Actualmente en nuestro instituto, se ha trabajado
mucho sobre la inculturación del carisma como forma explícita que nos ayudaría
a comprender y conocer más a nuestro fundador el beato José Allamano sin
olvidar la diversidad cultural que caracteriza a cada misionero y misionera de
la Consolata. Pues sí, nadie puede negar que hace falta la inculturación del
carisma, pero asimismo es preciso la inculturación de la persona del fundador
para que sea comprendido perfectamente por todos: primero, por los misioneros y
misioneros que provienen de diferentes trasfondos culturales, y segundo, por la
gente que ha recibido la consolación de Dios gracias al carisma del instituto.
Es evidente que, de ningún modo, se puede comprender el carisma de un instituto
sin tener en cuenta el dador de él, ya que es una idea primigenia que viene del
fundador gracias a la inspiración del Espíritu Santo. Para ello, la
inculturación del fundador no significa otra cosa que darse a conocer al
contexto particular donde se realiza la misión. Somos una comunidad religiosa
internacional, multicultural, pluriétnica, pluri-tribal, e intercultural. Esta
heterogeneidad que caracteriza a los hijos e hijas de Allamano nos interpela a
que conozcamos a nuestro fundador desde las cosmovisiones e idiosincrasias
nuestras.
De este punto de vista, nos acercamos al asunto
importantísimo de cómo el beato José Allamano puede ser comprendido desde la
cosmovisión africana. Es importante notar que, una cosmovisión es la manera de
ver e interpretar al mundo. Se trata del conjunto de creencias que permiten
analizar y reconocer la realidad a partir de la propia existencia. Para ello,
se puede hablar de la cosmovisión de una persona, una cultura, una época, una
tribu, un continente, entre otros. A raíz de esta lógica de la inculturación,
para un misionero africano no se detendría en preguntar cómo el beato José
Allamano puede ser comprendido perfectamente desde el contexto propiamente africano.
Dicho de otro modo, ¿Cómo el beato José Allamano puede ser percibido por los
africanos? O si fuera un africano, ¿cómo
lo llamarían?
Pues, desde
nuestra cosmovisión africana se puede colegir que el beato José Allamano puede
ser comprendido como:
PADRE: En varios dialectos africanos, se
nota la suma importancia de ser padre por el respeto que le tiene a él. Un
padre puede ser de la familia nuclear (aunque esto sea un aspecto que fue introducido
por el cristianismo), o de familia extensa que es propia de la cosmovisión
africana. Conviene notar que, no hay algo tan especial en el contexto africano
como ser padre. Las expresiones como “taata”
(en idioma luganda de Uganda), “baba” (en kiswahili), entre otros,
muestran explícitamente el valor de un padre de familia. Un padre de familia es
importante en la medida en que engendra hijos e hijas y cuando son muchos, son
signos de abundantes bendiciones de Dios. Los hijos engendrados son signos de
bendición de Dios, son signos de la resurrección porque de esta forma se supera
la muerte, y se eterniza la familia, clan, tribu y la humanidad en general.
Por eso, en
la cosmovisión africana, el fundador no puede tener una expresión mejor que ser llamado padre por haber fundado
los dos institutos misioneros que han propagado la fe en las tierras africanas.
Él es padre de los misioneros y misioneras de la Consolata y a través de ellos,
ha engendrado varios hijos e hijas africanos en la fe. En este sentido, es
padre de la fe de los africanos sobre todo en aquellos lugares donde se recibió
la Buena Nueva a través de los misioneros y misioneras de la Consolata. Para
ello, para el africano el fundador es un padre por excelencia por poseer una familia
extensa signo de inmensas bendiciones de Dios.
ANCESTRO: Fuera de ser padre, el beato José
Allamano es un ancestro. En la cosmovisión africana, el ancestro durante su
estadía en el mundo era una persona significativa para la comunidad, una
persona que se entregó totalmente para el bien de la comunidad, una persona de
valores impresionantes, una persona que pudo interpretar los signos de los tiempos en pro de su pueblo.
Algunos ancestros lucharon a brazo partido hasta derramar su sangre para el
bien de sus comunidades. Por haber
servido bien a su comunidad y por haber vivido buena vida, siempre son
recordados y las comunidades les tienen respeto porque son el punto de
referencia en varias dimensiones de la vida. Por eso, en el contexto africano, antes
de empezar cualquier trabajo, se invocan a los ancestros pidiendo su bendición
y acompañamiento.
Teniendo
claro la importancia de los ancestros en la cosmovisión africana, no hay duda alguna que el beato José Allamano sea un ancestro. Vale
decir que el ancestro es aquel del cual se desciende. Él puede ser tanto el que
inició la línea de la descendencia en la cual aparecemos nosotros como también
la persona directamente anterior a nosotros. Es alguien que está desde antes que
nosotros con la cual mantenemos un vínculo genético y social de la unión
indestructible. Eso significa que él puede ser el antepasado común de muchas
familias que van ramificándose con el tiempo.
Ahora bien,
si el ancestro es alguien del cual descendemos ¿Quién negaría considerarle al
fundador como nuestro ancestro? Sin lugar a dudas, Allamano es un ancestro
puesto que es el árbol genealógico de la familia Consolata y tronco sobre el
cual el instituto se afianza su quehacer misionero. Asimismo, es ancestro para
los africanos por haber mandado a los misioneros y misioneras de la Consolata
quienes les transmitieron la consolación de Dios gracias al carisma ad gentes
de beato José Allamano. Alimentándose y guiándose por el espíritu del fundador,
nacieron muchas comunidades cristianas y muchas obras caritativas fueron
introducidas a fin de promover integralmente al hombre desde el encuentro con
la persona de Jesucristo. Por lo tanto, el beato José Allamano es nuestro
ancestro en la fe.
HERMANO MAYOR: En la
cosmovisión africana el hermano mayor es muy importante. El hermano mayor desempeña
funciones importantes en el hogar. Es el segundo en importancia después de los
padres y es el heredero después de que fallezca el papa. Él debe ser ejemplar,
disciplinado, laborioso, entre otros. Para ello, el beato José Allamano es
nuestro hermano mayor ya que de él recibimos el carisma que le transmitió Dios.
Él es modelo de santidad y ejemplo perfecto para seguir en la realización de la
misión evangelizadora de la Iglesia. Por ende, es nuestro hermano mayor en
todas las dimensiones: espiritual, formativa, misionera, y humana.
ABUELO: En la sociedad narcista en la que
vivimos, se valora mucho la eficacia y da culto a lo joven, a lo bello y a lo
hermoso porque la vejez es un contravalor y no se estima la sabiduría del
corazón que representa los años. Sin embargo, en la cosmovisión africana los
abuelos son las personas más respetadas porque ellos son los custodios de la
memoria colectiva de la comunidad. Son los garantes del afecto y la ternura que
todo el ser humano necesita dar y recibir. Son los tesoros que ninguna
comunidad quiere que desaparezcan. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del
tiempo, son memoria y riqueza de las familias. El respeto cae sobre el abuelo o
abuela por ser progenitor de alguien. Conviene apuntar que, en África la muerte
de un anciano significa la desaparición de una biblioteca. Para ello, Allamano
es abuelo de muchas comunidades cristianas tanto en África como en otras
latitudes del mundo, porque de él descendieron los padres y madres que las
fundaron.
SABIO: En la cosmovisión africana, el
sabio es aquel individuo que posee la sabiduría entendida como conocimiento profundo
que se adquiere gracias a la experiencia de vida. La sabiduría es una habilidad
que se desarrolla y consiste en la aplicación de la inteligencia en la
experiencia para poder obtener conclusiones que permitan comprender mejor las
cosas y determinar cuando algo es bueno o no es bueno. Por la experiencia de
vida, los sabios tienen la capacidad de vislumbrar el futuro para sus
comunidades, organizan a sus comunidades internamente en contra de cualquier
agresión que provenga de otros lados. Para ello, son visionarios puesto que han
tenido la capacidad de entrever el futuro para el bien de sus comunidades y de
la generación futura. Es importante
notar que, en África los sabios son personas que han tenido la experiencia de
vida que les permita tener la capacidad de evaluar el pasado y el presente con
el fin de proyectar mejor la certeza del futuro para su pueblo.
Teniendo eso
en cuenta, nadie negaría que el beato José Allamano fuera un sabio, debido a
que supo leer los signos de los tiempos. Pudo ojear desde Italia la realidad
del mundo africano para inquirir sobre la necesidad y posibilidad de llevarles
a Jesucristo, único Salvador del mundo. El fundador pudo otear la necesidad de
la evangelización del África que en aquel momento era un campo enorme y casi
vacío de la evangelización. Ese sueño que inició en 1902 con la despedida de
los primeros misioneros a Kenia, se convirtió en una realidad de tal manera que,
hoy los misioneros y misioneras de la
Consolata se encuentran en más de diez países africanos llevando la Consolación
de Dios. La sabiduría que caracterizaba al fundador le permitió tener la
capacidad de ver con pasión, atención y amplitud las necesidades de los hombres
y mujeres africanos, y gracias a su mirada misionera, pudo percibir desde lejos
los horizontes africanos donde descubrió ese “vacío de apostolicidad[1]”.
En este
sentido, la sabiduría del fundador se refleja en su capacidad de ensanchar los
horizontes misioneros en pro de la evangelización de los pueblos africanos. Todo
eso fue posible porque empleó la sabiduría que Dios le otorgó para poder
trascender su ser de sacerdote diocesano a fin de trabajar por la extensión del
Reino de Dios a otras tierras fuera de su ambiente local. Así que, la sabiduría
del fundador es la base de todos los quehaceres misioneros de nuestro instituto,
de todas las aperturas misioneras, de todos los sueños que el instituto sigue
realizando porque él es la columna vertebral alrededor de la cual centramos
nuestras proyecciones pastorales y misioneras.
Que el beato
José Allamano nos siga bendiciendo a todos para seguir adelante proclamando con
fervor el proyecto de Dios tomando a María Consolata como nuestro modelo. Amén.