Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


jueves, 30 de abril de 2020

MES DE MARÍA SEGÚN EL BEATO JOSÉ ALLAMANO



En la espiritualidad cristiana-católica, mayo es el mes de la santísima virgen Maria. Sin embargo, cuando se aproxima dicho mes, muchas propagandas empiezan a circularse, sobre todo, en redes sociales y canales de televisión para recordarle a la gente la importancia de mayo. En muchos países del mundo, mayo es tradicionalmente conocido como el mes dentro del cual se celebra el día de la madre.  Por tal razón, es considerado como el mes más bello y más esperanzador. Para los cristianos católicos, es el mes más bello como María es la mujer más bella que ha existido en el planeta.

 El papa san Pablo VI en la carta Encíclica “Mense Maio”, atribuye de manera impresionante lo bello de este mes a la virgen María. Según él, “el mes de mayo es el mes en el que los templos y en las casas particulares sube a María desde el corazon de los cristianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su oración y de su veneración. Y es también el mes en el que desde su trono descienden hasta nosotros los dones más generosos y abundantes de la divina misericordia.” (Pablo VI, Carta enc. Mense Maio, párrafo no.1). No se puede afirmar que los cristianos católicos muestran su sentido de veneración a la Virgen María únicamente en el mes de mayo, sino que lo especial de este mes es que, toda la Iglesia pone su atención a la contemplación del papel de la madre de Dios en la historia de nuestra salvación. Para ello, el mes de mayo es tiempo de intensificar nuestras oraciones a Dios a través de María por las necesidades propias y las del mundo entero. Es tiempo en el que la Iglesia invita a todos los fieles a interiorizar e imitar las virtudes de María  tanto a nivel personal como comunitario. Así que, el rezo del rosario se vuelve muy importante durante este mes. A través de la contemplación de diferentes misterios del rosario, María lleva a Jesús a nuestras vidas como lo trajo al mundo durante la Encarnación.

Es importante tener en cuenta que, desde la edad media se consagró el mes de las flores a la madre de Dios con el fin de rendirle culto a las virtudes y belleza de la santísima virgen María. Sin embargo, vale precisar que el mes de mayo es también una sustitución cristiana de las solemnidades paganas del mes en honor de la flora. De hecho, todo el mes de mayo estaba consagrado a la diosa romana de las flores llamada “maia”, madre de vegetación y florecimiento de cuyo nombre deriva el mes que universalmente llamamos mayo.

La exhortación del beato José Allamano sobre el mes de la Virgen Maria
En la vida de los santos, la virgen Maria ha tenido un lugar privilegiado. Todos los santos han consagrado su vida, apostolado y congregaciones a la santísima virgen Maria. El beato José Allamano era devoto ferviente de la santísima virgen Consolata. Consideraba a Ella como su madre. Se consagró a Ella y le encomendó tambien los dos Institutos misioneros fundados por él. Teniendo eso en cuenta, se puede entender por qué el mes de Maria era tan importante para el fundador de los misioneros y las misioneras de la Consolata. José Allamano  transmitió el mismo valor del mes de mayo a sus hijos e hijas: los misioneros y las misioneras de la Consolata. A continuación se muestra la exhortación de José Allamano a cerca de la importancia del mes de Maria.

El mes de mayo es para crecer en amor hacia la santísima virgen Maria: En el mes de Maria, el beato José Allamano nos invita a crecer en amor hacia la madre del Señor. De hecho afirma que, “tratemos de santificar este mes honrándola y creciendo cada vez más en el amor hacia ella” (Asi los quiero, p. 234). Para él, lo fundamental que hay que hacer en este mes es crecer en amor para con la madre del Señor, a través del rezo del santo rosario y otras invocaciones marianas que  resaltan  la veneración a Ella. Quien ama a la virgen Maria siempre dedica tiempo para ella. Eso es lo que nos invita a hacer el beato José Allamano.

 El mes de Maria es para imitar sus virtudes. “Por lo tanto, tratemos de vivir este mes-mes de gracias particulares-esforzándonos por crecer en la virtud que la virgen nos surgiera” (Asi los quiero, p. 234).  Es importante notar que, una virtud es la disposición habitual de hacer el bien. Las virtudes de la virgen Maria son: amor ardiente a Dios, la humildad, fe y aceptación de la Palabra de Dios, obediencia generosa, caridad solicita, sabiduría, piedad, paciencia y fortaleza en el dolor, pobreza y confianza en el Señor, esperanza, entre otras. Asimismo, la oración es una manera concreta de imitar las virtudes de la madre del Señor. Ella es modelo de oración, por eso el mes de mayo nos debe llevar a una vida de oración constante y de crecimiento en la fe.

Mayo es un mes para crecer en la devoción a la virgen Consolata. El beato José Allamano lo afirma claramente que La Consolata es la verdadera Fundadora del Instituto. “¡Que bella y plena es la vida cuando se es devoto de Maria! Quiero que para ustedes sea “mes de Maria” todo el año, porque deben estar como enamorados de la Virgen” (Asi los quiero, 235).  El beato José Allamano exhorta a los misioneros y las misioneras de la Consolata a ser devotos a la Virgen Maria. Insiste que la devoción a la Madre del Señor no se debe limitar únicamente al mes de mayo, sino que debe ser asunto de siempre. Dicho de otra manera, la devoción a la virgen debe ser parte del componente de la vida espiritual  de los misioneros de la Consolata. Ella es la patrona y protectora de los Institutos fundados por José Allamano, por eso la imagen de la Consolata debe estar en cada comunidad y cada misión donde estén los misioneros y las misioneras de la Consolata.

En conclusión, el mes de Maria es muy importante para los cristianos-católicos. Más aún, es importantísimo para los misioneros y las misioneras de la Consolata quienes se empeñan en predicar el mensaje salvífico del Señor. Ellos son consagrados para la evangelización de los pueblos. Por eso, mayo es un mes para intensificar la devoción a la madre del Señor porque Ella nos conduce siempre a Jesucristo y “todo encuentro con Ella no puede menos de terminar en un encuentro con Cristo mismo” (Pablo VI, Carta enc. Mense Maio, párrafo no 2). Que el beato José Allamano interceda por los misioneros de la Consolata para que en nuestras comunidades locales podamos amar y honrar a la virgen Maria como él quería, y que ese amor a la Consolata nos haga misioneros apasionados por la misión del Señor.   


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