La palabra misericordia tiene su origen en dos
palabras del latín: miserere, que significa tener el corazón (cors) con los
pobres (miser).Dicho de otro modo, es sentir afecto por los pobres, y trascenderse aún
asimismo hacia los demás, olvidándose de ese modo de su persona.
Cabe notar que, la misericordia ha sido un tema
imperdonablemente olvidado tanto en las reflexiones teológicas como en la
mayoría de los discursos que rigen las sociedades actuales. Sin embargo, ella
es un mandamiento que gobierna tanto el cristiano en su particularidad como la
iglesia en su conjunto. La iglesia como sacramento de la presencia permanente de
Cristo en el mundo, es también sacramento de la misericordia[1]. A través de la Palabra y
los sacramentos, presenta en la historia
y en la vida de cada cristiano el Evangelio de la misericordia, que es
Jesucristo. Para ello, “la iglesia debe dar testimonio de la misericordia de
Dios revelada en Cristo, en toda su misión de Mesías, profesándola
principalmente con verdad salvífica de fe necesaria para una vida coherente con
la misma fe, tratando después de introducirla y encarnarla en la vida bien sea
de sus fieles, bien sea-en cuanto posible-en la de todos los hombres de buena
voluntad[2].
En el sermón de la montana, Jesús aclara que los bienaventurados
son los misericordiosos porque alcanzarán la misericordia (Mt 5, 7). Acerca de
este aspecto, san Juan Pablo II, explica que, “la iglesia ve en estas palabras
una llamada a la acción y se esfuerza por practicar misericordia (…) y el
hombre alcanza el amor misericordioso de Dios, su misericordia en cuanto él
mismo internamente se transforma en el espíritu de tal amor hacia el prójimo[3]. Pues, “este proceso
auténticamente evangélico no es solo una transformación espiritual realizada de
una vez para siempre, sino que, construye todo el estilo de vida, una
característica esencial y continua de la vocación cristiana”[4].
A lo largo de la historia del cristianismo, muchos
santos y beatos tanto conocidos como desconocidos, tradujeron eso en su vida. La
misericordia no quedó como asunto teórico solo para predicarse, sino que la
hicieron parte integral de su misión y ser. Ejemplos de ellos son innumerables,
pero vale destacar a san Francisco de Asís, beata madre Teresa de Calcuta, san
Juan Bosco, san Vicente De Paul, san Juan de la Cruz, beato José Allamano,
beata Irene Estefani Nyaatha, entre otros. Los santos y beatos mencionados
mostraron cual era el sentido último del amor cristiano al prójimo. Su
testimonio indica que “la misericordia cristiana consiste en el fondo en
encontrarse con Jesucristo en la persona sufriente”[5].
La misericordia,
aspecto central en el beato José Allamano.
El aspecto de misericordia no es ausente en el ser y
quehacer del beato José Allamano. Todo el recorrido de su vida muestra que el
fundador de los misioneros y misioneras de la Consolata fue instrumento fiel de
la misericordia de Dios. Se dejó utilizar por Él para propagar su misericordia
a los demás. Eso fue por la convicción que tenía de que, la misericordia era la
viga maestra que ha regido siempre la
vida de la Iglesia y la de los cristianos. A continuación se presenta cómo la
misericordia ha sido un pilar fundamental en la vida y la misión del beato José
Allamano.
La
fundación del Instituto.
Para poder situar la centralidad de la misericordia en el beato José Allamano, hay
que tener en cuenta la fundación del Instituto, es decir, las circunstancias
por las cuales fue fundado. Es cierto que la fundación del Instituto de la
Consolata para Misiones es fruto de la misericordia de Dios. Aunque, de ningún
lugar, ni de ningún escrito se menciona la palabra “misericordia” como elemento
inspirador en su fundación, es muy claro que la preocupación del beato José
Allamano por aquellos hombres y mujeres que nunca habían tenido la oportunidad
de conocer a Cristo, o lo habían conocido pero sin profundidad (como es el caso
de los cristianos de Kaffa-Etiopia cuyo pastor había sido expulsado), no fue
por casualidad, sino por la misericordia. La historia de la vida del beato José
Allamano muestra que se empapó completamente de la misericordia de Dios. La experimentó
cuando se le murió su padre a la edad temprana. La misericordia de Dios lo
acompañó en compañía de su madre María Ana Cafasso. La experimentó, asimismo,
cuando cursaba en el oratorio salesiano de Valdocco, donde se encontró con el
santo de misericordia, Juan Bosco. La vida llena de santidad de su tío José
Cafasso tambien le irradió de huellas de misericordia. Las obras misericordiosas
de este santo para con los encarcelados no dejaron de influenciar su vida. La
curación milagrosa es otro elemento que muestra la misericordia de Dios en la
vida del beato José Allamano. Definitivamente sintió que la misericordia de
Dios lo acompañaba cuando se curó prodigiosamente de la enfermedad que probablemente
estorbaría la fundación del Instituto. Esas circunstancias, en una u otra
forma, influyeron el ser y quehacer misericordioso del beato José Allamano,
marcaron su vida, y se volvieron
acontecimientos vitales que alimentaron el proyecto de la fundación del
instituto cuya tarea era seguir con la propagación de la Consolación de Dios a
las tierras lejanas.
No se puede negar que la fundación del Instituto fue
fruto del celo apostólico del beato José Allamano. Su celo apostólico hizo que
él ensanchara sus horizontes hacia el mundo entero. Aquí es donde se puede
notar la misericordia y la compasión apostólica del beato José Allamano. Se
compadeció con otras tierras del mundo, con otras culturas totalmente
diferentes a la suya; en este caso el África, la mayoría de cuyos habitantes en
ese entonces, todavía no habían conocido a Jesucristo. Por la misericordia
seguramente “sintió la urgencia del
mandato de Cristo a anunciar el Evangelio a todos”[6]. A raíz de eso, le parecía
innatural que en su iglesia local, fecunda de tantas instituciones dedicadas a
las obras de caridad, faltara una dedicada exclusivamente a las misiones.
Es claro que muchos misioneros inspiraron el ser misericordioso de
José Allamano hacia las tierras de
misión. Uno de ellos era el cardenal Guillermo Massaia. Es importante notar que
este misionero capuchino fue uno de los modelos significativos del beato José
Allamano[7]. La necesidad de continuar
con el trabajo de él inspiró la fundación del Instituto de la Consolata para
Misiones. El beato José Allamano se impresionaba muchísimo cuando leía las
obras misioneras de él en Etiopia. El encuentro personal con él después de la
expulsión de ese país le motivó para el futuro proyecto de un instituto exclusivamente
misionero. Con la expulsión de este gran misionero de las tierras etiópicas, el
fundador de los misioneros de la Consolata sintió la gran misericordia con el
pueblo al que el Señor le había encomendado. Eso le permitió descubrir “un
vacio de apostolicidad”[8] que, a su juicio, pronto tenía
que llenarse.
La misericordia del beato José Allamano está muy
ligada a la forma como percibía con constancia y astucia las necesidades
espirituales, morales, sociales y pastorales de esos cristianos. Vale recordar
que, su intención era que los primeros misioneros de la Consolata pudieran
entrar en contacto con aquellos cristianos abandonados para continuar con la
obra del cardenal Guillermo Massaia.
La
opción preferencial por los pobres. Dios es el misericordioso por excelencia para con los pobres. El amor
y la solicitud de Dios tienen como destinatarios especiales a los pobres y
débiles. Su misericordia hacia ellos se manifiesta, sobre todo, en la
prohibición de oprimir y explotar a extranjeros, viudas y huérfanos (Ex 22,
20-26), en la proteccion de los pobres ante los tribunales (Ex 23, 6-8), y en
la prohibición de la usura (Ex 22, 24, 24-26). La opción de Dios por los pobres
se refleja con especial énfasis en el mensaje de los profetas. Éstos
denunciaron la explotación, violación, y la opresión de los débiles y pobres
(Am 2, 6-8; Isa 1, 11-17; Ez 18,7-9). Los profetas muestran que los pobres
encuentran en el Dios de Israel el refugio, la compasión, el derecho y el
consuelo.
La opción preferencial por los pobres es uno de los
rasgos que marca el ser misericordioso del beato José Allamano. No hay duda
alguna que en la trayectoria de su vida haya tenido preocupación por los pobres
y débiles, tanto a nivel local como en las tierras de misión donde trabajaban
los misioneros y las misioneras de la Consolata. La opción preferencial por los
últimos está muy ligada a la razón primigenia de la fundación del Instituto. Desde
los inicios del instituto, el fundador mostraba la preferencia hacia la
periferia. Se compadecía con aquellos hombres y mujeres de tierras lejanas que
no habían conocido al Salvador del mundo. No cesaba en inculcar este aspecto a
sus misioneros y misioneras. Para él, el misionero “no parte para obtener así
un poco de distracción, ni tanto menos parte para conquistarse una gloria, ni
tampoco para obtener cosas materiales. Su partida es una empresa de fe a favor
de los más pobres”[9]. El beato José Allamano tenía la convicción de
que, el misionero de la Consolata no podía separarse del compromiso con los pobres,
pues Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre. Vale
notar que “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe
cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para
enriquecernos con su pobreza”[10]. Esta opción nace de la
fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre que se ha hecho nuestro hermano (Hb 2,
11-12).
La opción preferencial por los pobres le llevó al beato
José Allamano a preocuparse mucho por su liberación integral. La liberación es
“un proceso iluminado, reforzado y sostenido por la fe y celebrado por ella
como anticipación de esa plena liberación anunciada en la vida, muerte y
resurrección de Jesús”[11]. En Él y por Él, la total
liberación será realidad y gozosa. Eso significa que la liberación integral de
los pobres debe abarcar la totalidad de la persona: su cultura, su estructura,
su dimensión histórica y su camino hacia la plena estatura de Cristo.
El
ambiente misionero del beato José Allamano. No se puede dudar que el fundador recibió la
vocación de ser misericordioso desde el mismo Dios cuyo atributo divino es la misericordia.
Tampoco se puede negar que su misericordia hacia los pueblos de la periferia
haya sido influenciada por el ambiente denso de misionariedad de la iglesia
local donde se crió. Cuando nació él, el ambiente de su iglesia local estaba
repleto de misionariedad. Estaban naciendo institutos misioneros como el PIME,
luego nacieron los combonianos. Eso significa que tuvo la ventaja de conocer
los maestros de la misión adgentes, quienes se volvieron sus modelos y posteriormente
los de sus misioneros y misioneras. Ellos, sin lugar a dudas, influenciaron su ser misericordioso hacia los
pobres en los lugares periféricos del mundo.
Al hablar de los modelos de la misión, no se puede
dejar de mencionar a san José Cafasso quien le impresionó al beato José
Allamano por su capacidad de moverse hacia todos con un celo apostólico
incansable[12].
San Juan Bosco es otro modelo que contribuyó al crecimiento del ser
misericordioso del beato José Allamano hacia la misión Ad gentes. Él solía ver
las expediciones misioneras con tanta solemnidad que salían de Turín para los
lugares de misión. Se suma tambien al cardenal Massaia entre los que fueron
modelos del beato José Allamano. El misionero capuchino en medio de persecución,
misionó por 33 años en Etiopia. Para ello, fue modelo de perseverancia en la misión.
El ejemplo de estos modelos, su compasión hacia los que no conocían a Cristo,
su amor inquebrantable a Dios y al prójimo; todo eso, influenció el celo
misionero y misericordioso del beato José Allamano. La misericordia de esos
santos manifestada en las obras caritativas, entrega total a la misión
adgentes, no dejó de sembrar las semillas de misericordia en el ser del fundador
de los misioneros y misioneras de la Consolata.
CONCLUSIÓN
“La misericordia es la viga maestra que sostiene la
vida de la Iglesia (...). La credibilidad de la Iglesia pasa a través del
camino del amor misericordioso y compasivo”[13]. La misericordia fue una columna
fundamentar en el ser y quehacer del beato José Allamano. Fue misericordioso
porque entendió que a él se le había aplicado la misericordia. Los misioneros y
misioneras de la Consolata, somos los herederos del carisma del beato José
Allamano de ser heraldos de la misericordia y la consolación de Dios al mundo. Para
ello, este año santo de misericordia no puede pasar desapercibido en nuestro
compromiso y quehacer misionero.
[1] Cfr. Kasper, Walter, La
Misericordia, Clave del Evangelio y de la vida Cristiana, 153.
[2] Juan Pablo II, Carta Encíclica Dives
in Misericordia , 24
[3] Ibíd. no. 14.
[4] Ibíd., no.14
[5] Kasper, La misericordia, Clave del
Evangelio y de la vida Cristiana, 147.
[6] Allamano, José, Así los
quiero, 15
[7] Cfr. Castro Quiroga, Luis Augusto,
Padre y Maestro de Misioneros, 21
[8] Ibíd., 33
[9] Castro, Padre y Maestro de
Misioneros, 141
[10] Discurso inaugural de su
Santidad Benedicto XVI al inaugural la V Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano y del Caribe, en santuario de Aparecida, Brasil.
[11] Castro, Padre y Maestro de
Misioneros, 146
[12]
Ibid., 19
[13] Francisco, Misericordiae Vultus,
Bula de Convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, no. 10.
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