En muchas culturas del
mundo, se realizan momentos celebrativos tanto para la despedida del año viejo
como para la recepción del nuevo. En el mundo cristiano católico, normalmente
se realiza la misa del fin del año y también para el inicio del año nuevo. Son momentos
para darle gracias a Dios quien permite terminar el año viejo y quien da la licencia
para iniciar el nuevo. Varios santos y santas han reflexionado sobre esos dos momentos
del año. Uno de ellos es el beato José Allamano, quien en varias ocasiones
recomendó a sus misioneros y misioneras de la Consolata la manera de celebrar
el fin del año y la forma de recibir el año nuevo. Sus recomendaciones siguen
vigentes hoy para los misioneros y las misioneras de la Consolata.
ACERCA DEL FIN DEL AÑO
El beato José Allamano
hace entender que el fin del año es el momento propicio para hacer el balance
final y elaborar presupuestos para el futuro. El balance final es un término
que se utiliza comúnmente en la administración, pero también en la vida
misionera-pastoral es importante hacer el balance final para saber dónde ha
habido crecimiento y dónde ha habido retrocesos y debilidades. En la
administración se hace el balance final para saber dónde ha habido ganancias y
pérdidas. El beato José Allamano hace entender que para los misioneros y las
misioneras de la Consolata, las ganancias son “las gracias recibidas en el
orden tanto natural como sobrenatural” (Así los quiero, 103). Entre las
ganancias recibidas en el orden natural hay que tener en cuenta el don de la
vida, la salud física, entre otros. En el orden sobrenatural hay que tener en
cuenta el regalo de la vocación misionera y perseverancia, la profesión
religiosa, los órdenes sagrados, los sacramentos, la voluntad para responder a
la vocación, la corrección de los defectos, la mortificación interna y externa,
entre otros. Para todo eso hay que agradecerle al Señor “porque sin Él no
podemos hacer nada, ni mucho ni poco, ¡nada!” (Así los quiero, 104).
El fin del año es
momento oportuno para reflexionar sobre las perdidas. Las pérdidas son los
desánimos, la falta de crecimiento, los fracasos, entre otros. En fin, son
nuestras deficiencias que no hacen que crezcamos en nuestra vocación misionera.
Sin embargo, el beato José Allamano aclara que las pérdidas en la vocación misionera
no provienen de Dios. Pues de Dios no viene perdida. “Entre las perdidas no hay
nada que provenga de Dios, de manera que él podría decir al Instituto, como de
cada uno de nosotros: ¿qué más podría haber hecho por mi viña que no le haya
hecho? (Cf. Is 5,4)” (Así los quiero, 104). Para rectificar las perdidas hay
que tener la buena voluntad para hacer siempre el bien, pues la perfección se
adquiere con una voluntad firme que se renueva constantemente en la Eucaristía,
en las oraciones personales y comunitarias, en los retiros mensuales y en las
fiestas de la comunidad.
ACERCA DEL AÑO NUEVO
Asi como el beato Jose
Allamano indica cómo se puede celebrar el fin del año, así tambien nos da pistas
acerca de cómo se puede vivir el año nuevo. Aclara que se debe empezar el año
nuevo con energía. Es decir, hay que empezarlo con entusiasmo. Para lograr eso,
no hay que darle cabida al pensamiento del pasado. Se debe enfocar en el
presente: “no pensemos más en el pasado; el presente está en nuestras manos.
Todos y todas llenos de buena voluntad” (Así los quiero, 105). Es importante
notar que, la voluntad es la capacidad humana para decidir con libertad lo que
se desea realizar y luchar con constancia para conseguirlo.
Exhorta el beato José
Allamano que en el año nuevo hay que hacer el examen preventivo. El examen
preventivo es parecido al examen de consciencia que se hace al inicio de la
jornada. El examen preventivo nos conduce a hacer esta pregunta: ¿Qué me
sucederá este año? Esa pregunta ayuda a identificarse con la voluntad de Dios y
apuntar bien la mira. Acerca de eso está claro el beato José Allamano al
afirmar que: “tratemos de pasar este nuevo año lo mejor posible; si habrá
debilidades, tratemos de repararlas enseguida; que no haya ningún día inútil…”
(Así los quiero, 106). Ahí está la importancia del examen preventivo desde el
inicio del año nuevo para vislumbrar bien la trayectoria del año y prever la
manera de corregir aquello que habrá que corregir. El examen preventivo es un
mecanismo de defensa para pronosticar soluciones para los momentos difíciles a
lo largo del año. La razón de todo eso es poder caminar conforme a la voluntad
de Dios.
El beato Jose Allamano
termina la recomendación para el año nuevo con un mensaje para los misioneros y
las misioneras de la Consolata: “¡Que el nuevo año sea un año con tantas
bendiciones para nuestros Institutos, para las misiones, para los misioneros y
las misioneras!” (Así los quiero, 107). En el sentido cristiano, la bendición
es una invocación de la protección
de Dios y su espíritu santificador sobre una persona, un lugar o una cosa. Por
eso, la bendición del fundador se dirige primero a los dos Institutos
misioneros porque necesitan el acompañamiento del Espíritu Santo para
desempeñar la misión evangelizadora que la Iglesia les ha encomendado. Se
dirige también a las misiones porque es el campo de batalla de los misioneros y
misioneras. Ahí se necesita el acompañamiento de la bendición de Dios para anunciar
el evangelio con fidelidad a los pueblos que el Señor les ha encomendado. El
fundador dirige su bendición del año nuevo a sus hijos e hijas: los misioneros
y las misioneras de la Consolata. Ellos necesitan la bendición de Dios en las
misiones, en su apostolado, en su consagración y en las comunidades donde viven.
Necesitan la bendición de Dios para dar el testimonio de Jesucristo a los
pueblos donde evangelizan.
CONCLUSIÓN
Terminar el año es una
gracia que viene de Dios. De igual manera, es gracia de Dios iniciar el año
nuevo y navegarlo conforme a la voluntad de Dios. La celebración del fin del
año es un momento para darle gracias a Dios por su acompañamiento a las
misiones, su benevolencia, su misericordia, y su iluminación para poder
responder con firmeza la vocación misionera que nos ha dado. Asimismo, la
celebración del año nuevo es otro momento de gracia para encomendarle nuestra
vida al Señor para poder ser instrumentos fieles de su Evangelio. Que el beato
José Allamano y nuestra Señora La Consolata intercedan por los misioneros y las
misioneras de la Consolata en este año nuevo que apenas iniciamos.