Aceptar a Jesucristo como Salvador: Aceptar a Jesús significa ponerle en el centro de nuestra vida, significa que Él es el camino, la verdad y la vida de uno, significa ser cristiano y aprender siempre de Él: “si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Rm 10:9). Aceptar a Jesús como Salvador implica decir sí a todo lo que Él dice. Implica la negación del camino pecaminoso de uno, implica la negación de los intereses personales e implica sacrificarse para encontrar la vida eterna que Cristo regala a los que creen en Él. Quien vive auténticamente la vida cristiana es siempre una persona de paz y contribuye enormemente al bienestar de los demás.
Cultivar
la vida espiritual: La vida espiritual
es la vida según el Espíritu, la existencia humana conducida por el Espíritu
Santo dado a los creyentes. La vida espiritual es la vida cristiana en el
sentido profundo de la vida en Cristo, es decir, en comunión con Cristo y según
su palabra. La vida espiritual es la convicción de que los cristianos como
hijos de Dios son guiados por el Espíritu Santo y viven según el Espíritu (Rom
8,14; Gál 5,25). La vida espiritual es vivir siempre en el camino de Dios y
abandonarse completamente a Él. La vida espiritual conduce a uno a la
conversión, ayuda a la persona a dejar el hombre viejo (Ef 4:22) y le conduce a
vivir una vida nueva en el Espíritu. La vida espiritual ayuda a la persona a
interpretar la realidad vivida con ojos de la fe. Ese camino espiritual
contribuye enormemente a la construcción de paz, perdón y reconciliación.
Reconocimiento
de propios errores y pedir perdón: La equivocación hace parte de la vida humana. Por eso al equivocarse es
importante pedir perdón. Es muy fundamental reconocer los propios errores ante
la persona que le haya ofendido. Reconocer los propios errores y disculpase de
ellos contribuye bastante a la paz ante los ofendidos, pues pedir perdón es una
muestra de humildad. Pedir perdón y reconocer los propios errores aumenta la
credibilidad y la confianza en la persona. Reconocer los propios errores y pedir
perdón, significa tener la disposición de entablar nuevas relaciones, significa
vivir pacíficamente con los demás y vivir una vida libre de rencores y
resentimientos.
Solucionar
los conflictos amigablemente: Es
imposible que no haya conflictos en la vida de cada persona. Es imposible que
no haya desacuerdos con las personas con las cuales uno vive, trabaja o se
relaciona. A veces los conflictos son provocados por nuestra manera de ser, malentendidos,
nuestra manera de ver el mundo y las formas de interpretar las cosas. Cualquier
situación que provoca los conflictos, hay que solucionarla amigablemente. Solucionar
los conflictos amigablemente es la manera evangélica de arreglar los problemas.
Evitar los
chismes y el lenguaje provocativo contra
las personas: Muchos conflictos al
interior de las familias, barrios, trabajos, y grupos de amigos, en gran parte,
están causados por los chismes de los unos contra los otros. Los chismes provocan
desconfianza, odios y resentimientos de unos contra otros. El Papa Francisco en
incontables ocasiones ha dado la catequesis acerca del peligro de los chismes. Dice
al respecto: “el diablo es el mayor chismoso. Siempre está diciendo cosas malas
de los demás. Es el mentiroso que intenta dividir a la Iglesia. (…) por favor
hermanos y hermanas, tratemos de no chismosear. (…) el chisme es una peste más
fea que el Covid. Peor. Hagamos un esfuerzo. Nada de habladurías. Nada” (Papa
Francisco, 06 de septiembre de 2020). Así que, evitar los chismes significa
evitar las tensiones y provocaciones que puedan dañar la paz y la convivencia
pacífica con los demás.
Evitar las
venganzas: La venganza es la mayor
causa de violencia y asesinatos en el mundo entero. Es importante notar que la
venganza es una reprimenda que se ejerce sobre una persona o grupo de personas
por una acción que es percibida como mala o dañina. La persona que se siente
afectada decide vengarse, pensando que de esa manera repara el daño que le haya
causado. La venganza en muchas veces produce cadena de violencia y odios
interminables. Evitar las venganzas abre el camino de paz, perdón y
reconciliación.
Reconocer y respetar la diversidad: La
diversidad bien reconocida y respetada siempre contribuye a la paz y la convivencia
pacífica. El ser humano es muy diverso, igual que la sociedad en que vivimos.
Somos diversos en estratos sociales, diversos somos en creencias, somos
diversos desde el punto de vista étnico, somos diversos en capacidades, somos
diversos en genero, entre otros. Así que, la diversidad es una riqueza y algo
positivo, pues el respeto de ella implica reconocer y promover activamente el
valor igualitario de todas las personas
sin condescendencia. Por eso, el respeto a la diversidad como valor y
riqueza contribuye enormemente a la construcción de la paz en cualquier
sociedad.
El respeto de los derechos humanos: Los derechos humanos son normas que
reconocen y protegen la dignidad de todos los seres humanos. Estos derechos
rigen la manera en que los individuos viven en la sociedad y se relacionan
entre sí, al igual que sus relaciones con el Estado y las obligaciones del
Estado hacia ellos. Donde los derechos de las personas son respetados siempre
gozan de paz. Donde los derechos humanos son violados siempre hay tensiones, y se
suele tener guerras y violencias.
Promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad: La comprensión, tolerancia y solidaridad son elementos fundamentales que promueven la paz y la convivencia pacífica en cualquier sociedad. Ser comprensivo significa entender la realidad del otro, aceptar al otro como es, es decir con sus defectos y virtudes; ser tolerante es la capacidad de la persona de aceptar las opiniones, ideas, actitudes, formas de ser de otros, aunque no coincidan con las propias. Las personas tolerantes contribuyen bastante a la construcción de la paz. La solidaridad siempre es fruto de la madurez humana porque es el apoyo incondicional de uno a causas e intereses ajenos especialmente en situaciones difíciles. La persona solidaria alivia las tensiones de otros, causa alegría de otros y sus familias, y afianza la amistad sincera entre personas y comunidades. Así que, es importante cultivar como virtud propia la comprensión, la tolerancia y la solidaridad en el diario vivir de cada persona, pues son elementos imprescindibles para vivir en paz en la sociedad.
Conclusión
La paz es muy
fundamental en la sociedad. Sin ella no podemos ser felices ni desarrollarnos
integralmente como personas y como sociedad. Sin embargo, la tarea de construirla
le corresponde a cada persona a través de las prácticas cotidianas de nuestro
diario vivir.
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