Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


jueves, 31 de diciembre de 2020

EL AÑO NUEVO SEGÚN EL BEATO JOSÉ ALLAMANO

 

Una de las cosas que causa alegría en la mayoría de los pueblos del orbe, es la celebración del fin del año y la entrada al año nuevo. Es por eso que en varias culturas y religiones del mundo, se hace la fiesta del fin del año para luego dar la bienvenida al año nuevo. En algunas culturas, se celebra el fin del año con la quema de pólvora, basura, llantas viejas y muñecos, entre otros; todo ello como una manera de despedir el año viejo. Al mismo tiempo, varias personas hacen reflexiones en torno a lo que fue el año pasado y a lo que tal vez traería el año nuevo. Una de las personas que reflexionó mucho acerca del año nuevo es el beato José Allamano, fundador de los misioneros y las misioneras de la Consolata. Para él, el año nuevo significa lo siguiente:

Tiempo de empezar todo con energía: No hay mejor expresión para describir el año nuevo, como decir que es tiempo propicio de trabajar por lo proyectado  y soñado con energía y entusiasmo. Precisamente en el año nuevo, hay que arrancar todo con ardor.  Para el beato José Allamano, hay que empezar el año nuevo con energía “cada momento, sin desanimarnos nunca” (Así los quiero, pg 104).  La energía y el ánimo, son dos elementos importantes para la ejecución de lo proyectado en la misión. No se trata de tener energía y animo por unos momentos, debe ser algo constante. La constancia siempre permite conseguir lo soñado y proyectado.

Tiempo para pensar en el presente: El presente que está en nuestras manos es el año nuevo que apenas iniciamos. Dios mediante, todo lo que se proyecta, todo lo que se piensa mejorar y corregir, serán realizados en este año nuevo. Por eso, el beato José Allamano es muy categórico que en el año nuevo “no debemos pensar en el pasado;  el presente está en nuestras manos” (Así los Quiero, p. 105). El año nuevo nos da la oportunidad de evaluar el recorrido realizado en el año pasado, para que se pueda ofrecer los mejores servicios pastorales-misioneros. Pensar en el presente es aterrizarse a la realidad actual de la misión y proyectar su porvenir. 

Oportunidad para utilizar bien la gracia de cada tiempo: Se entiende la gracia como “el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, no. 1996). El Señor en cada año nos regala las gracias necesarias para poder responder a las exigencias de su Reino. Al respecto, José Allamano nos ayuda a entender que el “tiempo pasa y no regresa. Si no estamos atentos en responder a la gracia de cada uno de los momentos que componen un año, no podremos volver atrás para recuperarla; como el tiempo, la gracia que no sabemos recibir en su momento, se pierde para siempre” (Así los quiero, p. 105). Es decir, debemos aprovechar cada momento para hacer el bien en pro de la construcción del Reino del Señor.

Tiempo para reparar nuestras debilidades: “En este nuevo año es necesario que nos comportemos como si fuera el ultimo de nuestra vida” (Así los quiero, p. 105). El año nuevo es una oportunidad dorada para mejorar nuestros comportamientos. Es una oportunidad dorada para mejorar nuestra relación con Dios y con el prójimo. Es una oportunidad preciosa para hacer el examen preventivo con el fin de reparar las debilidades pasadas que tal vez, no nos hicieron brillar bien en nuestro ser de consagrados y nuestra tarea evangelizadora. Es una oportunidad dorada para reflexionar sobre la razón de ser de nuestra misión en la Iglesia. En fin, el año nuevo es una ocasión propicia para hacer bien las cosas en pro de la evangelización de los pueblos y la construcción del Reino del Señor en los lugares que Él nos ha confiado.

Conclusión

Al iniciar el año 2021, el beato José Allamano nos recuerda que “es importante apuntar bien la mira. Tratemos de pasar este nuevo año lo mejor posible; si habrá debilidades, tratemos de repararlas enseguida, que no haya ningún día inútil. ¡Que el nuevo año sea un año con tantas bendiciones para nuestros institutos, para las misiones, para los misioneros y las misioneras” (Así los quiero, p. 106). Que Nuestra Señora La Consolata y el beato José Allamano intercedan por nosotros, para poder navegar exitosamente en este año nuevo que apenas iniciamos.

 

martes, 15 de diciembre de 2020

TERCER ANIVERSARIO DE LA PARROQUIA SAN MARTÍN DE PORRES


En la Iglesia Católica, la parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor propio (canon 515 § 1). El 14 de diciembre de 2017, memoria de san Juan de la Cruz,  es inolvidable para muchos fieles, pues fue erigida canónicamente la parroquia san Martín de Porres por monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de Buenaventura. Desde ese entonces, ya han transcurrido tres años de la existencia de dicha parroquia y del anuncio gozoso de Jesucristo y su mensaje de salvación en los barrios que la conforman. La parroquia de san Martín de Porres está conformada por 5 barrios: Doña Ceci, Urbanización san Buenaventura, Gamboa, Ciudadela Nueva Buenaventura, La Carmelita y Margarita Hurtado. Así que el 14 de diciembre de cada año, se celebra el aniversario de la fundación de la parroquia san Martín de Porres.

La presencia de los misioneros de la Consolata en la parroquia.

La parroquia de san Martín de Porres empezó con los misioneros de la Consolata. Cuando éstos llegaron a la Diócesis de Buenaventura a mediados de octubre de 2016, san Martín de Porres era una capilla. Desde esa capilla, los misioneros de la Consolata empezaron a realizar la misión Ad Gentes y la pastoral afrocolombiana en la Diócesis de Buenaventura. Asimismo, el padre Lawrence Ssimbwa IMC y el entonces diacono Leovilgildo Carlos Ussene IMC-ahora sacerdote-prepararon el proceso de la parroquializacion de la capilla que se dio el 14 de diciembre de 2017.

Esa misma fecha de la inauguración, los misioneros de la Consolata asumieron oficialmente la parroquia de san Martín de Porres al ser posesionado como primer párroco el padre Lawrence Ssimbwa IMC. Estuvieron presentes en la ceremonia varios misioneros de la Consolata bajo la cabeza del superior Regional en Colombia-Ecuador, el padre Armando Olaya. Desde ese entonces la parroquia ha venido creciendo en la evangelización y la promoción humana.

El crecimiento de la parroquia desde su fundación

Desde su fundación hace tres (3) años, la parroquia san Martín de Porres ha registrado mucho crecimiento. En ella se nota el crecimiento numérico en la participación de la santa Eucaristía, se registra el crecimiento en los sacramentos de Bautismo, Primera Comunión, Confirmación y Matrimonio. Sin embargo, es importante resaltar los siguientes aspectos en cuanto al crecimiento de la parroquia san Martín de Porres:

 La evangelización

La parroquia de san Martín de Porres ha crecido enormemente en el anuncio del Evangelio. En todos los barrios que la conforman, se ha logrado extender los programas de evangelización. A través del Sistema Integral de la Nueva Evangelización (SINE), que es la columna vertebral de evangelización  de la Diócesis de Buenaventura, se ha logrado crear los semilleros a través de los cuales se forman las pequeñas comunidades o comunidades de base en distintos barrios. Asimismo, fruto de la evangelización, se formó la Legión de Maria, la cual es el primer grupo apostólico en la parroquia. Tiene como fin la promoción de la espiritualidad mariana en los fieles. Fruto de la evangelización en la parroquia, cada fin del mes se realizan los bautismos, Primeras comuniones, Confirmaciones y Matrimonio. Para poder anunciar constantemente el evangelio, cada lunes se celebra en sectores de cada barrio. Eso ha creado mucha sensibilidad sobre la importancia de la santa eucaristía en los fieles. La celebración en los sectores aumentó la participación en la eucaristía dominical y en la adoración al Santísimo los días jueves.

La inculturación del evangelio ha sido muy fundamental en el proceso de evangelización de la parroquia, pues la mayoría de la población es afrocolombiana. Eso ha permitido el dialogo constante entre la fe y la cultura. La fe y la cultura es un binomio siempre inseparable. La una obviamente necesita la otra. 

Los frutos de la evangelización en la parroquia se manifiestan en el crecimiento de las pequeñas comunidades. Ahora la parroquia cuenta con 9 pequeñas comunidades. Asimismo, la parroquia cuenta con los semilleros desde donde se anuncia el Kerigma tanto en la sede parroquial como en distintos barrios.  La evangelización ha hecho también que creciera bastante el grupo juvenil. A través de la pastoral juvenil, varios jóvenes han sido formados humana y espiritualmente. Han sido formados también en liderazgo juvenil y otras formaciones que le ayudan en su crecimiento integral.

El proceso evangelizador de la parroquia se evidencia en la presencia de los ministerios para el servicio a la iglesia. En la parroquia san Martín de Porres hay estos ministerios: evangelización, liturgia, catequesis, comunidades, salud, inculturación o pastoral afro. Asimismo, la parroquia cuenta con la Legión de María para resaltar la espiritualidad mariana en los fieles.

La promoción humana:

La parroquia no solo ha promovido la evangelización en los barrios que la conforman, sino también ha protagonizado varios proyectos de promoción humana. La parroquia formó a varias mujeres en programas de pedicure y manicure. Fruto de eso, algunas de ellas se sostienen económicamente y sostienen a sus familias. De la misma manera, formó a muchos jóvenes en la peluquería con el fin de sostenerse económicamente. Por la pandemia de coronavirus, muchos  fieles fueron afectados enormemente.  Para ello, con la ayuda de personas de buena voluntad la parroquia pudo organizar un comedor que abastece alimentos cada 15 días a las personas  más necesitadas.

Conclusión:

El Señor ha mostrado su bondad y misericordia a su pueblo en estos tres años de la existencia de la parroquia san Martín de Porres. Muchos han crecido humana y espiritualmente gracias al proceso evangelizador que se realiza en la parroquia. Con la ayuda de Dios, la parroquia se apostará siempre por la evangelización y promoción humana de sus fieles.

lunes, 7 de diciembre de 2020

LA ESPIRITUALIDAD DE ADVIENTO

Después de la Solemnidad de Cristo Rey del universo que cierra siempre el año litúrgico y marca el inicio del nuevo, la Iglesia empieza a preparar a los fieles para entrar en el tiempo de Adviento. El Adviento es un tiempo de espera para la venida del Mesías en la vida de los creyentes. Evoca el tiempo antiguo de espera de la venida del Salvador que duró alrededor de cuatro mil años. Por eso, son cuatro semanas de este tiempo litúrgico a través de las cuales la Iglesia prepara a los fieles para la fiesta de la Natividad de Jesucristo. Ahora bien, es importante hacernos estas preguntas: ¿de que se trata el tiempo de Adviento? ¿Cuál es su espiritualidad? Se puede entender el Adviento y su espiritualidad de la siguiente manera que se describe a continuación:  

Tiempo de preparación: El Adviento es tiempo por medio del cual la Iglesia prepara a los fieles para la celebración de la fiesta de Navidad. La Iglesia prepara a los creyentes a través de 4 semanas que anteceden a la Navidad con el fin de recibir a Cristo y celebrar con Él su presencia entre nosotros. En la primera semana de adviento, predomina siempre el mensaje de vigilancia para que los fieles no se descuiden espiritualmente. La segunda semana se resalta el mensaje de conversión, pues los fieles están llamados a una conversión en todos los aspectos de su vida. En la tercera semana prevalece el testimonio de la santísima virgen Maria, la mujer escogida por Dios para ser la madre del Salvador. En la cuarta semana predomina el anuncio del nacimiento del Mesías hecho a la santísima Virgen Maria y a san José. Todo ello, ayuda a los fieles a prepararse adecuadamente para que el nacimiento de Cristo se haga realidad en su propia vida, en las familias y en todas las estructuras de la vida humana. 

Tiempo de conversión: El Adviento es tiempo de conversión. La conversión tiene que ver con la transformación interior de cada persona. No hay una conversión verdadera si no se da en lo interior de la persona. La celebración de la Navidad no puede quedarse en simplemente una celebración meramente exterior, no puede reducirse solo a las celebraciones meramente mundanas, tampoco puede reducirse a un asunto comercial y turístico; debe celebrarse desde la acogida personal de Cristo quien nace para transformar plenamente al ser humano. Por lo tanto, la conversión es fruto de la necesidad de estar cerca a Dios y esa es la razón principal de dejar todo aquello que obstaculiza la conversión de la persona que se da por medio del encuentro con Jesucristo.  Por ello, el Adviento es tiempo para la conversión de la persona que es el enfoque principal del proyecto de la salvación de Dios.

Tiempo para la evangelización: La evangelización es la tarea maestra de la Iglesia, pues ella existe para evangelizar. Para ello, el Adviento es el tiempo propicio para la proclamación del evangelio. La evangelización es el anuncio de Jesucristo y su mensaje. No hay tiempo mejor para proclamar a Jesucristo, el Salvador del mundo, como en este tiempo de Adviento. En Adviento se enfatiza las dos venidas de Jesucristo, esto es, la venida histórica de Jesucristo y su venida escatológica. Asimismo, se da a conocer la Promesa de Dios que los profetas venían anunciando cuyo cumplimiento se dio por medio de Jesucristo nacido de la virgen Maria. Se evangeliza tambien a través de la novena de Navidad que tiene mucha acogida entre los niños y adultos, los conciertos de cantos navideños, entre otros. En fin, el adviento es un  momento importante para la evangelización.

LA VIVENCIA DE ADVIENTO

En lo cultural: El tiempo de Adviento está muy ligado a la celebración de la Navidad y por eso, se vive también de forma cultural, pues es un tiempo diferente de otros tiempos del año. En muchos pueblos del mundo, se experimentan cambios drásticos en la forma de vivir cuando llega el tiempo de Adviento. Durante este tiempo litúrgico muchos pueblos están coloridos de alumbrados, se arman pesebres en las casas y los lugares públicos, los canales de televisiones están llenos de avisos alusivos a la Navidad, fluye bastante el comercio, entre otros. En este tiempo de Adviento, muchas personas buscan la reconciliación consigo mismas, con Dios y con sus semejantes, las familias forjan la unidad entre sí y se reconcilian las que estaban divididas; pues todo tiene la inspiración desde Cristo quien con su Encarnación hizo todo nuevo y diferente.

En lo litúrgico: con el Adviento se inicia el año nuevo litúrgico. Se manifiesta este tiempo litúrgico con el color morado. El color litúrgico morado utilizado durante el Adviento y la Cuaresma simboliza la penitencia, la vigilia, la preparación y el sacrificio. Se coloca cerca el altar la corona de Adviento con cuatro velas: tres moradas y una rosada. Las moradas simbolizan la vigilancia y la preparación que los cristianos deben tener para la llegada del Mesías, y la rosada que se enciende en la cuarta semana de adviento, simboliza el gozo de los cristianos al acercarse a la fiesta del nacimiento de Jesucristo, único Salvador del mundo.  Asimismo, en el Adviento no se canta el himno de Gloria, pues es entonado durante la noche Buena para dar gloria a Dios por el Nacimiento del Salvador. En la celebración de la Eucaristía, se utilizan cantos que dan mensajes alusivos a la llegada de Mesías tal como lo anunciaron los profetas. Así que, la liturgia es el espacio privilegiado para la vivencia de Adviento y ésta ayuda a que el cristiano católico pueda preparase adecuadamente para la celebración de la Natividad de Jesucristo.

En lo espiritual: el tiempo de Adviento se vive espiritualmente. La mayor preparación que se vive en Adviento se da en la parte espiritual de los fieles. En este tiempo litúrgico, la Iglesia anima el crecimiento espiritual de los fieles. Para ello,  el adviento es tiempo para la revisión de la vida de cada persona para que sea morada digna de Cristo que nace para estar con nosotros. El Adviento es tiempo para la transformación interior de cada persona. Para ello, la iglesia exhorta a los fieles acudir con frecuencia al Sacramento de Penitencia con el fin de prepararse mejor espiritualmente para el nacimiento de Cristo en su vida.  Se vive lo espiritual en Adviento a través de los retiros espirituales para todas las generaciones: niños, adolescentes, jóvenes, familias, parejas, entre otros. Se puede colegir que, no se puede vivir mejor el tiempo de Adviento y la Navidad sin la preparación espiritual de los fieles, pues la iglesia hace todo lo posible para que ellos sean preparados espiritualmente.

Conclusión

El tiempo de Adviento es muy valioso para el cristiano. Permite que haya conciencia de espera, vigilancia y preparación de parte de los fieles para la llegada del Salvador del mundo. Este tiempo nos ayuda a conocer la historia de nuestra salvación a través de los profetas que anunciaron la llegada del Mesías. Así que, si el cristiano no se prepara espiritualmente durante el Adviento, puede ser que tampoco la celebración de la Natividad de Cristo le tenga mucho sentido.

 

 

 

 

 

 

miércoles, 14 de octubre de 2020

LA IMPORTANCIA DE OCTUBRE MISIONERO


La misión siempre es la tarea y la vida de la Iglesia. En todos los meses, la iglesia  lleva a cabo su tarea evangelizadora, pero octubre tiene una trascendencia especial por ser el mes de las misiones. Es un mes por medio del cual se enfatiza mucho el compromiso misionero de cada bautizado, y la animación misionera tanto en la iglesia universal como en las iglesias particulares. El ser misionero le atañe a cada bautizado porque Jesucristo envió a todos sus discípulos a predicar el evangelio a cada rincón del mundo (Mt 28, 16-20). En fin, el octubre misionero es para despertar la conciencia misionera de los fieles, pues por la virtud del bautismo todos somos discípulos misioneros de Jesucristo.

¿QUE ES OCTUBRE MISIONERO?  El mes de octubre no es diferente de otros meses pero es especial en la Iglesia Católica porque es el mes de las misiones y del santo Rosario. Es importante notar que la única tarea de la Iglesia es anunciar el evangelio, sobre todo, a los que no conocen a Jesucristo, a los que han dado la espalda a la Iglesia y a los bautizados indiferentes a la fe. Para ello, este mes misionero es muy importante por las siguientes razones:

El octubre misionero nos ayuda a entender que la MISIÓN ES LA TAREA PRIMORDIAL DE LA IGLESIA, PUES ELLA EXISTE PARA EVANGELIZAR. Pues “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa” (Evangelii Nuntiandi, no. 14). Esa es la tarea de siempre de la Iglesia para que Jesucristo sea reconocido, amado y considerado el punto de referencia para el hombre de cada época. Por eso, en el mes de octubre se intensifica siempre la evangelización en todos los ambientes del diario vivir de la humanidad.

El octubre misionero nos ayuda a DESCUBRIR QUE TODOS SOMOS MISIONEROS. La tarea de anunciar a Jesucristo no es exclusivamente para el papa, los obispos, los sacerdotes y religiosos, es decir, la jerarquía de la Iglesia, sino que, es una actividad que les incumbe a todos los bautizados. Por el Sacramento del bautismo, cada bautizado se convierte en discípulo misionero de Jesucristo (Mt 28, 19).  Cada bautizado aporta con su carisma, inteligencia, dones y capacidades al anuncio de Jesucristo, único Salvador del mundo. El aporte evangelizador del bautizado es fruto del encuentro amoroso con Jesucristo. Ese encuentro gozoso del creyente con Jesucristo le motiva anunciarlo a los demás. El ejemplo de ese encuentro es la Samaritana quien después del dialogo con Jesucristo se convirtió en misionera y muchos samaritanos creyeron en Jesús por el testimonio de su palabra (Juan 4, 39). San Pablo es otro ejemplo de quien después del encuentro personal con Jesucristo inmediatamente empezó a anunciarlo (Hch 9, 20). Por lo tanto, el bautismo nos hace discípulos misioneros de Jesucristo y nos compromete a salir de nosotros mismos y de nuestras zonas de confort para anunciar a los demás a Aquel que nos amó primero (1Jn 4, 19).


En octubre misionero aprendemos a dar el SÍ A LA MISIÓN A EJEMPLO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. Maria la mujer de sí nos enseña a comprometernos a la misión tal como ella lo hizo durante la anunciación. Ella aceptó con gozo el proyecto de ser la madre del Hijo de Dios. Ella aceptó con libertad la misión de traer al mundo la Consolación de Dios, Jesucristo, nuestro Salvador. Por el Sí de Maria, Jesucristo se encarnó al mundo. La misión siempre es un sí a Dios y a su proyecto de que sea conocido, amado y santificado, sobre todo, por aquellos que por diferentes motivos no lo conocen, o han perdido la fe en Él. Vale notar que, el Sí a la misión siempre es fruto del amor a Dios. Quien ama a Dios y ha tenido un encuentro personal con Jesucristo, se motiva a misionar y motiva a otros a comprometerse a la obra evangelizadora de la Iglesia. El sí a la misión motiva a compartir la fe, pues ella crece dándola a los demás.


El mes de octubre es para CRECER EN LA SALIDA MISIONERA. No se puede hablar del mes dedicado a la misión sin tener en cuenta la salida misionera. La salida misionera es lo característico de la misión. La misión es un movimiento de un lugar al otro. Un evangelizador no se queda quieto, siempre está en movimiento. La misión tambien está relacionada con la salida de nuestras zonas de confort y nos compromete a pisar la tierra del desconocido, del abandonado, del inmigrante, de los grupos étnicos, etc. Asimismo, la misión en salida implica tambien salir de nuestros imaginarios mentales, miedos, mentalidades viejas que no nos dejan avanzar para encontrarnos con los destinatarios de la evangelización.

En octubre misionero se fomenta la SOLIDARIDAD MISIONERA para apoyar la obra evangelizadora de la Iglesia. La solidaridad es fruto de la fe y expresión de amor al Señor y a su Iglesia. La obra evangelizadora de la Iglesia ha crecido gracias a la solidaridad de muchos fieles. Los misioneros que se encuentran en lugares remotos y desafiantes, y en misiones nuevas siempre han tenido el apoyo de la solidaridad y generosidad de muchos fieles. La solidaridad no tiene excepción y no excluye a nadie. Cada aporte es importante para el anuncio del Señor. Por eso,  cada persona puede apoyar la misión de acuerdo a su posibilidad, pues no hay nadie tan pobre que no tenga nada que dar, ni hay nadie tan rico que no tenga algo que recibir. Con la solidaridad de todos los fieles, se apoya la misión Ad intra y Ad extra de la Iglesia.

No se puede vivir el octubre misionero sin caminar junto con MARÍA PARA ANUNCIAR A SU HIJO JESUCRISTO A LAS GENTES. Maria es misionera por excelencia. Ella es la primera misionera de la Iglesia, es la  Reina de las misiones, es modelo de la actitud misionera en la Iglesia, es estrella de la nueva evangelización y discípula misionera de Jesucristo.  Es importante notar que, la evangelización significa llevar la Buena Noticia a todos los ambientes de la humanidad y transformar desde dentro la misma humanidad. La finalidad de la evangelización es ese cambio interior. Para evangelizar hay que primero ser testigo de la vida de Jesucristo. No se puede evangelizar sin ser discípulo fiel de Jesucristo. Toda  evangelización está precedida por la intercesión materna de la santísima Virgen Maria. No hay quien como Ella que nos puede revelar a Jesucristo, no hay quien como Ella que puede presentar a Jesucristo al mundo, pues fue primero en sus manos que el mundo conoció a Jesucristo (el caso de los pastores y reyes magos). Por eso, ella siempre acompaña a los misioneros en la tarea de anunciar el evangelio de Jesucristo a la humanidad. Ella es camino seguro que lleva al cristiano al encuentro gozoso con Jesucristo, Ella es modelo de fe, pues no hay ninguno que haya creído en Dios como lo hizo la madre del Señor.  

CONCLUSIÓN

La Iglesia siempre utiliza el mes de octubre para la animación misionera de los fieles en todo el mundo. Aunque el anuncio del evangelio es responsabilidad de cada bautizado, la mayoría no está consciente de esa responsabilidad inherente de su vocación. Por eso hay que concientizar a cada bautizado para que se dé cuenta de su responsabilidad misionera. Eso es lo principal de octubre misionero.

 

 

sábado, 19 de septiembre de 2020

FE Y CULTURA, UN BINOMIO INSEPARABLE


El papa Juan Pablo II solía decir que “una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no enteramente pensada y fielmente vivida” (Discurso fundacional del Consejo pontificio para la cultura, 1982). La fe y la cultura son realidades inseparables. No se puede separar la una de la otra, y tampoco se puede hablar de la fe sin referirse a la cultura. La relación de ambas está muy viva en el fondo de lo humano. Para entender esa relación, vale la pena aclarar separadamente el significado de esos términos para que, luego se pueda esclarecer la inseparabilidad de ese binomio.

La cultura

Se suele escuchar a algunas personas utilizando frases como “en mi cultura hacemos así”, “ésta es mi cultura”, etc. Esas expresiones hacen entender que no existen personas ni pueblos sin cultura y que la cultura es lo distintivo de cada ser humano y de cada pueblo. Dicho de otro modo, la cultura es la identidad de cada persona y de cada pueblo. Sin ella, ninguno puede identificarse plenamente. La cultura como tal se puede entender de las siguientes maneras:

-      Es el conjunto de significados que dan sentido a la forma de entender toda la realidad en la que se inserta.

-      Es el conjunto de sentidos y significaciones que informan la vida de un pueblo.

-      Es el sistema de creencias, valores, costumbres, conductas y artefactos compartidos, que los miembros de una sociedad usan en interacción entre ellos mismos y con su mundo. Estos componentes se transmiten de una generación a otra través del aprendizaje.

-      En sentido general, la cultura es “todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo, expresa, comunica y conserva en sus obras, las grandes experiencias y aspiraciones espirituales para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano" (Gaudium Et Spes, numero 53).

Eso nos hace entender que no se puede ocultar la cultura ya que ella es expresada a través del diario vivir de los pueblos. Ella sale a flote en las costumbres diarias de la gente, en su cosmovisión e idiosincrasia. Así que, cuando un pueblo pierde su cultura, pierde tambien su identidad.

LA FE

En la celebración eucarística (en el caso de los católicos), se entona con frecuencia el canto que dice “yo tengo fe que todo cambiará”. Tambien decimos o escuchamos a otros diciendo “ese señor o esa señora tiene mucha fe”. Inclusive cada domingo y en otras fiestas solemnes de la iglesia profesamos nuestra fe y luego afirmamos: “ésta es nuestra fe, ésta es la fe de la iglesia”. La Sagrada Escritura tambien recalca la importancia de la fe, sobre todo, la carta a los Hebreos al decir que “el justo por su fe vivirá” (Heb 2:4). Jesucristo afirma lo mismo: "si tuvieran fe como un grano de mostaza moverían montañas (Mat17:20). Pero ¿qué se entiende por la fe? La podemos definir de la siguiente forma:

-      Según el Catecismo de la iglesia católica, la fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus palabras (Catecismo, no. 176).

-      La fe, es un don sobrenatural por el que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado y que la Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Es decir, es la virtud sobrenatural por la que creemos ser verdadero todo lo que Dios ha revelado. Es imposible que sin la fe, se pueda tener un contacto íntimo con Dios.

-      Por la fe el hombre se entrega libremente a Dios y por ella se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. Por eso, la fe es el fundamento de la vida moral (Catecismo, No. 2087).

-      La fe es un requisito fundamental para alcanzar la salvación. Todo el que cree en Cristo se salvará: “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado (Mc. 16,16).

-      La fe no es un simple sentimiento de la presencia de Dios en la vida sino fiarse de Dios, confiar en Él. No tiene como fin primario capacitar al hombre para su tarea en este mundo, sino iniciarle a la vida divina que sólo alcanzará su perfección en la vida eterna.

-      La fe es adhesión de la inteligencia a la palabra de Cristo (Evangelio) y entrega confiada a Él de toda la persona. 

-      La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer, el hombre necesita los auxilios interiores del Espíritu Santo (Catecismo, no. 179).

La relación entre la fe y la cultura

La fe y la cultura constituyen un binomio que no se puede separar. Es importante notar que, quienes creen son, inseparablemente seres culturalesAsí los símbolos, narraciones y doctrinas en los que se expresa lo religioso son expresiones de las culturas.

Es absolutamente imposible que no haya una relación mutua entre la fe y la cultura. Pues la cultura es la pista de aterrizaje de la fe. La fe se expresa mediante la cultura y todos sus elementos culturales, de tal manera que la vivencia de la fe se da gracias a la cultura, pero sin llegar a reducirse a ella.

La fe debe encarnarse, integrarse en todas las culturas porque ella se manifiesta en la vida asumiendo las formas de la cultura. Toda fe se expresa según la cultura del pueblo que la vive. La persona de fe siempre la expresa dentro de los parámetros de su cultura.

La fe promueve la cultura porque ejerce una función crítica respecto de las zonas oscuras de las culturas, porque el anuncio que el creyente lleva al mundo y a las culturas es una forma real de liberación de los desórdenes introducidos por el pecado y, al mismo tiempo, una llamada a la verdad plena.

Además, la fe lleva una impronta cultural, pues se expresa y se vive culturalmente. Al respecto, dijo el papa Juan Pablo II en la Enciclica Fides et Ratio (relaciones entre fe y razón) numero 70: “Las culturas, cuando están profundamente enraizadas en lo humano, llevan consigo el testimonio de la apertura típica del hombre a lo universal y a la trascendencia... ofrecen modos diversos de acercamiento a la verdad, que son de indudable utilidad para el hombre, al que sugieren valores capaces de hacer cada vez más humana su existencia... Como las culturas evocan los valores de las tradiciones antiguas, llevan consigo —aunque de manera implícita, pero no por ello menos real— la referencia a... Dios en la naturaleza”.

Y de las culturas recibe la fe valores que pueden considerarse una auténtica ayuda para comprender y desarrollar el potencial y exigencias del creer. Entre ambas, fe y cultura, hay interacción e intercambio, aunque la una sea irreductible a la otra: “una cultura no puede ser criterio de juicio y menos aún criterio último de verdad en relación con la revelación de Dios, se advierte; pero se señala también que el evangelio no es contrario a una u otra cultura como si, entrando en contacto con ella, quisiera privarla de lo que le pertenece obligándola a asumir formas extrínsecas no conformes a la misma” (Fides et Ratio, no. 71).

En resumen, siempre hay una relación entre la fe y la cultura, pues la cultura necesita de la fe, don de Dios que constituye una comunidad cristiana y la fe necesita de la cultura para tomar cuerpo concreto. Para ello, es importante recordar las palabras sabias del papa san Juan Pablo II: “la fe que no se hace cultura es una fe no plenamente recibida, no enteramente pensada, no fielmente vivida”. Por lo tanto, la fe y la cultura constituyen la base imprescindible de la inculturación del evangelio y todo el proceso eclesial de la evangelización.

 


viernes, 4 de septiembre de 2020

El impacto de covid-19 a la espiritualidad afrocolombiana


Desde que se registró la presencia de coronavirus en los municipios del pacifico colombiano, el estado de las cosas se cambió drásticamente. El coronavirus está en casi todo el territorio del pacifico colombiano principalmente en Buenaventura, Tumaco, Chocó, Guapí, López de Micay, Timbiqui, entre otros. Dicho virus cambió negativamente la forma de vivir y relacionarse de la población afro entre sí y con los demás. Asimismo, la pandemia de coronavirus ha afectado enormemente la espiritualidad afrocolombiana. Dicho de otra manera, la forma de entender e interpretar el mundo desde el punto de vista afro ha sido afectada. A continuación, se muestra cómo el coronavirus trajo consecuencias negativas a la espiritualidad afrocolombiana.

En cuanto la celebración de ritos mortuorios: La espiritualidad afrocolombiana se manifiesta mucho en los rituales mortuorios. Son expresiones  de solidaridad con el difunto y su familia. La mayor expresión del ritual mortuorio es el velorio donde velan al difunto y  acompañan a su familia antes del entierro. Es una manera de solidarizarse con la familia del fallecido y de acompañarle para vivir el tiempo de duelo. Normalmente en el velorio se cantan alabaos y se reza el rosario por su eterno descanso. Asimismo, en las comunidades afrocolombianas, se demuestra el amor por los muertos a través de manifestaciones fuertes de llanto porque ante el dolor de la muerte se canta y llora. Después del entierro, al difunto se le acompaña con el novenario tanto en su casa como en la iglesia con el fin de abogar por la misericordia de Dios a favor de él. El novenario termina con la ceremonia popularmente llamada el levantamiento de la tumba que se realiza en la casa del difunto. En este tiempo de la pandemia, el pueblo negro no puede realizar su espiritualidad en cuanto al acompañamiento de los difuntos. No se pueden realizar los velorios tanto en la casa como en las funerarias. Hay una ruptura total de la cultura. La pandemia de covid-19 ha herido terriblemente la cultura afrocolombiana. Esta situación está causando efectos psicológicos terribles a las personas que sienten negadas el derecho de acompañar a sus seres difuntos. Para el pueblo afro es difícil entender esa realidad. La intención del gobierno es frenar el contagio acelerado del virus. Sin embargo, para los afros eso es un golpe a una costumbre milenaria que ha definido siempre el ser del pueblo afrocolombiano.

Ruptura con la costumbre de entierro de los difuntos: En la cultura afrocolombiana no es común enterrar al difunto con menos personas. Tampoco es común incinerar a los muertos. Normalmente se entierra al difunto y se visita con frecuencia su tumba. Antes del entierro, se vela al difunto y el día de su entierro lo acompañan masivamente al cementerio. Durante el entierro, siempre hay la presencia de muchas personas que se solidarizan con la familia del difunto. En este tiempo de la pandemia, los muertos de covid-19, están obligados a ser cremados. Para un afro es algo incomprensible. Está en contra de su cosmovisión e idiosincrasia. La tristeza de la familia y amigos del difunto está en el hecho de que no lo pueden acompañar tanto en el velorio como durante el entierro. Algo que casi está fuera de la imaginación de muchos afros, es el asunto de la cremación. Que uno es cremado y simplemente le entregan las cenizas a la familia.  La costumbre afro es enterrar al difunto y vivir tranquilamente los días del duelo. En este tiempo de covid-19, se está experimentando una ruptura dolorosa con esa costumbre, cosa que muchos no pueden imaginar.  

Ruptura con el sentido de familiaridad: La vida social del pueblo afrocolombiano se gira alrededor de la familiaridad y el compañerismo. La familia define mucho a la persona afro. Es importante notar que en la cosmovisión afro, la familia no se limita solo a los lazos de sangre. La familia no es solo la casa donde uno nació, la familia es extensa que incluye a toda la comunidad. En este sentido, todos son hermanos y hermanas. De hecho, son comunes las palabras que caracterizan el sentido familiar del afro: mi pana, mi paisano, mi parcero, etc.,  son expresiones comunes que muestran los lazos de familia y amistad. Esa familiaridad se manifiesta en espacios de juegos como el dominó, las cartas y otros juegos tradicionales donde se expresan la amistad entre vecinos y amigos comunes. Se muestran tambien en el compartir de bebidas como viche, curado, arrechón y en espacios de trabajo a través de la uramba y manocambiada, (trabajos realizados en pro de la comunidad). Todo eso ha ido al piso en este tiempo de la pandemia. El covid-19 ha acabado con la vida social, elemento que caracteriza bastante al pueblo afro. La gente no puede reunirse para compartir ni para jugar, porque en este tiempo de la pandemia todos deben confinarse y distanciarse del uno con el otro para evitar los contagios. Por eso, el coronavirus es la mala noticia en cuanto la vivencia del sentido familiar que caracteriza siempre al pueblo afrocolombiano.

Separación con los adultos mayores: En la cosmovisión e idiosincrasia afro, los adultos mayores juegan un papel imprescindible en la sociedad. De hecho, en la familia extensa afro los adultos transmiten el conocimiento cultural a los niños y jóvenes. Son las bibliotecas vivientes por la sabiduría acumulada que tienen. La familia necesita a los adultos mayores y ancianos. Sin embargo, en este tiempo de la pandemia ellos no están permitidos salir fuera de sus casas y tampoco pueden encontrarse con sus familiares de otros lugares por el miedo de que sean contagiados. Eso afecta a la comunidad afro que considera siempre el anciano como columna fundamental para la transmisión de la sabiduría ancestral y los valores culturales a los niños y jóvenes.

Ruptura con la visita a los cementerios: Para el pueblo afro, el cementerio es la casa permanente de los difuntos. Ahí están las tumbas de los seres queridos. Se visitan las tumbas para mantener la conexión entre el difunto, su familia y amigos. Los afros, sobre todo, que residen en los centros urbanos están acostumbrados de visitar a sus seres queridos en los cementerios. Es una costumbre que se realiza mucho los fines de semana y el día del aniversario de difunto. Cuando visitan a la tumba, le dedican los cantos que le gustaban, hacen oraciones por él, limpian su tumba, le colocan flores y si le gustaba la cerveza, la echan sobre su tumba. Es una forma de solidarizarse con el difunto  y de mantener viva su memoria en la familia. Con las normas puestas por el gobierno durante la pandemia, no están permitidos visitar con frecuencia los cementerios. Los que están permitidos hacerlo, no pueden visitar los cementerios en grupo, sino de forma individual.

CONCLUSIÓN
El coronavirus ha causado enormes daños al pueblo afrocolombiano. Ha causado perdida de vida tanto de jóvenes como adultos mayores. La cultura del pueblo está tambien afectada, pues por el coronavirus la gente no está practicando algunas costumbres que son muy importantes para la identidad cultural del pueblo afrocolombiano. En este tiempo de la pandemia, el pueblo negro no puede velar abiertamente a sus muertos, tampoco se puede visitar frecuentemente a los difuntos en los cementerios. La vida social que caracteriza al pueblo negro tambien está muy afectada. La gente no puede reunirse libremente para danzar, jugar o compartir las bebidas tradicionales porque está prohibida hacerlo. Por eso, se puede colegir que la pandemia de coronavirus ha causado daños irreparables a la espiritualidad afrocolombiana y es la peor tragedia que ha pasado al pueblo negro.



lunes, 10 de agosto de 2020

EL MISIONERO DE LA CONSOLATA SEGÚN EL BEATO JOSÉ ALLAMANO


El misionero de la Consolata de cada generación y época es lo que es gracias al beato José Allamano, fundador del Instituto de la Consolata para las misiones. No se puede hablar de los misioneros y las misioneras de la Consolata sin referirse al beato José Allamano. El carisma del instituto que le distingue de otras congregaciones es un espíritu heredado del beato José Allamano. El estilo de la misión de los misioneros de la Consolata lo sugirió el beato José Allamano. Todo lo que tiene que ver con el Instituto tiene como referente al beato José Allamano. Para ello, al hablar del misionero de la Consolata como tal, es importante tener en cuenta las cualidades que éste debe tener según el beato José Allamano. El perfil que debe caracterizar al misionero de la Consolata lo describe el beato José Allamano tal como se muestra a continuación:

Persona con ojos fijos al Señor: el beato José Allamano es muy claro al describir que cada misionero de la Consolata debe ser una persona totalmente entregada al Señor. El Señor debe ser el centro de su vida y apostolado. Para ello, su vida debe ser caracterizada por el amor a la Palabra de Dios y a la oración. La Sagrada Escritura debe ser el libro del misionero de la Consolata porque el corazón de Dios está en su Palabra. El fundador está muy claro en este punto al aclarar que “leer la Sagrada Escritura enciende en nuestros corazones el amor a Dios” (José Allamano, Así los quiero, p. 238). El misionero es un consagrado a Dios y a la misión, por eso, debe ser una persona de Dios para poder seducir a otros enamorarse de Él. Uno da lo que tiene; si el misionero no está lleno de Dios difícilmente evangelizaría con éxito.

Persona que busca la santidad: La santidad es el resultado de la unión permanente del creyente con Dios. El misionero de la Consolata debe buscar siempre la santidad. El beato José Allamano está muy categórico al afirmar que la razón por la cual uno es misionero de la Consolata, no es por otra cosa que la búsqueda permanente de la santidad. La búsqueda de la santidad es la vocación del misionero de la Consolata. Asimismo, el fin del instituto como tal es proveer medios necesarios para la santificación de sus miembros. Según el beato José Allamano, la santidad es una batalla constante que el misionero emprende cada día. Asi lo afirma: “como religiosos y religiosas, ustedes tienen el deber particular de corresponder a la vocación. Con esto no quiero decir que tengan que ser perfectos, sino que tienen el compromiso de buscar la santidad con decisión y constancia” (José Allamano, Así los quiero, p. 37). Según el fundador, el misionero de la Consolata debe vivir la santidad de vida en la siguiente manera: en el apostolado, en hacer las cosas ordinarias de forma extraordinaria, en la felicidad diaria, etc. La búsqueda de la santidad es un camino que el misionero debe emprender desde ya, es decir, hay que dar el primer paso con coraje: “tenemos que hacernos santos y empezar enseguida, ponernos a trabajar en nuestra santificación. La gracia de hoy ciertamente ya no la tendremos mañana. Dar el primer paso con coraje. Hoy, no mañana” (José Allamano, Así los quiero, p. 47). La invitación del misionero de la Consolata a la santidad significa estar permanentemente unido con Dios. Es un compromiso de cada misionero y razón de ser del Instituto.

Persona de vida comunitaria: Para los religiosos, la comunidad siempre es un lugar de crecimiento. El misionero de la Consolata debe abrazar la vida comunitaria, pues ella es el rasgo fundamental que lo identifica. El Instituto como familia, fue el gran sueño del beato José Allamano, padre de misioneros y misioneras de la Consolata. Decía él a los misioneros de la Consolata: “Recuerden que el Instituto no es un colegio, tampoco un seminario, sino una familia. Son todos hermanos.”  El espíritu de familia y hermandad infundido por el Beato José Allamano a los misioneros es la columna vertebral sobre la cual el Instituto basa su trabajo para el anuncio del Reino de Dios. Para ello, la familia Consolata que inició pequeña en Italia, se fue paulatinamente acrecentando hasta volverse nacional, internacional, multi-cultural, multi-tribal e intercultural. Actualmente, la Consolata es una familia que cuenta con miembros de varios continentes, regiones, naciones, historias, lenguas y culturas. Aunque haya esas diversidades, todos los miembros se reconocen como misioneros de la Consolata. Todos beben y viven del mismo carisma y de la misma espiritualidad. Todos son misioneros para la misión ad gentes, es decir, para la evangelización de los pueblos.

Al vivir la vida comunitaria, los misioneros de la Consolata viven la caridad fraterna entre sí, es decir, amarse como hermanos. El amor fraterno de los misioneros es la manifestación evangélica de la vida comunitaria. Al respecto dice el beato José Allamano: “Quiero que vivan la caridad intensamente. No podrán amar al prójimo lejano si desde ahora no tienen caridad hacia aquellos con los que tratan todos los días” (José Allamano, Asi los quiero, p. 186). La vivencia de la vida comunitaria entre los misioneros hace que se experimenten los signos de la caridad fraterna como la alegría, la oración, la atención, el sufrir con el que sufre, la corrección de los propios defectos por el amor al prójimo, el perdón de las ofensas, etc. Cada misionero está invitado a poner su parte para que haya una vida comunitaria deseada para todos.

Debe ser  eucarístico y mariano: La Eucaristía es el centro de la vida cristiana y la veneración de la santísima virgen María es la devoción por excelencia del cristiano católico. Por eso, es característica propia del misionero de la Consolata ser eucarístico y mariano. Dicho de otra manera, en el bagaje espiritual del misionero de la Consolata no debe faltar la eucaristía y la devoción mariana. La importancia de la eucaristía es una herencia que el Instituto recibió del beato José Allamano. Él amó a la Eucaristía y recomendó a sus misioneros celebrarla con devoción y santidad: “Siempre digo a los sacerdotes: deben celebrarla todos los días, salvo que tengan que decirla a las apuradas. (…) prepárense para celebrar bien la eucaristía conservando la santidad, viviendo las virtudes y con un gran espíritu de fe. Celébrenla pensando en lo que dicen y hacen. Si cada cosa es hecha seriamente, ¡con mucha más razón la celebración de la misa! (José Allamano, Así los quiero, p. 211). El beato José Allamano recuerda a los misioneros que la Eucaristía es un misterio de fe y amor, por eso hay que celebrarla bien y hay que participar en ella con el propósito de reavivar la fe y la caridad.

Asimismo, el misionero de la Consolata debe ser mariano. Aunque haya innumerables devociones marianas en la iglesia, la devoción a la virgen Consolata es la propia del Instituto. Así que, cada misionero de la Consolata debe ser devoto a la Consolata. La razón es que “la Consolata es especialmente nuestra y tenemos que estar felices de tenerla como Protectora, estar santamente orgullosos de que nuestro Instituto se llame de la Consolata” (José Allamano, Así los quiero, p. 223). Otras razones de por qué el misionero debe tener una devoción a la Consolata son las siguientes: Maria es la madre del Instituto: “ante todo  consideremos a Maria nuestra verdadera Madre. A una madre se le tiene confianza, se le ama. Encendamos en nosotros el amor filial a la virgen, deseemos sentirlo cada vez más intenso en nosotros y digámosle con afecto: ¡Madre mía¡” (Jose Allamano, Así los quiero, p. 221). Asimismo, la virgen Maria es la reina de los misioneros y camino seguro hacia Jesucristo, es decir, a Jesús por María.  Aclara el beato José Allamano que “no se puede llegar a Jesús si no es por medio de ella” (Así los quiero, p. 220). Asimismo, “quien quiera alcanzar la santidad sin la virgen, es como quien pretende volar sin alas “(Así los quiero, p. 220).  Por lo tanto, la eucaristía y la devoción mariana son pilares importantes para la espiritualidad de cada misionero de la Consolata.

Persona con pasión por la misión: La misión Ad Gentes constituye la razón de ser del Instituto, es decir, el misionero de la Consolata es para la evangelización de los pueblos. El beato Jose Allamano está muy claro en esto: “quien entrara en nuestro instituto con una finalidad diferente a la de convertirse en un misionero o misionera de la Consolata, sería un intruso y debería dar cuenta de ello ante Dios, la comunidad y los bienhechores. El Instituto no es un colegio o un seminario en el que puedan madurar diferentes vocaciones, sino solo la vocación misionera, y de la Consolata” (José Allamano, Así los quiero, p. 62). Somos misioneros de la Consolata para la misión. Somos misioneros de la Consolata para la evangelización, es decir, para el anuncio de la consolación de Dios al mundo. La pasión por la misión caracteriza siempre a los misioneros de la Consolata. Es por eso que el Instituto se encuentra evangelizando en los 4 continentes y muchos misioneros se encuentran en lugares donde ninguno quiere ir. Por ejemplo, están en las selvas con los pueblos autóctonos, en los ríos con el pueblo afrodescendiente, con los campesinos, etc. Asimismo, los misioneros han defendido varias culturas que estaban a punto de extinguirse. La razón de todo eso, es porque la evangelización de los pueblos es la razón de ser y quehacer del Instituto.

Persona Intercultural: La Interculturalidad es la interacción entre culturas, es el proceso de comunicación entre diferentes grupos humanos, con diferentes costumbres, donde ningún grupo cultural está por encima del otro, y así promoviendo la igualdad, integración, y convivencia armónica entre ellas.  El Instituto de la Consolata para las misiones es una comunidad internacional e intercultural. Somos una comunidad misionera compuesta por miembros provenientes de varios países del mundo y con trasfondos culturales diferentes. La riqueza de nuestra multiculturalidad es un don inestimable para el quehacer de nuestra misión. La multiculturalidad que nos caracteriza es el testimonio de la vivencia del pentecostés hoy en la vida consagrada y en la misión evangelizadora de la iglesia. Para ello, al conformar nuestras comunidades locales, siempre no se olvida como característica el aspecto de internacionalidad e interculturalidad. Para ello, el misionero de la Consolata debe tener claro la internacionalidad e interculturalidad del Instituto. Es decir, debe ser intercultural. Aunque el beato Jose Allamano no se refirió directamente al tema de la interculturalidad del instituto, lo insinuó de varias maneras. Exhortaba a los misioneros a  estudiar los idiomas nativos y realizar estudios sobre la misión con el fin de entender su lógica. El estudio de idiomas es muy importante porque cada idioma manifiesta la cultura e idiosincrasia de cada pueblo. Cuando el misionero aprende otro idioma, automáticamente se abre a la cosmovisión, cultura y lógica del pueblo. Para ello, el beato José Allamano exhortaba con frecuencia a los misioneros a estudiar las lenguas autóctonas en las misiones: “les recomiendo en particular el estudio y practica de los idiomas, para poder hablar y comunicar con la gente” (José Allamano, Así los quiero, p. 92). Es un imperativo que el misionero aprenda la lengua nativa en la misión para así poder vivir felizmente la vocación misionera. Pues “quien no tiene la inclinación y empeño para estudiar las lenguas, difícilmente vivirá la vocación misionera. Es realmente una necesidad para los misioneros y misioneras” (José Allamano, Así los quiero, p. 92).

Persona de confianza en la Providencia Divina: El misionero de la Consolata debe tener la confianza en la providencia divina. Esta confianza es fruto de la convicción de que Dios es el dueño de la misión y el misionero es simplemente un instrumento de Dios y totalmente depende de Él y su divina providencia.  Cada misionero de la Consolata está invitado a nutrir una gran confianza en la Divina providencia. El beato José Allamano es modelo de la confianza en la divina providencia. La fundación del Instituto es fruto de su confianza y abandono en  la divina providencia. El sostenimiento del Instituto y las misiones ha sido fruto de la providencia de Dios. El éxito del Instituto en cuanto la evangelización en varios lugares del mundo ha sido fruto de la divina providencia. Por eso atestigua el fundador: “Yo no dudo de la providencia. Sin esta confianza no podríamos seguir adelante” (José Allamano, Así los quiero, p. 142). Por ser él testigo de la divina providencia, invitaba a cada misionero de la Consolata a cultivar esa confianza en la providencia de Dios: “Quisiera que nuestros Institutos en general, y ustedes en particular, tuvieran siempre esta gran confianza en Dios, pues el que confía en el Señor no será decepcionado” (José Allamano, Así los quiero, p. 143).

CONCLUSIÓN
El beato José Allamano es el padre y maestro de los misioneros y las misioneras de la Consolata. Por eso, es imposible describir el perfil que debe tener el misionero de la Consolata sin aludir a Él. El Instituto es una inspiración de Dios a través de él. El Instituto ha anunciado la Consolación de Dios por todo el mundo gracias al carisma recibido del beato José Allamano. Así que, el perfil del misionero de la Consolata siempre es inspirado por el beato José Allamano. Nuestra manera de hacer la misión se le atribuye a él, pues es quien soñó el Instituto por medio del cual realizamos la evangelización de los pueblos y así cada misionero de la Consolata contribuye a la misión evangelizadora de la Iglesia.