Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


viernes, 26 de mayo de 2017

NOS ENORGULLECEMOS DE SER MISIONEROS DE LA CONSOLATA.


“La Consolata es especialmente nuestra y tenemos que estar felices de tenerla como Protectora, estar santamente orgullosos de que nuestro Instituto se llame “de la Consolata”. (Así los quiero, pg. 223). Cuando se habla de la palabra orgullo, se refiere a un sustantivo que pueda presuponer para muchos algo negativo. Sin embargo, por una parte, lleva un concepto bueno de un sentimiento de auto-valoración por lo que se ha logrado hacer o tener en la vida; por otra parte, es un sentimiento de satisfacción hacia algo que se considera meritorio. El orgullo de cualquier misionero debe partir del mero hecho de ser misionero de Jesucristo quien llama a los que Él mismo quiere y los envía a predicar (Mc 3, 13-14). Pero ser misionero de la Consolata es también un orgullo para quienes se identifican con el nombre de la Consolata. Ella es la identidad de nuestra comunidad religiosa fundada más de cien años por el beato Jose Allamano, un sacerdote diocesano ejemplar, padre y maestro de los misioneros y misioneras. Varias son las razones que nos hacen sentir orgullosos de ser misioneros de la Consolata tal como las presento a continuación:

Somos una comunidad Mariana: No solo son los misioneros y misioneras de la Consolata que tienen a María como patrona, sino que incontables comunidades tanto apostólicas como seglares. Sin embargo, el titulo de la Consolata hace que seamos diferentes de los demás. Varias personas nos quieren por ser misioneros de la Consolata. Muchos tanto laicos como religiosos quieren trabajar y vivir con nosotros por ser misioneros de la Consolata. Muchos obispos nos invitan para el apostolado misionero en sus diócesis por ser misioneros de la Consolata. La virgen Consolata es nuestro modelo y guía. Somos afortunados de que nuestra comunidad lleva el nombre de María Consolata. El nombre de ella que llevamos nos anima a convertirnos en misioneros fervorosos. Acerca de ello, el beato José Allamano nos recuerda: “cuando ustedes van por la calle, la gente no dice: “son los misioneros o las misioneras”, sino: “son los misioneros o misioneras de la Consolata”. No pueden nombrarlos sin nombrarla a ella. Todos nos consideran los hijos menores de María (…). Debemos estar santamente orgullosos de pertenecer a la Virgen bajo  este título (…)” (Así los quiero, pg. 223).

Somos misioneros Ad Gentes: La misión en salida es un componente imprescindible del ser y quehacer de los misioneros de la Consolata. Mientras que el mundo se llena de miedo de ir a los desconocidos, a los últimos, a los abandonados, a los menos favorecidos, a los considerados inútiles de la sociedad, a las minorías étnicas, nosotros nos consagramos por y para ellos. Desde el primer día que nuestra comunidad religiosa fue fundada en 1901 por el beato Jose Allamano, los primeros misioneros fueron enviados a los desconocidos en Kenia a predicarles el evangelio. Desde aquel momento hasta nuestro tiempo, el instituto no ha perdido ese horizonte. En todo el mundo donde estén los misioneros de la Consolata, nuestro trabajo misionero, en gran parte, está dirigido a los menos favorecidos de la sociedad. Ellos son nuestra prioridad. Eso justifica nuestro trabajo misionero con los que viven en tugurios, los enfermos del SIDA, las minorías étnicas, entre otros. La misión ad gentes nos caracteriza y es la identidad que nos distingue del resto. Dicho de otro modo, es el carisma que heredamos de nuestro honorable fundador el beato Jose Allamano. Perder el horizonte de la misión adgentes con toda su expresión es perder nuestra identidad en la Iglesia.

Somos una comunidad internacional e intercultural: La internacionalidad caracteriza el ser de nuestra comunidad. Somos una comunidad misionera compuesta de miembros provenientes de varios países del mundo y con trasfondos culturales diferentes. La riqueza de nuestra multiculturalidad es un don inestimable para el quehacer de nuestra misión. La multiculturalidad que nos caracteriza es el testimonio de la vivencia del pentecostés hoy en la vida consagrada y en la misión evangelizadora de la iglesia. Para ello, al conformar nuestras comunidades locales, siempre no se olvida como característica el aspecto de internacionalidad e interculturalidad. Asimismo, las casas formativas tienen esos aspectos a la hora de conformar el número de sus miembros. Aunque la multiculturalidad pueda generar tensiones y choques, trae más ventajas que desventajas.
                                       
Actualmente en todo el mundo, el fenómeno de la multiculturalidad es un hecho del que no se puede prescindir. Es una realidad que no se puede negar ni ocultar; ciudades y pueblos, por lo general, no sólo son habitados por nativos, sino sujetos provenientes de diferentes trasfondos culturales. La diversidad cultural es un hecho que se experimenta a diario en muchos rincones, pero lamentablemente no se le da el visto bueno, ni la aprecia la mayoría. Muchos son reacios, así sea una realidad insoslayable. La diferencia cultural puede producir confrontaciones directas con frecuencia porque “cada cultura es un conjunto coherente, diferente de las otras, que se protege de las culturas ajenas” (Touraine, 1997, p.183).

Pero ¿cómo podemos vivir juntos? La interculturalidad es el valor que nos pueda ayudar a vivir juntos como hermanos y hermanas. Pues ella no es otra cosa que el contacto e intercambio entre culturas en cuanto a la igualdad y equidad. Debe pensarse desde la relación, la comunicación y el aprendizaje permanentes entre personas, grupos, conocimientos, valores, tradiciones, lógicas y racionalidades distintas. Dicho de otra manera, la interculturalidad se puede entender como un proceso eminentemente polifónico donde se consigue la sintonía y armonía de las diversas voces por el continuo contraste con el otro y el continuo aprender de sus opiniones y experiencias. Si es bien vivida, fomenta la relación entre las diversas culturas en una sociedad culturalmente heterogénea, y promueve la aceptación mutua del otro o de otros.

¡Que testimonio dan los misioneros de la Consolata por ser una comunidad intercultural! ¡Que testimonio damos por vivir juntos, proyectar la misión juntos, aunque seamos diferentes culturalmente! A pesar de los inconvenientes que pueda generar la diferencia cultural, nuestras comunidades internacionales e interculturales no han dejado de enriquecer la misión evangelizadora de la iglesia. Cada misionero aporta con los valores de su cultura.


Somos una comunidad de testigos heroicos de la misión: Nuestra comunidad misionera ha tenido grandes testigos heroicos de la misión tanto hombres como mujeres. Son misioneros y misioneras de la Consolata quienes han consagrado toda su vida para la misión. Además, ha habido varios que han derramado su sangre defendiendo a las comunidades en las misiones donde se encontraban. Los casos patentes son: la beata Irene Stefani Nyaatha quien murió en Kenia a raíz del trabajo con los leprosos y la sierva de Dios Leonella Sgorbati quien derramó su sangre en las tierras somalíes. Son misioneras de la Consolata quienes testimoniaron heroicamente el amor de Jesús a los pueblos donde evangelizaban y por eso, una está reconocida universalmente por la iglesia como beata (Irene Stefani beatificada el 23 de mayo de 2015) y la otra (sor Leonella Sgorbati) ya es sirva de Dios. A ellas se les suma el incontable número de los misioneros y las misioneras de la Consolata que han dedicado toda su vida sirviendo a los pobres, sobre todo, en los lugares donde nadie quisiera ir. El testimonio de ellos anima a muchos a consagrarse a la misión evangelizadora de la Iglesia y asimismo, pone en alto el nombre de nuestro Instituto misionero.

sábado, 20 de mayo de 2017

BUENAVENTURA VIVE EL PARO CÍVICO DENTRO DE LA SEMANA DE LA AFROCOLOMBIANIDAD.

Un paro cívico es una acción de carácter político que los movimientos han utilizado a lo largo de la historia como recurso para  manifestar activamente sus demandas y difundir sus  puntos de vista hacia sectores amplios de la población. Es paro porque busca detener la actividad que se realiza cotidianamente para poner en marcha otro tipo de acciones que rompan la rutina de la cotidianidad de un lugar. Es cívico porque se reconoce en la ciudadanía su actor principal. También es político porque lo que pone en evidencia es un momento de disputa de poder entre dos fuerzas claramente diferenciadas: por un lado el estado y sus instituciones de gobierno, incluidas las de ejercicio de la fuerza coercitiva; por el otro, la ciudadanía y sus expresiones organizativas.

Desde el 16 de mayo del año presente, se empezó a llevar a cabo el paro cívico en el municipio de Buenaventura. Se trata de un paro que aglutinó a varias organizaciones sociales y las iglesias para reivindicar al gobierno nacional las soluciones pertinentes acerca de las problemáticas sociales que la sociedad bonaverense ha vivido y sigue viviendo. Es verdad que la realidad de Buenaventura requiere una intervención inmediata de parte del estado. El índice de desempleo es del 62% y el empleo informal llega al 90,3%, el de pobreza es del 91% en la zona rural y el 64% en la zona urbana, el de pobreza multidimensional es del 66%, de los 407.539 habitantes 162.512 son víctimas del conflicto armado (reconocidas por la unidad para las víctimas), el déficit de vivienda es del 54%, las Necesidades Básicas Insatisfechas de personas pobres es de 36%, 3 veces mayor que el de la ciudad de Cali, cero (0) oferta pública en salud de mediana y alta complejidad, un gran porcentaje de las cuencas hidrográficas están contaminadas con mercurio u otros metales por minería y otras actividades, hay programados desalojos territoriales, hay control de la vida comunitaria en el territorio por actores armados ilegales. Vale notar que, Buenaventura ciudad región fue fundada en 1540, más que apoyo, se le ha dado un tratamiento discriminatorio como haber recibido los dos primeros grados de primaria en 1934.

El descontento de los bonaverenses ante el olvido del estado no deja de causar manifestaciones como la única forma para que el estado colombiano escuche el clamor del pueblo. El olvido del que el estado ha sumergido a Buenaventura es la mayor causa del paro cívico y otras manifestaciones que los bonaverenses han venido realizando como manera de oponerse a esa situación. Vale saber que, el paro cívico de mayo de 2017, es el tercero que se ha realizado en Buenaventura. El primero fue realizado en 1972 y el segundo en 1998. Lo curioso es que, el paro cívico de 2017 ha sido realizado dentro de la semana de la afrocolombianidad, semana en la que se celebra la libertad del pueblo negro del yugo de la esclavitud y las contribuciones históricas del pueblo afrocolombiano a la construcción de Colombia y de su identidad. La razón de este paro cívico se basa en torno a los siguientes ejes temáticos estructurales:

(a)  Cobertura en Prevención y atención en salud de baja, media y alta complejidad y medicina tradicional.
(b)    Recuperación y conservación de cuencas y otros ecosistemas estratégicos degradados.
(c)   Cobertura, calidad y pertinencia de la educación básica, media, técnica y universitaria.
(d)   Fortalecimiento y promoción masiva de las prácticas culturales, recreativas y deportivas.
(e)   Saneamiento básico e infraestructura y operación pública y comunitaria de los servicios públicos domiciliarios.
(f)    Acceso a la justicia y reparación a las victimas individuales y colectivas.
(g)   Ordenamiento del territorio, como hábitat para la vida y el bienestar colectivo, con reparación y nuevas viviendas para las familias.
(h)   Fortalecimiento de la producción local y regional y otras medidas económicas, jurídicas y políticas que garanticen la generación de empleos dignos y los ingresos requeridos por las familias.

La realización del paro cívico dentro de la semana de la afrocolombianidad es de sublime importancia. Pues la afrocolombianidad no es otra cosa que la extraordinaria contribución del pueblo afrocolombiano desde 1510 hasta hoy, al proceso de fundación, construcción y protagonismo de la nacionalidad y todas las esferas de la sociedad colombiana. Dicho de otro modo, es el conjunto de aportes – materiales, espirituales y políticos – de los ancestros africanos y de los afrocolombianos al desarrollo y evolución de la colombianidad. Desde 2001, el congreso de la república de Colombia durante la presidencia de Andrés Pastrana estableció la afrocolombianidad con el decreto 725. Desde ahí se ha venido celebrando este acontecimiento a nivel nacional, sobre todo, en los municipios, ciudades y lugares donde hay mayor presencia de los afrocolombianos. Sin embargo, el día crucial es el 21 de mayo en el cual se conmemora de manera especial la abolición legal de la esclavitud en Colombia. Se trata de una fecha importantísima porque se celebra la libertad del pueblo negro y su lucha por conseguirlo.

La celebración de la Afrocolombianidad convoca al pueblo negro en Colombia a hacer un recorrido por el pasado, presente y futuro de las culturas afrocolombianas, sus historias, sus luchas, las injusticias de que han sido víctimas, el estado de sus derechos humanos y étnicos, sus diversidades culturales, sus procesos organizativos reivindicatorios y sus proyectos de empoderamiento ciudadano y político. La Afrocolombianidad es un espacio educativo para enaltecer la reflexión ciudadana y política sobre la realidad de las comunidades, y la reivindicación de los derechos humanos y étnicos del pueblo afrocolombiano. No debe ser convertida en un carnaval donde las personas afros reproduzcan el estereotipo de folclóricos y rumberos. Es un espacio para reivindicar activamente el derecho a la vida con dignidad, el derecho a la paz y la no violencia y el derecho a la superación de la marginación y olvido de los cuales tienen sumergido y marginalizado al pueblo afrocolombiano.

Así que, cuando en Buenaventura se realiza el paro cívico con el lema “vivir con dignidad y en paz en el territorio” se está viviendo las aspiraciones de la afrocolombianidad: la lucha por la libertad, la vida digna y el derecho del pueblo afro-bonaverense. El paro cívico de Buenaventura exige al gobierno nacional agilizar los mecanismos necesarios que permitan que haya un cambio sustancial acerca de la realidad indigna que vive la mayoría de la población bonaverense.

 La postura de la Iglesia frente al paro cívico en Buenaventura.

La Iglesia siempre ha estado apoyando al pueblo afrodescendiente de Buenaventura. Desde el tiempo de monseñor Geraldo Valencia Cano, primer vicario apostólico de Buenaventura hasta el día de hoy, la Iglesia nunca ha abandonado al pueblo de Dios que peregrina en Buenaventura en materia de derechos humanos, la lucha por la vida digna y la paz en el territorio. Monseñor Valencia Cano solía decir: “no se puede afirmar que se ama a Dios, si no se ama a la persona humana en su situación concreta.” Actualmente, la Iglesia particular de Buenaventura bajo el episcopado de monseñor Héctor Epalza Quintero ha acompañado al pueblo en sus luchas, sus angustias, sus penas y sus alegrías. La iglesia siempre ha luchado por los derechos humanos de todos los bonaverenses y ha denunciado con constancia las atrocidades que han sufrido los bonaverenses. El paro cívico, por ser una plataforma a través de la cual se está reclamando una vida digna, la justicia y el respeto por los derechos humanos, la Iglesia abiertamente ha apoyado a la gente en este paro cívico que se ha realizado pacíficamente.

La postura de la iglesia particular de Buenaventura contempla lo que dice la Constitución pastoral del Concilio Vaticano II en relación con la Iglesia-mundo: “Los gozos y las esperanzas, las lágrimas y angustias del hombre de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de toda clase de afligidos son también gozo y esperanza, lágrimas y angustias de los discípulos de Cristo, y nada hay de verdaderamente humano que tenga resonancia en su corazón.”(GS 1). Asimismo afirma: “La Iglesia, que en razón de su misión y de su competencia, no se confunde de manera alguna con la sociedad civil, ni está ligada a ningún sistema político determinado, es, a la vez, señal y salvaguardia del carácter transcendente de la persona humana.” (GS 76).

Para ello, en varias ocasiones el pueblo de Dios ha estado acompañado por el clero, los religiosos y las religiosas en las marchas, en los plantones y con frecuencia éstos  iniciaban la jornada con oraciones y en algunos puntos con la eucaristía. Todo ello, con el motivo de alentar al pueblo de Dios protestar en paz y tranquilidad. A raíz de ese acompañamiento de la iglesia, el pueblo entero al inicio realizó la marcha sin ningún disturbio alguno. Posteriormente, se presentaron los casos de violencia y vandalismo cuando empezaron las confrontaciones entre la fuerza pública y la población civil. Sin embargo, el anhelo de todos los bonaverenses es que haya una solución convincente y contundente de parte del gobierno nacional para los problemas de Buenaventura en materia de salud, educación, agua potable, infraestructura y vida digna.


martes, 16 de mayo de 2017

UN MISIONERO DE LA CONSOLATA SE ORDENÓ DE DIÁCONO EN BUENAVENTURA.

El día 13 de mayo, fiesta de nuestra señora de Fátima, siempre será recordado tanto para la Iglesia particular de Buenaventura como para los misioneros de la Consolata en la región Colombia-Ecuador. Fue el día en el que se ordenó de diacono el misionero de la Consolata Leovilgildo Carlos Ussene Capiale. Es importante notar que, el diacono Leovilgildo es oriundo de Mozambique quien llegó a Colombia en 2013 después de su primera profesión religiosa. Actualmente, desempeña su apostolado misionero en la misión de san Martín de Porres (Buenaventura), y así compartiendo la fe entre el pueblo afrodescendiente del lugar mencionado.

La ordenación diaconal fue antecedida por la profesión perpetua el 12 de mayo del año presente. La misa de la profesión perpetua fue presidida por el obispo de Buenaventura, monseñor Héctor Epalza Quintero en compañía de varios misioneros de la Consolata bajo la cabeza del padre Armando Olaya, superior regional de Colombia-Ecuador. Además, estuvieron presentes varios sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas. En su homilía, tanto en la profesión perpetua como en la ordenación diaconal, monseñor Héctor agradeció al  nuevo diacono por haber respondido afirmativamente al llamado misionero de Jesús con generosidad y entrega. Le recordó que la fidelidad y la santidad son las claves imprescindibles para seguir respondiendo positivamente a la vocación diaconal que el Señor le había confiado. 


El obispo utilizó la misma ocasión de la ordenación para darle públicamente el decreto de permanencia en la diócesis de Buenaventura al movimiento apostólico Lazos de amor mariano. El decreto fue entregado al señor José Rodrigo Jaramillo,  fundador de dicho movimiento. Asimismo, en el marco de la celebración del centenario de las apariciones de Fátima, el ordinario de la diócesis de Buenaventura consagró a toda la diócesis al sagrado corazón de María. En fin, la ordenación del misionero de la Consolata Leovilgildo fue un momento que llenó a muchos de alegría, renovó la fe de muchos y animó a varios cristianos católicos a comprometerse con la misión evangelizadora de la Iglesia universal.