Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


viernes, 21 de marzo de 2025

Exhortación de San José Allamano acerca de la Esperanza.


El Papa Francisco convocó el Jubileo de Esperanza desde el 24 de diciembre de 2024 que se concluirá el 06 de enero de 2026 en la fiesta de Epifanía del Señor. El Sumo Pontífice ha expresado que el Jubileo de Esperanza busca que las personas recuperen la confianza en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, y en la dignidad de todas las personas. También el Jubileo de esperanza es una ocasión para estimular a los jóvenes, quienes a menudo ven sus sueños truncados. 

El lema del Jubileo es “Peregrinos de esperanza”, pues es para todo el mundo que sufre el flagelo de las guerras, los efectos persistentes de la pandemia de Covid19 y la crisis del cambio climático. Así que, el año jubilar tiene que ver con apreciar la misericordia de Dios y recibir la gracia del perdón de los pecados.

La esperanza en san José Allamano.

San Pablo en Romanos 5:5 dice que " la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado". Eso significa que Dios ha dado una esperanza que surge en medio de la desilusión. Esta esperanza no se encuentra en evitar el sufrimiento, sino en superarlo. La esperanza que Dios nos da nunca defrauda porque no se basa en la incertidumbre de los acontecimientos ni en la debilidad humana, sino que está garantizada por la acción de Dios. 

San José Allamano en incontables ocasiones recalcó a los misioneros de la Consolata sobre la importancia de tener la virtud de esperanza. Para él, la esperanza significa lo siguiente:

-       Abrir el corazon a la esperanza viva: Dice san José Allamano que “abramos el corazon a una esperanza viva. No debemos solo esperar, sino súper esperar, esperar contra toda esperanza. Cuando se espera poco, le estamos fallando al Señor, el  que quiere que todos los hombres se salven. ¡Al Señor le gusta mucho que creamos en su bondad, en su misericordia! or lo tanto, ¡tengamos mucha esperanza, mucha! ¡En Ti, Señor, he esperado, jamás seré defraudado! (Así los quiero, p. 138). Es decir, cada misionero de la Consolata debe posee una esperanza. Un misionero lleno de esperanza es siempre capaz de consolar a los demás.

-       Tener una mirada puesta en el paraíso: La esperanza no esta solo asociada con lo terrenal sino también con la vida que vivirá el creyente en el paraíso. Dice san José Allamano al respecto: “Cuando piensen el paraíso, no piensen en forma abstracta, sino en el paraíso del misionero y de la misionera que son fieles a su vocación. El Señor dijo: “Yo voy a prepararles un lugar” (Jn 14, 2). Pero para esto es necesario trabajar, y trabajar mucho. Me parece que este pensamiento del paraíso debería consolarnos. Nuestro premio está allí, ¡y es muy grande! Pensemos con frecuencia en él” (Así los quiero, p. 139). San José Allamano nos recuerda que el cielo debe ser el proyecto de cada discípulo misionero de Jesucristo. Es el premio que cada creyente espera al terminar la carrera terrenal. Por eso es importante tener la mirada esperanzadora en el paraíso.

-       Poseer la gran reserva de confianza: No puede haber esperanza sin la confianza, pues la una es inseparable de la otra. Dice san José Allamano: “Hay que tener una gran reserva de confianza para poder infundirla en los demás. Sin confianza no se puede hacer nada. Desconfiando le fallamos a Dios. José Cafasso decía que la falta de confianza es el pecado de los dementes. (…) Confianza, confianza. ¡Este es el espíritu que quiero en ustedes¡ (Asi los quiero, p. 141). Indudablemente la confianza es la esperanza firme que se tiene en alguien, o la seguridad que se tiene en uno mismo. La confianza empieza con Dios y se extiende a las personas. La confianza es un valor fundamental para construir relaciones solidas y exitosas. La confianza es la base fundamental de la esperanza, y quien confía siempre tiene esperanza.

-       Poner todo en manos de Dios: Definitivamente la esperanza es poner todo en las manos de Dios. Aclara san Jose Allamano: “La confianza es una confianza en la Divina Providencia, que nos acompaña en cada momento de nuestra vida. Confiemos en Dios y pongamos todo en sus manos. (…) No pongamos nuestra confianza en los medios humanos que poseemos: talento, fuerzas, virtudes, etc., o en los de los demás. Hagamos siempre lo que podamos de nuestra parte, después dejemos todo en las manos del Señor, sin temor. Él no deja nunca su obra por la mitad” (Así los quiero, p. 142). Dios es la fuente de consolación y esperanza. La esperanza verdadera se enraíza en Dios.  No hay una verdadera esperanza fuera de Dios. Todos los santos y beatos fueron testigos de la esperanza en Dios, pues siempre ponían absolutamente todo en las manos de Dios: sus alegrías, anhelos, fatigas, proyectos de vida, etc. Así que, fuera de Dios no existe la verdadera esperanza.

Los misioneros de la Consolata, agentes de consolación y esperanza.

El ser de los misioneros de la Consolata es consolar y dar esperanza a las personas en los lugares donde se encuentran. Los misioneros de la Consolata, a ejemplo de su Fundador san Jose Allamano, son dispensadores de la consolación y esperanza. La misión es el lugar donde consuelan a las personas especialmente a los necesitados y vulnerables. Ellos suelen consolar  a las personas en los lugares remotos donde tal vez otros no se atreven ir.

Por eso, los misioneros de la Consolata por su carisma Adgentes, se vuelve naturalmente agentes de esperanza para los desesperanzados. De hecho, a lo largo de todos los años de la existencia del Instituto de la Consolata para Misiones, incontables misioneros han dado la esperanza a diversos pueblos. Pensemos en las escuelas hechas por los misioneros. Pensemos en la dignidad humana defendida por los misioneros. Pensemos en las campañas por la paz y reconciliación que los misioneros han hecho a favor de los vulnerables e indefensos. Pensemos en los misioneros que han arriesgado su vida para poder dar esperanza a pueblos desesperanzados. Su entrega a la causa del Reino de Dios ha hecho felices a muchas personas en las misiones confiadas a ellos.

Por eso, los misioneros de la Consolata son consagrados para dar esperanza y consolación. Eso ha sido su compromiso misionero de siempre. San José Allamano es su inspirador en el compromiso de ser dispensadores de consolación y esperanza para los pueblos y comunidades que acompañan. El carisma Ad gentes que les caracteriza es el medio por el cual consuelan y dan esperanza a los pueblos indígenas, amazónicos, afros, periferias urbanas, y otras opciones pastorales que acompañan.

Así que, es parte del ADN de los misioneros de la Consolata ser dispensadores de  consolación y esperanza, especialmente a los pobres y vulnerables de la sociedad. Que en este año del Jubileo de esperanza, seamos siempre misioneros de consolación y esperanza para los pueblos que el Señor nos ha confiado.

 

 

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