Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


jueves, 18 de noviembre de 2021

Sinodalidad y conversión

La sinodalidad es el camino al que el Papa Francisco invita a la Iglesia universal a abrazar. De hecho, el sumo pontífice ha enfatizado en incontables ocasiones sobre la urgencia de la sinodalidad, pero reiteró esta invitación de forma especial en su discurso durante la conmemoración de los 50 años de la institución del sínodo de los obispos. Dijo que: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Discurso del papa Francisco, el 17 de octubre de 2015). Así que al hablar de la sinodalidad es hablar del camino hecho juntos en el quehacer pastoral de la Iglesia. No se trata de caminar juntos con las personas de la misma clase social, tampoco se trata del camino de solo obispos, sacerdotes, religiosos, laicos comprometidos, sino que es un camino que se teje juntos teniendo en cuenta la diversidad que caracteriza a la Iglesia. Por eso, la sinodalidad es un conditio sine qua non para el ser y quehacer de la Iglesia. Asimismo, es una condición de valor inestimable para el éxito de la misión evangelizadora del cuerpo de Cristo.  

Es importante notar que, el camino de la sinodalidad privilegia la escucha, el discernimiento, la participación de todos, la comunión entre todos y la misión evangelizadora con el aporte de los carismas de todos. Sin embargo, para que se dé el camino de la sinodalidad en la Iglesia universal, en las iglesias particulares, en las parroquias, en los institutos de la vida consagrada, etc., hay que tener en cuenta de los impedimentos de ese sueño de caminar juntos como discípulos misioneros de Jesucristo. Por eso, es importante abrazar la conversión a nivel personal, es decir, el cambio de cada bautizado en cuanto a la sinodalidad,  y a nivel eclesial, es decir, el cambio que se requiere en la Iglesia para abrazar del todo la sinodalidad. Sin la conversión es imposible que haya la sinodalidad, sino que, seguirán prevaleciendo las imposiciones de caminos pastorales pensados por unos pocos sin la participación de la mayoría. Las áreas que requieren la conversión en pro de la sinodalidad son las siguientes:

La conversión del yo a nosotros: La sinodalidad es hacer el camino juntos, planear juntos y celebrar juntos. Es decir, la sinodalidad contrapone totalmente todo lo que presupone lo contrario a la comunión. Sin embargo, el desafío de la sinodalidad es pasar de la mentalidad eclesial del yo a nosotros, es decir, la mentalidad comunitaria contra la mentalidad egoísta arraigada en la mayoría de nosotros. La mentalidad eclesial del yo se manifiesta en la costumbre donde unos pocos deciden y el resto ejecuta pastoralmente lo decidido. A veces los que ejecutan los planes pastorales no hacen parte de las reuniones donde los planean, simplemente obedecen los caminos decididos  por pocos y los ponen en práctica. Para ello, la conversión de la mentalidad del yo a la de nosotros implicaría tener una visión comunitaria, una cultura nueva de participación y consenso con el fin de que las ideas de todos como pueblo de Dios estén involucradas y tenidas en cuenta.

Cambio de mentalidad: Es muy importante entender que la sinodalidad es comunión y participación. Asimismo, la sinodalidad es la invitación a tener procesos eclesiales que privilegien la escucha y el discernimiento para involucrar a mayor numero de bautizados en los planes pastorales. Eso implica un cambio de mentalidad. El proceso sinodal requiere un cambio de mentalidad, es decir, una manera diferente de pensar en cuanto a los eventos cotidianos, una manera diferente de relacionarse con los demás y una capacidad de interpretar los signos de los tiempos. Necesitamos cambiar nuestras mentalidades que ennoblecen el egoísmo, el individualismo, la parcialidad, el regionalismo, etc., para poder abrirnos a la sinodalidad que permite vivir juntos, planear juntos, hacer juntos la misión y participar ampliamente en decisiones pastorales en pro de la construcción del reino de Dios.

Conversión del clericalismo: El clericalismo es una manera desviada de concebir a los sacerdotes y toda la jerarquía de la iglesia como superiores a los demás. Además, es una tendencia a conferirles la superioridad moral. Esta tendencia ha hecho que algunos de ellos se sientan estar por encima de los demás, de tal manera que, fruto de esa concepción se alejan de la gente y de su realidad cotidiana. El clericalismo puede obstaculizar la sinodalidad si no hay un camino de conversión. La conversión es importante para los clérigos que tienen esa mentalidad clerical, igual se aplica a los laicos que están convencidos de que, así se debe considerar a los sacerdotes y toda la jerarquía de la Iglesia. El clericalismo es obstáculo a la sinodalidad porque quienes creen en ello nunca tendrán la apertura a las ideas diferentes, tampoco se asociarían con las ideas de aquellos que perciban inferiores a ellos. La conversión del clericalismo es muy importante, pues permite el dialogo con los demás, el discernimiento comunitario acerca de diversas realidades, la participación diversificada en planes pastorales y de esa manera se construye el camino que conlleva a la comunión pastoral.

Conclusión

No se puede pensar en la sinodalidad sin la conversión. La conversión es necesaria para que se dé el camino sinodal que se requiere tanto para la vida y la misión de la Iglesia en el mundo actual. El camino de conversión debe empezar con cada bautizado, cada obispo, cada sacerdote, cada misionero, cada diócesis, cada parroquia, cada comunidad religiosa, etc. Pues su conversión servirá de base para el éxito de la sinodalidad en la Iglesia.

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