Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


domingo, 6 de marzo de 2022

La Cuaresma, tiempo para evangelizar y evangelizarse

Cada año los cristianos católicos viven la Cuaresma que precisamente es el tiempo litúrgico que les ayuda, tanto a nivel personal como comunitario, a crecer su fe en el Señor. De hecho, es un tiempo de gracia de cuarenta días para reflexionar sobre la importancia de Dios y la necesidad de estar con Él en la vida de cada persona, y al mismo tiempo, corregir los errores que se haya cometido. La Cuaresma más que ser un tiempo litúrgico que se vive cada año, es un momento espiritual muy importante para evangelizar y evangelizarse, para que Jesucristo sea la Luz admirable que alumbra la vida de cada persona. Por eso, se puede entender el tiempo cuaresmal de la siguiente manera:

Tiempo para volver a Dios. La vuelta a Dios es la razón principal del tiempo de Cuaresma. Cada persona es propensa al pecado que siempre rompe nuestra amistad con el Señor. La lectura de la profecía de Joel con que se inicia la Cuaresma en el Miércoles de ceniza recalca bastante la idea de volver al camino del Señor: “ahora dice el Señor: vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque Él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de sus amenazas” (Joel 2, 12-18). Volver a Dios es reconocer que ha habido momentos en que nos hemos desviado de Él, es reconocer el pecado en nuestra vida personal, y darse cuenta de sus consecuencias en arrebatar la gracia de Dios que todos poseemos (Salmo 50). Asimismo, volver a Dios es decidir con firmeza de que las cosas no pueden quedarse iguales, sino que, debe haber un cambio profundo en la vida de uno. Volver a Dios es ser una criatura nueva que se identifica siempre con la resurrección de Jesucristo (2 Cor 5: 17). Por lo tanto, la Cuaresma es el tiempo propicio para vivir la vida nueva que se adquiere reconociendo que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6) y único Salvador del mundo.

Tiempo para hacer las obras de misericordia: La Cuaresma es el tiempo de misericordia. El misericordioso por excelencia al ser humano es Dios. Él se compadece de él inclusive en su estado pecaminoso. Dios siempre se coloca en la realidad del ser humano porque lo ama. La misericordia es fruto de amor. Jesús nos invita a ser misericordiosos como lo es nuestro Padre celestial: “sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Lc 6, 27-36). Es decir, el seguidor de Jesucristo debe ser misericordioso con los demás. Debe entender a sus semejantes y así colocarse en sus zapatos a manera de Jesucristo. La misericordia es la clara manifestación de que uno es autentico seguidor de Jesucristo, el misericordioso por excelencia. El tiempo cuaresmal debe ser un espacio para mostrar la misericordia a los demás. Las obras de misericordia deben hacer parte de la vida del creyente. Por eso, en la Cuaresma el creyente debe tener el tiempo para las obras de misericordia corporales tales como: visitar y cuidar a los enfermos, dar de comer a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, dar hospedar a los peregrinos, vestir a los desnudos, redimir al cautivo, y enterrar a los muertos. Al mismo tiempo, las obras de misericordia espirituales deben identificar su camino de fe: enseñar al que no sabe, corregir al que se equivoca, dar buen consejo al que lo necesita, perdonar las injurias, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, y orar por los vivos y los muertos. Todo ello, constituye el camino misericordioso del creyente, y la Cuaresma es el tiempo favorable para realizar las obras de misericordia a los demás.

Tiempo para renovar nuestras promesas bautismales: El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. El Bautismo le identifica al cristiano con Cristo y le hace una nueva criatura. El pecado siempre hace el bautizado perder el rumbo hacia Dios, le hace perder la fe que adquirió oficialmente el día de su bautismo.  Para ello, el tiempo de Cuaresma es una oportunidad para pensar en los compromisos bautismales que adquirimos el día de nuestro bautismo para poder renovarlos durante la Vigilia Pascual. Es importante notar que, los compromisos bautismales son la expresión del deseo voluntario y libre de volver a confirmar aquello que nuestros padres han elegido por nosotros el día que nos bautizaron.

Tiempo fomentar la paz, el perdón y la reconciliación: La Cuaresma es una oportunidad para promover la paz, el perdón y la reconciliación. Vivimos en un mundo derrumbado por guerras, conflictos, venganzas y odios. La Cuaresma como tiempo para volver a Dios, reflexionar sobre nuestra vida con el fin de ser creaturas nuevas, nos da la oportunidad para trabajar por un mundo mejor que todos soñamos y necesitamos. La paz, el perdón y la reconciliación son bienes anhelados en todo el mundo. Hay que construir la paz, el perdón y la reconciliación desde lo micro, es decir desde uno mismo y desde el ciclo familiar, para así poder transmitirlos a la sociedad entera. El cristiano siempre es una persona de paz, perdón y reconciliación porque Jesucristo nuestro Señor es el ejemplo por excelencia de todo eso. De hecho, Él es nuestra paz (Ef 2:14).

Tiempo para evangelizar y evangelizarse: La evangelización es la proclamación o anuncio de Jesucristo y de su mensaje, con el fin de que, quien recibe esta alegre noticia se convierta y se bautice si no está bautizado, para ser hijo adoptivo de Dios, formar parte de la Iglesia y llegar a la plenitud de la vocación sobrenatural con la práctica de las buenas obras. La evangelización es la tarea permanente de la Iglesia y de cada bautizado. La Cuaresma es el tiempo oportuno para el anuncio de Jesucristo quien nos llama siempre a la conversión, arrepentimiento y perdón. Asimismo, en el tiempo cuaresmal, la Iglesia evangeliza enseñando a los fieles a intensificar la oración, el ayuno y la caridad. Esos son los pilares de Cuaresma. Hay que intensificar la oración para estar más conectados con el Señor. Hay que practicar con libertad el ayuno para promover el espíritu de abnegación con el fin de frenar los deseos pecaminosos en nuestra vida. Hay que intensificar la caridad (limosna) para ayudar a las personas más necesitadas en nuestro alrededor.

De igual manera, la Cuaresma es una oportunidad para evangelizarse (auto-evangelización). Cada bautizado está llamado a evangelizarse a través de la escucha de la Palabra de Dios, la vivencia de la vida sacramental y la práctica de las buenas obras. La Cuaresma da la oportunidad a cada bautizado para que pueda vivir plenamente el seguimiento de Jesucristo. Le da la oportunidad de examinarse interiormente para frenar aquello que en algún momento le haya desviado del sendero del Señor. Ese trabajo individual de cada creyente es lo que llamamos la auto-evangelización, es decir, el proceso en el cual uno se deja guiar por el Espíritu del Señor en la vivencia de la fe. La auto-evangelización es un trabajo individual que manifiesta la madurez de la fe de la persona, de la familia, de la institución, etc. La auto-evangelización puede ser doloroso porque le exige a uno a cortar aquel pecado con que se ha acostumbrado por mucho tiempo. En este sentido, quien se evangeliza necesita la audacia y la gracia del Señor.

Conclusión

La Cuaresma es un tiempo de gracia que hay que aprovechar para renovar nuestra vida con el Señor. Es un momento oportuno para reflexionar sobre las consecuencias del pecado en nuestra vida, tanto personal y comunitaria. Es una oportunidad para reconciliarnos con el Señor y con nuestros semejantes. La Cuaresma es un tiempo para salir a anunciar a Jesucristo, único Salvador del mundo y fuente de vida nueva.

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario