En la
espiritualidad cristiana-católica, mayo es el mes de la santísima virgen Maria.
Sin embargo, cuando
se aproxima dicho mes, muchas propagandas empiezan a circularse, sobre todo, en
redes sociales y canales de televisión para recordarle a la gente la
importancia de mayo. En muchos países del mundo, mayo es tradicionalmente
conocido como el mes dentro del cual se celebra el día de la madre. Por tal razón, es considerado como el mes más
bello y más esperanzador. Para los cristianos católicos, es el mes más bello
como María es la mujer más bella que ha existido en el planeta.
El papa san Pablo VI en la carta Encíclica “Mense Maio”, atribuye de manera
impresionante lo bello de este mes a la virgen María. Según él, “el mes de mayo
es el mes en el que los templos y en las casas particulares sube a María desde
el corazon de los cristianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su
oración y de su veneración. Y es también el mes en el que desde su trono descienden
hasta nosotros los dones más generosos y abundantes de la divina misericordia.”
(Pablo VI, Carta enc. Mense Maio, párrafo no.1). No se puede afirmar que los cristianos católicos
muestran su sentido de veneración a la Virgen María únicamente en el mes de
mayo, sino que lo especial de este mes es que, toda la Iglesia pone su atención
a la contemplación del papel de la madre de Dios en la historia de nuestra
salvación. Para ello, el mes de mayo es tiempo de intensificar nuestras
oraciones a Dios a través de María por las necesidades propias y las del mundo
entero. Es tiempo en el que la Iglesia invita a todos los fieles a interiorizar
e imitar las virtudes de María tanto a
nivel personal como comunitario. Así que, el rezo del rosario se vuelve muy importante
durante este mes. A través de la contemplación de diferentes misterios del
rosario, María lleva a Jesús a nuestras vidas como lo trajo al mundo durante la
Encarnación.
Es
importante tener en cuenta que, desde la edad media se consagró el mes de las
flores a la madre de Dios con el fin de rendirle culto a las virtudes y belleza
de la santísima virgen María. Sin embargo, vale precisar que el mes de mayo es
también una sustitución cristiana de las solemnidades paganas del mes en honor
de la flora. De hecho, todo el mes de mayo estaba consagrado a la diosa romana
de las flores llamada “maia”, madre
de vegetación y florecimiento de cuyo nombre deriva el mes que universalmente
llamamos mayo.
La
exhortación del beato José Allamano sobre el mes de la Virgen Maria
En
la vida de los santos, la virgen Maria ha tenido un lugar privilegiado. Todos
los santos han consagrado su vida, apostolado y congregaciones a la santísima
virgen Maria. El beato José Allamano era devoto ferviente de la santísima
virgen Consolata. Consideraba a Ella como su madre. Se consagró a Ella y le encomendó
tambien los dos Institutos misioneros fundados por él. Teniendo eso en cuenta,
se puede entender por qué el mes de Maria era tan importante para el fundador
de los misioneros y las misioneras de la Consolata. José Allamano transmitió el mismo valor del mes de mayo a
sus hijos e hijas: los misioneros y las misioneras de la Consolata. A
continuación se muestra la exhortación de José Allamano a cerca de la
importancia del mes de Maria.
El
mes de mayo es para crecer en amor hacia la santísima virgen Maria: En el mes
de Maria, el beato José Allamano nos invita a crecer en amor hacia la madre del
Señor. De hecho afirma que, “tratemos de santificar este mes honrándola y
creciendo cada vez más en el amor hacia ella” (Asi los quiero, p. 234). Para él,
lo fundamental que hay que hacer en este mes es crecer en amor para con la
madre del Señor, a través del rezo del santo rosario y otras invocaciones
marianas que resaltan la veneración a Ella. Quien ama a la virgen
Maria siempre dedica tiempo para ella. Eso es lo que nos invita a hacer el
beato José Allamano.
El mes de Maria es para imitar sus virtudes.
“Por lo tanto, tratemos de vivir este mes-mes de gracias
particulares-esforzándonos por crecer en la virtud que la virgen nos surgiera”
(Asi los quiero, p. 234). Es importante
notar que, una virtud es la disposición habitual de hacer el bien. Las virtudes
de la virgen Maria son: amor ardiente a Dios, la humildad, fe y aceptación de
la Palabra de Dios, obediencia generosa, caridad solicita, sabiduría, piedad,
paciencia y fortaleza en el dolor, pobreza y confianza en el Señor, esperanza,
entre otras. Asimismo, la oración es una manera concreta de imitar las virtudes
de la madre del Señor. Ella es modelo de oración, por eso el mes de mayo nos
debe llevar a una vida de oración constante y de crecimiento en la fe.
Mayo
es un mes para crecer en la devoción a la virgen Consolata. El beato José
Allamano lo afirma claramente que La Consolata es la verdadera Fundadora del
Instituto. “¡Que bella y plena es la vida cuando
se es devoto de Maria! Quiero que para ustedes sea “mes de Maria” todo el año,
porque deben estar como enamorados de la Virgen” (Asi los quiero, 235). El beato José Allamano exhorta a los
misioneros y las misioneras de la Consolata a ser devotos a la Virgen Maria. Insiste
que la devoción a la Madre del Señor no se debe limitar únicamente al mes de
mayo, sino que debe ser asunto de siempre. Dicho de otra manera, la devoción a
la virgen debe ser parte del componente de la vida espiritual de los misioneros de la Consolata. Ella es la
patrona y protectora de los Institutos fundados por José Allamano, por eso la
imagen de la Consolata debe estar en cada comunidad y cada misión donde estén
los misioneros y las misioneras de la Consolata.
En
conclusión, el mes de Maria es muy importante para los cristianos-católicos. Más
aún, es importantísimo para los misioneros y las misioneras de la Consolata
quienes se empeñan en predicar el mensaje salvífico del Señor. Ellos son
consagrados para la evangelización de los pueblos. Por eso, mayo es un mes para
intensificar la devoción a la madre del Señor porque Ella nos conduce siempre a
Jesucristo y “todo
encuentro con Ella no puede menos de terminar en un encuentro con Cristo mismo”
(Pablo VI, Carta enc. Mense Maio, párrafo no 2). Que el beato José Allamano interceda
por los misioneros de la Consolata para que en nuestras comunidades locales
podamos amar y honrar a la virgen Maria como él quería, y que ese amor a la
Consolata nos haga misioneros apasionados por la misión del Señor.
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