir, a las esperanzas de Israel, a las promesas de
los profetas y a su cumplimiento en Cristo: el Hijo de Dios se hizo hombre para
que los hijos de los hombres pudiéramos llegar a ser hijos de Dios. Porque Jesús
vino y se ha quedado entre nosotros, en nuestros días no es necesario subir al
cielo o bajar al abismo para encontrar a Dios (cfr. Rom 10,6-7). La
segunda venida de la que nos habla el beato Jose Allamano tiene que ver con la
que se realizará al final de los tiempos. Se trata de la manifestación gloriosa
de Cristo cuando la humanidad redimida entrará en el Paraíso verdadero y vivirá
la vida de Dios para siempre. En la tercera venida Jesús se hace presente entre
nosotros para traernos la salvación. Para ello, en las escrituras Jesús es
referido como “el que es, el que era y el que viene” (Ap 1,8) y al mismo tiempo
“es el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb 13,8).
Además, el beato José
Allamano nos hace entender que el adviento es momento precioso para nuestra renovación.
La palabra renovación tiene que ver con volver algo en su estado original, o la
reanudación de una cosa que se había interrumpido. En nuestro camino del seguimiento
de Jesucristo, a veces nos dejamos llevar por el peso del pecado. Por ser adviento
un tiempo de gracia, la Iglesia hace la invitación a todos los cristianos a
renovar su fe en la realidad del gran amor de Dios y a comprometerse a llevar
su amor al mundo de hoy. Se trata de preparar y animar nuestro corazón para que
el Señor lo llene de sus gracias. Por eso, “Jesús no viene si no es deseado. Jesús
vendrá a nosotros con mayores gracias en la proporción a nuestra preparación y
a nuestros deseos” (Así los quiero, pg
100). En este tiempo precioso, toda nuestra preparación tiene un solo fin
de que el Señor habite entre nosotros, que nuestra vida sea morada digna del
nacimiento de Jesucristo. Que con nuestro testimonio podamos hacer brillar la
luz del Dios que está con nosotros (Emmanuel) al mundo cada vez más agobiado
por el pecado representado en múltiples expresiones.
En resumen, lo que nos
dice el beato José Allamano es que, el nacimiento de Jesús en nuestra vida
requiere una preparación. Se trata de la preparación de nuestro ser y de las
estructuras de nuestro diario vivir. Para ello, no puede haber una verdadera
navidad en nuestra vida sin un adviento bien vivido al máximo.
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