Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


sábado, 15 de febrero de 2020

GRACIAS BEATO JOSÉ ALLAMANO


El 16 de febrero de cada año, los misioneros y las misioneras de la Consolata celebran la fiesta de su fundador, el beato José Allamano. Es importante notar que, es el día en que se conmemora su pascua que aconteció el 16 de febrero de 1926. Más que conmemorar su muerte, se agradece a Dios por el regalo del beato José Allamano a la humanidad y a la iglesia universal. Más aún, para los misioneros y las misioneras de la Consolata, el 16 de febrero es un día para agradecerle al beato José Allamano por lo que significa su persona para los dos Institutos misioneros. Somos misioneros y misioneras de la Consolata dispersos por el mundo gracias a Dios que utilizó a José Allamano como instrumento idóneo para fundar a nuestras familias misioneras. Estas son las razones por las cuales le decimos gracias al padre José Allamano:

Gracias José Allamano por su amor a Dios: La trayectoria de vida del beato Jose Allamano está caracterizada por su amor y confianza total en Dios. Desde su proyecto personal y proyecto misionero, se ve claramente la confianza total en la misericordia y providencia de Dios. En momentos de incertidumbre, siempre Dios está puesto al frente. En momentos de alegría como la celebración del éxito en la misión, siempre el fundador pone adelante la gloria y honor del Señor. Siempre decía claramente que no se preocupaba como sus Institutos misioneros se sostenían porque la confianza la tenían puesta en la providencia de Dios. Esa misma mentalidad de amor a Dios, el beato Jose Allamano la transmitió a sus hijos e hijas: los misioneros y las misioneras de la Consolata. Gracias padre José Allamano por transmitirnos el amor a Dios y la confianza en su providencia.

Gracias José Allamano por fundar a nuestra familia misionera: La fundación de la familia Consolata es la expresión más grande de la espiritualidad misionera del beato José Allamano. La familia Consolata tiene unas características peculiares que le diferencian de otras congregaciones: el espíritu de familia, la consagración de por vida a la misión, la espiritualidad mariana y el amor a la santa eucaristía. Esas características siempre definen a los misioneros y las misioneras de la Consolata. Fue el beato José Allamano quien las transmitió a nuestra familia misionera. Por esa razón, le decimo, gracias José Allamano por la fundación de nuestra familia misionera por medio de la cual hemos aportado a la evangelización del mundo y a la promoción humana en varios lugares del orbe.

Gracias José Allamano por el carisma misionero que les dio a misioneros y misioneras de la Consolata: Los misioneros de la Consolata estamos caracterizados por la misión Ad gentes. La misión es la identidad nuestra. Es la tarjeta de nuestra identidad en la Iglesia. La misión Ad gentes es lo que constituye nuestro ser y quehacer en el mundo. El beato José Allamano lo dice claramente que el carisma Ad Gentes es lo que nos hace muy parecido a Jesucristo, el misionero del Padre por excelencia. Por la misión Ad gentes, los misioneros y las misioneras de la Consolata están y han estado en lugares donde nunca se habían predicado el evangelio. Gracias al carisma Ad gentes, los misioneros implantaron la fe en Jesucristo en muchos lugares donde no había y después dieron el nacimiento de las iglesias locales. Gracias a la misión Ad gentes, varios misioneros y misioneras de la Consolata han defendido las minorías étnicas y siguen concientizando la defensa de su vida. Gracias a la misión Ad gentes, los misioneros de la Consolata siguen pregonando la defensa del medio ambiente. Todo eso es posible, gracias al carisma misionero que el fundador nos transmitió. Por eso gracias padre José Allamano por su visión misionera y por el carisma Ad gentes que nos encomendó para definir nuestro ser y quehacer en la iglesia universal.

Gracias José Allamano por su santidad: El beato José Allamano vivió una vida de santidad. Vale recordar que la santidad es la vivencia de las virtudes de fe, esperanza y amor. La santidad es la apropiación de la vida del evangelio en uno mismo. Es vivir los mandamientos que Cristo nos enseño: Amor a Dios y amar al prójimo como uno mismo. Ninguno tiene duda de que el beato Jose Allamano amó a Dios con todo el corazon, alma y mente, y amó al prójimo como a uno mismo. Su preocupación por la evangelización de Africa (su sueño de enviar a los misioneros a Etiopia, aunque se materializó en Kenia) muestra su amor al prójimo. Su preocupación por los misioneros en formación y en las misiones es una muestra de su amor al prójimo. Su cercanía y preocupación por la persona es una manifestación de la caridad de Jesucristo. Por la santidad que vivió, es el motivo por el cual insistía a los misioneros el refrán más conocido de él: “primero santos y después misioneros”. Con eso les decía que la santificación de uno mismo es la primera tarea del consagrado, pues la santidad de vida es el camino al que todos los seguidores de Cristo estamos llamados a seguir. Por la santidad que vivió en la tierra, la iglesia universal lo reconoce como beato, es decir, su intercesión es invocada por toda la iglesia universal. Por ese motivo no dejamos de agradecerle al padre José Allamano por recordarnos que la primera tarea de cada misionero es trabajar por su santificación y después la santificación de aquellos que el Señor le ha confiado.

Gracias José Allamano por su visión de interculturalidad e inculturación: La visión misionera del beato José Allamano es muy caracterizado por la interculturalidad e inculturación. Aunque el Instituto nació en Turin, no se quedó allá, sino trascendió las fronteras de la arquidiócesis de Turin, de Italia y de Europa. El Instituto desde su inició abrazó la cultura del encuentro con otros pueblos y otras culturas. El Instituto ha abrazado las diferentes culturas del continente africano, las del continente europeo, las del continente asiático y las del continente americano. Además, por esa visión de la cultura del encuentro con otros diferentes, muchos misioneros han luchado por la inculturación del evangelio con el motivo de propiciar el dialogo entre la fe eclesial y la cultura de los pueblos que evangelizan. La visión de interculturalidad e inculturación de José Allamano se ve en el carácter internacional de nuestros Institutos misioneros. Somos misioneros y misioneras de la Consolata procediendo de varios continentes, países y culturas. La homogeneidad de nuestros Institutos es una riqueza y la aplicamos en la vivencia del carisma y la misión. Por eso le decimos al padre fundador: Gracias inmensamente por abrirnos desde el inicio de nuestros Institutos misioneros la mentalidad de interculturalidad, inculturalidad e internacionalidad.

Gracias Jose Allamano por darnos la Consolata: No podemos agradecer al beato José Allamano sin mencionar a la Consolata, madre de misioneros y misioneras de la Consolata. El beato José Allamano la consideró la verdadera fundadora de los dos Institutos. A diferencia de otras congregaciones, nosotros no llevamos el nombre del beato José Allamano, sino somos misioneros de la Consolata porque ella le consideró la verdadera fundadora. Confió totalmente en la intercesión de la virgen Consolata, de tal manera que, en incontables ocasiones lo decía que nunca se preocupaba por los gastos en las misiones porque Ella hacia el trabajo desde lo ordinario hasta lo extraordinario. A su intercesión le confiaba totalmente el camino de los dos Institutos. A los misioneros y a las misioneras les inculcó la importancia de sentirse orgullos de ser misioneros de la Consolata y de tenerla como protectora de los dos institutos. Les infundió siempre el amor a la virgen. Les inculcó la importancia de preparar la novena y la fiesta merecida para la Consolata. Por el regalo de la Consolata, le decimos a él: Gracias padre fundador por darnos a la Consolata como nuestra madre y protectora.

Conclusión
Al celebrar la fiesta del fundador el 16 de febrero, no dejamos de dar gracias a Dios por el regalo del beato José Allamano al mundo y a la Iglesia universal. Sirvió a la iglesia con amor, entrega y dedicación. Inspiró a muchos a amar a Dios y al prójimo. Trabajó inmensamente para la propagación del evangelio a los lugares donde ninguno se había atrevido ir. Despertó la vocación misionera en su iglesia local y en los lugares donde los misioneros y las misioneras de la Consolata están y han estado. Asi que, gracias padre José Allamano por todo. Desde el cielo pedimos su intercesión por la iglesia, por la misión y por la familia Consolata en todo el mundo.