Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


viernes, 29 de diciembre de 2017

BEATO JOSÉ ALLAMANO Y LA CELEBRACIÓN DEL FIN DEL AÑO Y AÑO NUEVO

El fin del año y el nuevo año siempre son dos fiestas que se celebran en cada rincón del mundo. Ambas celebraciones están muy relacionadas entre sí. Todas las culturas bien sean cristianas, musulmanas, hindúes, africanas, entre otros, celebran el fin del año para dar la bienvenida al año que viene. Cada cultura lo hace a su manera de acuerdo a las costumbres particulares que la rigen. En el mundo cristiano-católico, el motivo de la celebración del fin del año es agradecer al Señor por todo lo que ha hecho por su pueblo a lo largo del año y como una manera de encomendarse a Él en el nuevo año.

El beato José Allamano, como buen seguidor de Jesucristo solía dar algunas exhortaciones a sus hijos e hijas: los misioneros y las misioneras de la Consolata sobre la celebración del fin del año y la del nuevo año. Sus orientaciones siguen siendo validas para todos nosotros.

Lo que dice el beato José Allamano sobre la celebración del fin del año.

De entrada, nos hacemos la pregunta, ¿qué significa el fin del año para el beato José Allamano? ¿Qué recomendaciones solía darles a los misioneros y las misioneras de la Consolata sobre la celebración del fin del año?
Para el beato José Allamano, la celebración del fin del año es un momento para hacer el balance final del año y para realizar la programación del futuro.  En este sentido, hay que mirar bien las ganancias y las perdidas del año. Para José Allamano, las ganancias del año son las gracias recibidas tanto naturales como sobrenaturales (cfr. Así los quiero, p. 103). Las gracias en orden natural son la conservación de la vida, la salud física, entre otros. Las gracias en el orden sobrenatural tienen que ver con la vocación y la perseverancia en ella, la buena voluntad para responder a la vocación, la corrección de los defectos, la mortificación interna y externa, los sacramentos celebrados, entre otros. Todo ello, es motivo de agradecer al Señor  “porque sin él no podemos hacer nada, ni mucho ni poco, ¡nada!” (Así los quiero, p. 104).

Asimismo, la celebración del fin del año es momento para evaluar la vida en cuanto las perdidas del año.  Es importante saber que ninguna perdida proviene de Dios. Las pérdidas para evaluar seria el desanimo, poco crecimiento en los aspectos que atañen nuestra vocación religioso-misionera, falta de voluntad, las imperfecciones de la vida, etc (cfr. Asi los quiero, p. 105). Las pérdidas siempre se arreglan cada día con la renovación individual y comunitaria, sobre todo, en momentos de retiros mensuales y anuales.

Lo que dice José Allamano acerca de la celebración del año nuevo.

El beato José Allamano no sólo da las recomendaciones sobre la celebración del fin del año, sino también nos ilumina acerca de cómo se puede celebrar dignamente el año nuevo. Advierte que, hay que empezar el año nuevo con energía y animo: “empecemos el año con energía y de igual modo todos los días, cada momento, sin desanimarnos nunca. Este es el espíritu con el que tenemos que emprender el nuevo año” (Así los quiero, p. 104). José Allamano exhorta a que se inicie el año nuevo con buena voluntad para poder responder a cada gracia que se nos presenta en cada momento del año.

El beato José Allamano nos invita a que vivamos el año nuevo con buen comportamiento. De hecho dice “en este año es necesario que nos comportemos como si fuera el ultimo de nuestra vida” (Así los quiero, p. 105). Lo que nos quiere decir es que, es importante hacer bien nuestro quehacer con buena voluntad y convicción. Hacer cosas como si fuera el último momento de nuestra vida es entregarse con disciplina a cualquier cosa que hagamos para que el nombre del Señor se glorifique a través de nuestro trabajo. Comportarse como si fuera el último año de nuestra vida es pensar no solo en el presente, sino también en el futuro de nuestra existencia y la de los demás. Para ello, repetía con frecuencia “el bien hay que hacerlo bien sin ruido”.

Celebrar el año nuevo, según el beato José Allamano, es apuntar bien la mira. Apuntar la mira es enfocarnos siempre en lo que atañe a nuestra vocación, es decir, el por qué somos misioneros y misioneras de la Consolata. Apuntar bien la mira, es no perder el norte de lo que corresponde a nuestra vida misionera. Es vivir de acuerdo a la voluntad de Dios inclusive en las pequeñas circunstancias de nuestra vida. Vivir según la voluntad implica hacer examen de conciencia para que donde haya debilidades, “tratemos de repararlas enseguida; que no haya ningún día inútil. ¡Que el nuevo año sea un año con tanta bendiciones, para nuestros Institutos, para las misiones, para los misioneros y las misioneras!” (Así los quiero, p. 106).


En resumen, el beato José Allamano nos recomienda vivir el año nuevo con ánimo y ardor misionero, hacer balance de ganancias y pérdidas del año anterior, hacer todo de acuerdo a la voluntad de Dios, responder afirmativamente a la vocación misionera que el Señor nos dio, hacer examen preventivo en momentos de debilidades, entre otros. Son recomendaciones de quien es padre y maestro de misioneros y misioneras, de quien vivió según la voluntad de Dios, de quien trabajó fuertemente para que el reino de Dios se extendiera a los pueblos menos conocidos,  de quien fundó dos institutos misioneros en pro de la misión Ad gentes.

domingo, 17 de diciembre de 2017

LA INAUGURACIÓN DE LA PARROQUIA SAN MARTÍN DE PORRES EN BUENAVENTURA.


El 14 de diciembre de 2017, memoria  de san Juan de la Cruz,  será siempre recordado por ser el día en el cual se erigió canónicamente la parroquia de san Martín de Porres en la diócesis de Buenaventura. La ceremonia fue presidida por monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de la diócesis de Buenaventura. Fue un momento  lleno de alegría y sentimientos de parte de los fieles de la entonces capilla san Martín de Porres porque se había cumplido el sueño de tener una parroquia en el sector.

La fiesta de la institución de la nueva parroquia inició con la procesión desde la parroquia de san José Obrero, parroquia madre de la que se desprendió la nueva parroquia. El motivo fue mostrar el acompañamiento constante de los fieles de dicha comunidad parroquial a su nueva hija y como gesto de que la nueva parroquia de san Martín de Porres hacia parte de esa comunidad parroquial.

A penas se acabó la procesión, siguieron con la santa eucaristía presidida por monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, y concelebrada por varios sacerdotes tanto diocesanos como religiosos. En su homilía, el obispo de la diócesis de Buenaventura enfatizó mucho en la idea de que, la parroquia es comunidad de comunidades y lugar donde se respira a Dios. Asimismo reiteró que “debe ser un lugar para la reconciliación con Dios por los pecados de la humanidad tanto sociales como individuales”. Después de la homilía, el canciller de la diócesis leyó el decreto de la creación de la nueva parroquia de san Martín de Porres, y finalizando la eucaristía leyó también el decreto del nombramiento del primer párroco, padre Lawrence Ssimbwa.

Esta ceremonia vio la presencia de varios sacerdotes y religiosos. Asimismo, estuvieron presentes varios misioneros de la Consolata a la cabeza del padre Armando Olaya, superior regional de Colombia-Ecuador quien elogió el trabajo del equipo misionero de Buenaventura.

Es importante notar que, la nueva parroquia de san Martín de Porres comprende de los barrios: Doña Ceci, Urbanización san Buenaventura, Margarita Hurtado, Los Manglares, Gamboa, La Carmelita y Ciudadela Nueva Buenaventura.  Además caen en el mismo territorio parroquial las instituciones como: la universidad del Valle, el colegio san Vicente, la cárcel, entre otros. Para la evangelización de este territorio, se empleará el Sistema Integral de la Nueva Evangelización, columna principal de la evangelización en la diócesis de Buenaventura y la pastoral afrocolombiana para poder responder a los desafíos pastorales del lugar y para el anuncio de Cristo en la realidad de la nueva parroquia cuya población es mayoritariamente afro.

OBISPOS QUE HAN APOYADO ESTE PROCESO
La nueva parroquia de san Martín de Porres se dio gracias al acompañamiento de tres obispos. En 2004, monseñor Rigoberto Corredor Bermúdez, primer obispo diocesano de Buenaventura,  decretó la capilla San Martín de Porres y le confió el terreno ubicado en el barrio Doña Cecí para que se pudieran desarrollar  las actividades pastorales y al mismo tiempo fuera la sede de la parroquia. Con el proceso de la nueva evangelización, la entonces capilla poco a poco se fue consolidando con la presencia de las pequeñas comunidades. En 2010, monseñor Héctor Epalza Quintero, bendijo la primera piedra para la construcción de la instalación que actualmente sirve de casa cural en el segundo piso y capilla para el culto en el primer piso. El 12 de diciembre de 2017, monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, decretó la parroquia de san Martín de Porres que él mismo inauguró oficialmente el 14 de diciembre del mismo año.

LA CONSOLATA ASUMIÓ LA PARROQUIA DE SAN MARTÍN DE PORRES
El Instituto de la Consolata para Misiones asumió la nueva parroquia de san Martín de Porres desde el día de su creación. Asimismo, fue nombrado como primer párroco, padre Ssimbwa Lawrence con el nombramiento del primer párroco quien forma el equipo con el diacono Leovilgildo Carlos Ussene. Es importante notar que, la Consolata llegó a la diócesis de Buenaventura a partir de octubre de 2016 con el fin de ir poco a poco insertándose en el dinamismo de esa iglesia particular. Por el periodo de tres meses, los dos misioneros vivieron en la parroquia de san Jose Obrero de la que se desprendió la nueva parroquia. Sin embargo, a partir de enero de 2017, empezaron a vivir en la casa cural de la entonces capilla san Martín de Porres. Desde ese entonces, prepararon el sector confiado a la Consolata hasta que llegara a ser parroquia el 14 de diciembre del año presente.


Es importante notar que, el Instituto asumió esta parroquia en el marco de la celebración de los 70 años de la presencia de los misioneros de la Consolata en Colombia. Buenaventura es muy importante en la celebración de los 70 años porque los primeros 5 misioneros de la Consolata que llegaron a Colombia el 12 de diciembre de 1947 pasaron por el puerto de Buenaventura. Así que, la presencia del Instituto en Buenaventura simboliza volver al primer lugar desde donde los primeros misioneros tuvieron el primer contacto con Colombia y con el mundo afro-colombiano. Vale esclarecer que, la misión principal del Instituto en Buenaventura es la pastoral afro que se coordinará desde la mencionada parroquia.

viernes, 1 de diciembre de 2017

EXHORTACIÓN DEL BEATO JOSÉ ALLAMANO ACERCA DEL TIEMPO DE ADVIENTO.

Normalmente el tiempo de adviento es el comienzo del año litúrgico. Es el periodo de la preparación para la venida de Jesucristo. Es una oportunidad para que los cristianos se preparen en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Salvador del mundo a sus vidas. El adviento es de valor inestimable porque  por medio de ello, la iglesia, sacramento universal de la salvación, invita a todo el pueblo de Dios a recordar el pasado, a impulsar a vivir el presente y a preparar el futuro.

Cuando los cristianos recuerdan el pasado a través del adviento, están celebrando y contemplando el nacimiento de Jesucristo en Belén. Se trata de recordar la primera venida del Señor en la carne con inmensa humildad y pobreza. Vivir el presente por medio de adviento es vivir nuestra vida diaria la presencia de Jesucristo entre nosotros y en el mundo. Y cuando se habla de que en el adviento  se prepara el futuro, significa prepararnos para la segunda venida de Jesucristo siempre en la majestad de su gloria.

La trascendencia del tiempo de adviento hizo que el beato Jose Allamano diera unas orientaciones a sus misioneros y misioneras y a todos los seguidores de Jesucristo acerca de este fundamento de nuestra fe:

El fundador de los misioneros de la Consolata nos recuerda que el adviento es tiempo de reflexionar sobre las tres venidas de Jesucristo. “La venida al mundo con la Encarnación; la venida escatológica para el juicio universal; la venida espiritual en cada persona” (Así los quiero, pg 100). Dicho de otro modo, la primera venida tiene que ver con  la que tuvo lugar hace más de 2000 años cuando Cristo nació de la virgen María por obra del Espíritu Santo y se encarnó entre la humanidad (cfr. Jn 1, 14). Aquí la Iglesia mira al pasado, es decir,  a las esperanzas de Israel, a las promesas de los profetas y a su cumplimiento en Cristo: el Hijo de Dios se hizo hombre para que los hijos de los hombres pudiéramos llegar a ser hijos de Dios. Porque Jesús vino y se ha quedado entre nosotros, en nuestros días no es necesario subir al cielo o bajar al abismo para encontrar a Dios (cfr. Rom 10,6-7). La segunda venida de la que nos habla el beato Jose Allamano tiene que ver con la que se realizará al final de los tiempos. Se trata de la manifestación gloriosa de Cristo cuando la humanidad redimida entrará en el Paraíso verdadero y vivirá la vida de Dios para siempre. En la tercera venida Jesús se hace presente entre nosotros para traernos la salvación. Para ello, en las escrituras Jesús es referido como “el que es, el que era y el que viene” (Ap 1,8) y al mismo tiempo “es el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb 13,8).

Además, el beato José Allamano nos hace entender que el adviento es momento precioso para nuestra renovación. La palabra renovación tiene que ver con volver algo en su estado original, o la reanudación de una cosa que se había interrumpido. En nuestro camino del seguimiento de Jesucristo, a veces nos dejamos llevar por el peso del pecado. Por ser adviento un tiempo de gracia, la Iglesia hace la invitación a todos los cristianos a renovar su fe en la realidad del gran amor de Dios y a comprometerse a llevar su amor al mundo de hoy. Se trata de preparar y animar nuestro corazón para que el Señor lo llene de sus gracias. Por eso, “Jesús no viene si no es deseado. Jesús vendrá a nosotros con mayores gracias en la proporción a nuestra preparación y a nuestros deseos” (Así los quiero, pg 100). En este tiempo precioso, toda nuestra preparación tiene un solo fin de que el Señor habite entre nosotros, que nuestra vida sea morada digna del nacimiento de Jesucristo. Que con nuestro testimonio podamos hacer brillar la luz del Dios que está con nosotros (Emmanuel) al mundo cada vez más agobiado por el pecado representado en múltiples expresiones.


En resumen, lo que nos dice el beato José Allamano es que, el nacimiento de Jesús en nuestra vida requiere una preparación. Se trata de la preparación de nuestro ser y de las estructuras de nuestro diario vivir. Para ello, no puede haber una verdadera navidad en nuestra vida sin un adviento bien vivido al máximo.

viernes, 3 de noviembre de 2017

SAN MARTÍN DE PORRES, PRIMER SANTO NEGRO DE AMÉRICA

Merece la pena resaltar que no hay ningún santo más popular  en América que san Martín de Porres. Era un negro de padre español y madre negra esclavizada. Por su tez negra, no fue reconocido por su padre, realidad que quedó atestiguada en su partida bautismal de la Iglesia san Sebastián: “Miércoles 9 de diciembre de 1579 baptice a Martín hijo de padre no conocido y de Ana Velazquez, horra (negra libre) fueron padrinos Jn. de Huesca y Ana de Escarcena y fírmelo. Antonio Polanco”.
A pesar de esa historia nefasta, san Martin de Porres se apuntó para lo alto. A los 16 años, decidió buscar la perfección evangélica bajo la regla de Santo Domingo. En 1595, solicitó ser recibido como donado[1] en el convento de los Dominicos, deseo que le concedieron los superiores. Como donado, a fray Martin de Porres le asignaron el ministerio de barrer la casa. En el pensamiento del mundo, ese oficio pareciera una humillación pero para fray Martín eso era una oportunidad para seguir de cerca a Jesucristo: “Mi deseo es imitar lo más posible a Nuestro Señor, que se hizo siervo por nosotros”. Su vida fue un testimonio y ejemplo del seguimiento de Jesucristo. Murió el 3 de noviembre de 1639 y fue canonizado en Roma, el 6 de mayo de 1962 por el papa Juan XXIII. Para ello, es considerado el santo más popular de América por los prodigios que el Señor ha obrado a través de él.

   Las virtudes de san Martin de Porres que inspiran el mundo de hoy.
Ejemplo en el seguimiento de Cristo: San Martín de Porres siguió de muy cerca a Jesucristo.  Ese seguimiento fue fruto de amor y entrega  total a Jesucristo y al prójimo. Mostró con ejemplo de su vida que se podía llegar a la santidad por el camino que ensenó Jesucristo, es decir, en primer lugar, amar a Dios con todo nuestro corazon, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente; y en segundo lugar, amar al prójimo como a nosotros mismos (Cfr. Mt 22, 37-40). San Martin de Porres sabía que Jesús padeció cargando la cruz por los pecados del mundo. Él tuvo un amor especial al crucifijo donde  contemplaba con frecuencia el sufrimiento del Señor por los pecados de la humanidad. Su devoción al Santísimo Sacramento de la Eucaristía era fruto del seguimiento del Señor. Amaba a la Eucaristía y dedicaba larga horas ante el sagrario con el fin de nutrirse del Salvador del mundo con la máxima frecuencia que le era posible. En resumen, su vida era testimonio de la presencia de Jesucristo quien vivía en él.

La humildad: Jesucristo es el modelo de humildad evangélica. “Aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de Corazon” (Mt 1, 29). La virtud más grande de san Martín de Porres fue la humildad. Fue tan humilde que se consideraba el último y el más pecador de todos. En él se cumplió las palabras de Jesús: “el que se humilla será enaltecido” (Mt 23,12). Vivimos en un mundo donde el más grande es el que domina a otros o el que posea más riquezas. Vivimos en un mundo de clases donde hay las dominantes y las dominadas, las apreciadas y las condenadas. La humildad como valor es un desafío grande en el mundo actual. Hacen falta los ejemplos de la humildad evangélica como reflejo de madurez en el seguimiento de Cristo. La humildad hoy es interpretada como humillación o sumisión. Por eso, es una virtud que no es fácil encontrar. San Martin de Porres enseña  hoy el valor de la humildad. Fue un santo humilde de tal manera que, algún día propuso a su superior a que lo vendiera para solucionar los problemas financieras del convento. Quería hacer eso después de recordar a Santo Domingo quien se ofreció como esclavo a los moros para sustituir al hermano de una pobre viuda. Por el aprieto económico de su convento proponía al superior: “Disponga de mí y véndame como esclavo, (…) y yo quedaré muy contento de haber podido servir para algo a mis hermanos”. San Martin de Porres vivió la humildad que imitó de Jesucristo, prototipo de la mansedumbre para los cristianos.

Oración y penitencia: La oración es sencillamente la comunicación constante con Dios. Jesús en todos los evangelios dice que debemos rezar (cfr. Lc 18,1); esto significa ser revestidos del espíritu de oración tal como la ropa nos reviste el cuerpo. San Martin de Porres no fue solo un fraile orante sino tambien penitente. La oración y el trabajo fueron las coordenadas en las que siempre se enmarcó la vida de San Martín. Junto al Crucifijo y la Virgen María, su devoción predilecta era la eucaristía. Su devoción a Cristo crucificado fue inmensa. Pasaba mucho tiempo en oración. Casi la mayoría de las noches las pasaba en oración cerca al crucifijo. Complementaba la vida de oración con la penitencia.  Hacía mucha penitencia ofreciendo sus sufrimientos por  la salvación de los demás. Ayunaba casi todo el año, pues la mayor parte del tiempo se limitaba a pan y agua, y en cuarenta y cinco años de vida religiosa nunca comió carne. El domingo de Resurrección, comía algunas raíces de las llamadas camotes, el pan de los negros. El segundo día de Pascua tomaba un guisado sin nada de carne. Dormía muy poco tiempo, y muchas veces pasaba la noche junto a la cama de algún enfermo.

Corazon sensible a los pobres: San Martin de Porres dedicó su apostolado al servicio de los pobres. Durante su tiempo, había varios lugares de atención médica de acuerdo a la clase a la que pertenecía la gente. De hecho, había hospitales solo para españoles; hospitales para negros libres y hospitales para atención medica de los indios. Estos últimos no gozaban la mejor estratificación en la sociedad y por ende, la atención médica para ellos era pésima. San Martín introdujo un hospital que atendía a toda clase de personas sin ninguna distinción. Ese hospital era su caridad a través de la cual atendía mejor a los pobres y a todos los desventajados de la sociedad. Atendiendo en la puerta del convento a la comida de los pobres o en otras gestiones y mandados, fray Martín tenía muchas relaciones con indios, agricultores, negros y mulatos, con emigrantes sin fortuna o antiguos soldados, con mercaderes o carreteros o funcionarios. 

La caridad: Según san Agustín, el edificio de la santidad se perfecciona con la caridad. Se trata de amor hacia Dios que es el primer gran mandamiento. Así que, la caridad es el compendio de todas las virtudes y la perfección de todas ellas. En las palabras de san Pablo es “la plenitud de la ley” (Rm 13, 10). San Martín de Porres fue muy caritativo, caridad que era fruto de su fe integra y de su humildad. Amaba a todas las personas porque las consideraba verdaderos hijos de Dios y hermanos suyos. A través de sus cualidades de enfermero, barbero y cirujano, ayudaban a muchas personas que se aproximaban a él para esos servicios. Apenas alguien necesitaba algo, fray Martín se personaba al punto, a cualquier hora del día o de la noche, de modo que los enfermos se quedaban asombrados, no sabiendo ni cuándo ni dónde dormía, ni cómo sacaba tiempo y fuerzas. Curaba a todos los enfermos y daba limosnas a los necesitados sin ninguna distinción porque a todos los quería por igual. A los religiosos enfermos les servía de rodillas y les asistía de noche a sus cabeceras ocho y quince días, conforme a las necesidades en que les veía estar, levantándoles, acostándoles y limpiándoles, aunque se tratara de las más asquerosas enfermedades. Esa caridad con los enfermos, continua, heroica y alegre, es el mayor de los milagros que San Martín obraba con ellos, pero al mismo tiempo es preciso recordar que los milagros de sanación por él realizados ya en vida, fueron innumerables. Su atención caritativa hacia los más necesitados de la sociedad, le valió el apelativo de “Martín de Caridad”.






[1] Los donados eran miembros de la Orden Tercera dominicana, recibían alojamiento y se ocupaban en muchos trabajos como criados.

martes, 17 de octubre de 2017

OCTUBRE MISIONERO ENTENDIDO DESDE EL BEATO JOSÉ ALLAMANO.

“La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia está lejos de cumplirse. A finales del segundo milenio después de su venida, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio.” (RM, no. 1). Teniendo en cuenta la situación del mundo en materia de evangelización, la Iglesia católica dedica el mes de octubre a las misiones con el objetivo de despertar más el espíritu misionero de los bautizados. Así que, el fin de octubre misionero es concientizar a todos los bautizados de que, la evangelización es tarea de todos. No es tarea exclusiva de la jerarquía de la Iglesia, sino que les incumben a todos los que profesan la fe en Jesucristo, único Salvador del mundo. Tal como Cristo mandó a los apóstoles hacia las fronteras a predicar el Evangelio, así sigue enviando a la Iglesia a difundir la fe en Él a los pueblos de cada generación. Pues, la evangelización siempre es la razón de ser de la Iglesia.

Por eso, el mes de octubre es caracterizado en la Iglesia Católica entre otras razones por el impulso renovado de la actividad misionera. Comienza con la memoria litúrgica de Santa Teresita del Niño Jesús, quien es patrona de las Misiones y termina con la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones el tercer domingo del mes. Es importante notar que, se ha venido celebrando octubre como mes dedicado a las misiones desde 1927 durante el pontificado de Pio XI, el papa de las misiones. Desde ese entonces, la iglesia celebra el Día Mundial de las Misiones popularmente llamado DOMUND, el penúltimo domingo de octubre. Podemos concluir que, octubre es un mes en salida misionera.

La misión en salida obedece siempre al mandato misionero de Jesucristo: “Vayan a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que les he mandado” (Mt 28, 19-20). Desde el tiempo de los apóstoles hasta la generación presente, se ha venido teniendo en cuenta esa invitación de trascender las propias fronteras con el fin de que otros pueblos y culturas conocieran al Salvador del mundo y su mensaje salvífico.
El beato José Allamano, discípulo fiel de Jesucristo desde la edad temprana quiso responder a ese llamado misionero del Señor. Desde su vocación presbiteral supo que le incumbía a la Iglesia entera la tarea de evangelización y tenía claro la preocupación que el mismo apóstol de los gentiles tenia: “¿Cómo predican si no son enviados?” (Rom 10,15). De igual manera, el fundador de los misioneros y misioneras de la Consolata tenía la certeza de que, la Iglesia en todo tiempo es misionera y la evangelización constituye su propia identidad. Esa convicción acompañada por la fe solida, fundamentó el desarrollo de la idea de la misión en salida de José Allamano.

El desarrollo de la conciencia de la misión Ad-gentes en José Allamano no fue fruto de improvisación, sino resultado de conjunto de muchos elementos tales como:

El amor inquebrantable a Jesucristo: El beato José Allamano amó profundamente a Jesucristo. Toda su vida era testimonio de la presencia de Jesucristo en él. El amor al Salvador del mundo le llevó a ensanchar su mirada hacia otros horizontes fuera de su patria e Iglesia local. El amor a Jesús hizo que pensara en la evangelización de los pueblos periféricos del mundo. La confianza puesta en Jesús le lanzó a superar muchos desafíos y dificultades que se presentaron en el camino antes de la fundación de los dos institutos exclusivamente misioneros. Por el amor a Jesucristo, se hizo instrumento idóneo para la propagación de su mensaje salvífico y consolador a otros pueblos y culturas más allá de la propia patria y circunscripción eclesial.

El despertar misionero y ambiente repleto de espíritu de misionariedad: El beato José Allamano nació en una época cuando la misión Ad-gentes volvía a aparecer con mucha esperanza tanto en Italia como en el resto de Europa. Durante esa época, se presentaron fenómenos como la supresión de órdenes religiosas como la Compañía de Jesús, la revolución francesa, el empobrecimiento del clero, entre otros. Esos acontecimientos no dejaron de causar impactos negativos a las misiones y a la misión evangelizadora de la Iglesia. Sin embargo, en el segundo cuarto del siglo XIX surgió una actividad misionera en el “contexto de revitalización religiosa” (Tebaldi, Giovanni, 100 años de vida misionera, p. 21). El florecimiento del espíritu misionero se debía, por una parte, al gran espíritu de restauración cuyo motivo era restaurar las cosas después de los daños causados por la revolución francesa. Por otra parte, se debía al romanticismo religioso-misionero cuyo fin era suscitar la nostalgia por los valores cristianos olvidados, teniendo en cuenta la religión y la cultura. El romanticismo actuó como estimulante de la conciencia de la misión civilizadora, de la cual los países europeos se sentían investidos para con los pueblos asiáticos, latinoamericanos y africanos (cfr. Ibid,.. p. 21). Asimismo, el interés de los países colonizadores europeos por África y Asia coincidió con el despertar misionero donde, ante todo, Propaganda Fide había eliminado la dependencia del Patronato misionero a fin de que recondujera la actividad misionera a su base puramente espiritual.

Asi que, cuando nació el beato José Allamano había un fuerte despertar misionero, es decir, se evidenciaba en todas las dimensiones de la vida eclesial un fuerte ambiente de misionariedad. En ese momento de florecimiento del espíritu misionero nacían en Italia institutos específicamente misioneros como PIME (Pontificio Instituto para las misiones extranjeras de Milán), los Combonianos, los Josefinos; en otros países europeos tambien nacían o habían nacido congregaciones como los Padres Blancos, Padres del Espíritu Santo, Oblatos de María Inmaculada, Sociedad para las misiones extranjeras de Paris, entre otros. Eran Institutos misioneros que se dedicaban a la propagación del Evangelio fuera de sus propias fronteras y ambientes. Ese espíritu misionero que se había difundido por su diócesis natal influyó profundamente la formación de la misión Ad-gentes en José Allamano.

Modelos misioneros: Es cierto que cualquier obra necesita inspiración e inspiradores. La misión Ad-gentes en José Allamano fue inspirada por varios modelos misioneros. Conoció los modelos de la misión en salida tanto por contacto personal como por  correspondencia. San José Cafasso fue el primer modelo significativo de José Allamano. El Espíritu misionero de este santo se encuentra en el sentido de la catolicidad, es decir, el espíritu de moverse hacia todos con un celo apostólico incansable. San Juan Bosco no dejó de inspirar al beato José Allamano. Él pasó como alumno por el oratorio de este santo. Además, observaba las expediciones misioneras que salían con tanta solemnidad de Turín hacia las misiones. El canónigo José Ortalda (1814-1880) quien fue director de la propagación de la fe en Turín inspiró misioneramente a José Allamano. Era un sacerdote que promovió muchas publicaciones, exposiciones y loterías con el fin de animar el espíritu misionero de la Iglesia local de Turín. Desde 1851 hasta 1880, hizo una fuerte animación misionera y en ese tiempo “Turín y el Piemonte, se convirtieron en un grande centro de irradiación de la idea misionera que influyó sin duda la formación misionera de José Allamano” (Castro, Padre y Maestro de Misioneros, p. 21). Otro modelo fue el cardenal Guillermo Massaia quien le hizo entender la realidad de la misión en África, pues él había desempeñado su apostolado misionero por 33 años en Kaffa (Etiopia). Solía seguir con frecuencia todas las noticias misioneras sobre él y su misión en Etiopía a través de sus escritos. Posteriormente lo visitó en Roma cuando regresó de Etiopía con el motivo de empaparse de la realidad de la misión en ese país donde sus futuros misioneros se irían para la misión Ad-gentes.

¿Cómo el beato José Allamano inspira el mes misionero?
-       La pasión misionera: El mes de octubre debe caracterizarse por el entusiasmo misionero. Debe ser un mes con una característica especial: el ardor apostólico que brota del amor a Jesucristo. No existe ninguna pasión misionera que no viene del amor  fuerte a Jesús. El amor al Salvador del mundo, quien nos amo primero (1 Juan, 4:19) impulsa a todos los bautizados a llegar a otros, (en este caso, los que no han conocido a Jesucristo, o los  bautizados que se volvieron indiferentes a la Iglesia)  para que ellos puedan experimentar el amor salvífico  de Dios.

En este aspecto, el beato José Allamano no deja de enseñar que todos los discípulos misioneros de Jesucristo deben revestirse de la pasión misionera. Esta pasión misionera es el carácter propio del discípulo misionero de Jesucristo. Acerca de esto, José Allamano en repetidas veces decía a sus misioneros y misioneras que “no se va a las misiones por capricho o por turismo, sino únicamente por amor a Dios, que es inseparable del amor al prójimo. Por lo tanto, no sólo como cristianos, sino también, y mucho más, como misioneros tenemos el compromiso de buscar la gloria de Dios colaborando en la salvación de las almas” (Así los quiero, p.173). Por amor a Dios y a su Reino los discípulos misioneros de Jesucristo colaboran en la salvación de la humanidad (1 Cor 3,9).

-       La necesidad de tener el fuego para ser apóstoles de Jesucristo. La tarea misionera no le corresponde sólo a la jerarquía de la Iglesia, sino a todos los bautizados. Todos los que profesan el nombre de Jesucristo, deberían apropiarse de las palabras de san Pablo “¡Ay de mí sino predicara el evangelio!” (1 Cor 9,16). El beato José Allamano nos ayuda a entender que, no solo es suficiente ser colaboradores de Dios en la misión, sino que, es preciso que el discípulo misionero tenga el fuego de Dios para trabajar y sacrificarse por y para el Reino. Para ello, “se necesita fuego para ser apóstoles” (Así los quiero, p.175). El verdadero apóstol es encendido por la pasión de hacer conocer y amar al Señor y buscar el bien de las personas. “Los que no arden de este fuego divino, ¡nunca serán misioneros o misioneras!” (Ibid,.. p.175).
-       La energía y la constancia: El mes de las misiones debe suscitar en los discípulos misioneros de Jesucristo la energía y la constancia para ir predicando la Buena Nueva de Jesucristo. Los evangelizadores deben tener energía y constancia como parte de su ser y quehacer. En cuanto a la energía, Jose Allamano afirma que, “nuestra vida vale en la medida en que es activa para nosotros y para los demás. (…) un verdadero misionero y una verdadera misionera saben duplicar las fuerzas. Si somos activos, siempre tendremos tiempo para todo y hasta de sobra” (Ibid,.. p.179). Asimismo, la energía debe estar acompañada con la constancia. El trabajo misionero requiere la estabilidad. “Vale más un bien pequeño hecho con constancia, que emprender tantas obras grandiosas y dejarlas por la mitad. La constancia es una característica del misionero y de la misionera de Jesucristo. Esta constancia es la estabilidad del espíritu. Se trata de mantener el ritmo en la tarea de evangelización. No se trata de “estar un día llenos de entusiasmo y otro ser completamente débiles, no sirve! Cuando sabemos que debemos hacer una determinada cosa, hay que hacerla hasta el final” (Ibid,.. p.183).
           
CONCLUSIÓN
Varios misioneros a lo largo de la historia han dado el testimonio de la misión en salida. Muchos han sacrificado su vida inclusive en tierras extranjeras con el fin de que Cristo fuera conocido entre pueblos y naciones diversos. Otros fundaron congregaciones misioneras para mantener vivo el espíritu misionero de la Iglesia. En este sentido, vale reconocer los misioneros como san Pedro Claver entre los negros esclavos en Cartagena (Colombia), Mateo Ricci en China, Daniel Comboni en África, José Allamano, entre otros. Son insignes ejemplos que en su tiempo animaron a muchos hombres y mujeres a entregare a la misión, y siguen animando a los fieles católicos a vivir con constancia el discipulado misionero de Jesucristo.







martes, 15 de agosto de 2017

SE POSESIONÓ EL NUEVO OBISPO DE BUENAVENTURA

“Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mt 23: 39). Esa frase de la  Sagrada Escritura resumía la alegría de la gente de Buenaventura al recibir el nuevo obispo en la persona de monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya. Es importante notar que, tras la renuncia canónica de monseñor Héctor Epalza Quintero después de haber cumplido 77 años de edad, el papa Francisco nombró a monseñor Rubén Darío para la diócesis de Buenaventura. Fue consagrado como obispo el 29 de julio en la catedral de Pereira y se posesionó el 12 de agosto del año presente en la catedral san Buenaventura. La ceremonia de posesión fue presidida por el Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Ettore Balestrero.

El Nuncio animó al nuevo obispo a que siempre se apoyara en Jesucristo, Pastor Supremo para el pastoreo del pueblo de Dios que peregrina en Buenaventura. En su alocución, monseñor Rubén Darío afirmó que no vino para ser servido sino a servir. Y dio a conocer que el Sistema Integral de la Nueva Evangelización (SINE) será la ruta evangelizadora de la diócesis.

La ceremonia vio la presencia de la feligresía desde varias parroquias que comprenden la diócesis de Buenaventura. Hubo la presencia masiva del clero tanto diocesano como religioso, los religiosos y religiosas, y la presencia significativa de obispos de Cali, Buga, Palmira, Cartago, Pereira,  Guapi, Quibdó, entre otros.

Vale notar que el nuevo obispo llegó el 11 de agosto a Buenaventura. Varios fieles y autoridades civiles se congregaron en el bulevar del centro para darle la bienvenida calorosa a la ciudad y a la costa pacífica colombiana. Lo recibieron con música y danza propias del pueblo afrobonaverense. Fue en la misma ocasión en la que el alcalde de distrito especial de Buenaventura, licenciado Eliecer Arboleda le entregó las llaves de la ciudad como símbolo de que, desde ya el municipio de Buenaventura es su nueva casa.


martes, 20 de junio de 2017

CELEBRACIÓN DE LA FIESTA DE LA CONSOLATA EN BUENAVENTURA.

El día 18 de junio, se vio por primera vez en Buenaventura la celebración de la fiesta de nuestra señora de la Consolata. Se realizó la celebración el 18 de junio en vez de 20 por ser un domingo, ocasión importante para dar a conocer la virgen Consolata al pueblo de Dios que se congrega a celebrar el día del Señor .Fue un momento de gran alegría tanto para la comunidad cristiana de san Martín de Porres como para los misioneros de la Consolata que misionan en Buenaventura. Los dos misioneros de la Consolata, padre Lawrence Ssimbwa y el diacono Leovilgildo Carlos Ussene, realizaron la celebración eucarística en honor a la madre Consolata y fueron acompañados por varias comunidades de base que conforman la misión de san Martín de Porres y algunos religiosos y religiosas que asistieron la ceremonia. Fue una eucaristía inculturada llena de sabores y elementos culturales de la costa pacífica colombiana.

Es importante notar que, la celebración de la fiesta de la Consolata en Buenaventura fue la primera en 70 años de la presencia de los misioneros de la Consolata en Colombia.  Vale recordar que los misioneros de la Consolata  llegaron a Colombia el 12 de diciembre de 1947 pasando por Buenaventura. Así que, Buenaventura fue el primer lugar donde por primera vez respiraron el aire colombiano y donde pisaron por primera vez la tierra colombiana.

En la celebración de la fiesta de la Consolata se notó el amor y aprecio que se les tiene a los misioneros de la Consolata en Buenaventura. Hubo la colaboración y participación de todos para el éxito de dicha fiesta. Que la virgen Consolata siga bendiciendo a todos los misioneros y misioneras dispersos en cada rincón del mundo.

viernes, 26 de mayo de 2017

NOS ENORGULLECEMOS DE SER MISIONEROS DE LA CONSOLATA.


“La Consolata es especialmente nuestra y tenemos que estar felices de tenerla como Protectora, estar santamente orgullosos de que nuestro Instituto se llame “de la Consolata”. (Así los quiero, pg. 223). Cuando se habla de la palabra orgullo, se refiere a un sustantivo que pueda presuponer para muchos algo negativo. Sin embargo, por una parte, lleva un concepto bueno de un sentimiento de auto-valoración por lo que se ha logrado hacer o tener en la vida; por otra parte, es un sentimiento de satisfacción hacia algo que se considera meritorio. El orgullo de cualquier misionero debe partir del mero hecho de ser misionero de Jesucristo quien llama a los que Él mismo quiere y los envía a predicar (Mc 3, 13-14). Pero ser misionero de la Consolata es también un orgullo para quienes se identifican con el nombre de la Consolata. Ella es la identidad de nuestra comunidad religiosa fundada más de cien años por el beato Jose Allamano, un sacerdote diocesano ejemplar, padre y maestro de los misioneros y misioneras. Varias son las razones que nos hacen sentir orgullosos de ser misioneros de la Consolata tal como las presento a continuación:

Somos una comunidad Mariana: No solo son los misioneros y misioneras de la Consolata que tienen a María como patrona, sino que incontables comunidades tanto apostólicas como seglares. Sin embargo, el titulo de la Consolata hace que seamos diferentes de los demás. Varias personas nos quieren por ser misioneros de la Consolata. Muchos tanto laicos como religiosos quieren trabajar y vivir con nosotros por ser misioneros de la Consolata. Muchos obispos nos invitan para el apostolado misionero en sus diócesis por ser misioneros de la Consolata. La virgen Consolata es nuestro modelo y guía. Somos afortunados de que nuestra comunidad lleva el nombre de María Consolata. El nombre de ella que llevamos nos anima a convertirnos en misioneros fervorosos. Acerca de ello, el beato José Allamano nos recuerda: “cuando ustedes van por la calle, la gente no dice: “son los misioneros o las misioneras”, sino: “son los misioneros o misioneras de la Consolata”. No pueden nombrarlos sin nombrarla a ella. Todos nos consideran los hijos menores de María (…). Debemos estar santamente orgullosos de pertenecer a la Virgen bajo  este título (…)” (Así los quiero, pg. 223).

Somos misioneros Ad Gentes: La misión en salida es un componente imprescindible del ser y quehacer de los misioneros de la Consolata. Mientras que el mundo se llena de miedo de ir a los desconocidos, a los últimos, a los abandonados, a los menos favorecidos, a los considerados inútiles de la sociedad, a las minorías étnicas, nosotros nos consagramos por y para ellos. Desde el primer día que nuestra comunidad religiosa fue fundada en 1901 por el beato Jose Allamano, los primeros misioneros fueron enviados a los desconocidos en Kenia a predicarles el evangelio. Desde aquel momento hasta nuestro tiempo, el instituto no ha perdido ese horizonte. En todo el mundo donde estén los misioneros de la Consolata, nuestro trabajo misionero, en gran parte, está dirigido a los menos favorecidos de la sociedad. Ellos son nuestra prioridad. Eso justifica nuestro trabajo misionero con los que viven en tugurios, los enfermos del SIDA, las minorías étnicas, entre otros. La misión ad gentes nos caracteriza y es la identidad que nos distingue del resto. Dicho de otro modo, es el carisma que heredamos de nuestro honorable fundador el beato Jose Allamano. Perder el horizonte de la misión adgentes con toda su expresión es perder nuestra identidad en la Iglesia.

Somos una comunidad internacional e intercultural: La internacionalidad caracteriza el ser de nuestra comunidad. Somos una comunidad misionera compuesta de miembros provenientes de varios países del mundo y con trasfondos culturales diferentes. La riqueza de nuestra multiculturalidad es un don inestimable para el quehacer de nuestra misión. La multiculturalidad que nos caracteriza es el testimonio de la vivencia del pentecostés hoy en la vida consagrada y en la misión evangelizadora de la iglesia. Para ello, al conformar nuestras comunidades locales, siempre no se olvida como característica el aspecto de internacionalidad e interculturalidad. Asimismo, las casas formativas tienen esos aspectos a la hora de conformar el número de sus miembros. Aunque la multiculturalidad pueda generar tensiones y choques, trae más ventajas que desventajas.
                                       
Actualmente en todo el mundo, el fenómeno de la multiculturalidad es un hecho del que no se puede prescindir. Es una realidad que no se puede negar ni ocultar; ciudades y pueblos, por lo general, no sólo son habitados por nativos, sino sujetos provenientes de diferentes trasfondos culturales. La diversidad cultural es un hecho que se experimenta a diario en muchos rincones, pero lamentablemente no se le da el visto bueno, ni la aprecia la mayoría. Muchos son reacios, así sea una realidad insoslayable. La diferencia cultural puede producir confrontaciones directas con frecuencia porque “cada cultura es un conjunto coherente, diferente de las otras, que se protege de las culturas ajenas” (Touraine, 1997, p.183).

Pero ¿cómo podemos vivir juntos? La interculturalidad es el valor que nos pueda ayudar a vivir juntos como hermanos y hermanas. Pues ella no es otra cosa que el contacto e intercambio entre culturas en cuanto a la igualdad y equidad. Debe pensarse desde la relación, la comunicación y el aprendizaje permanentes entre personas, grupos, conocimientos, valores, tradiciones, lógicas y racionalidades distintas. Dicho de otra manera, la interculturalidad se puede entender como un proceso eminentemente polifónico donde se consigue la sintonía y armonía de las diversas voces por el continuo contraste con el otro y el continuo aprender de sus opiniones y experiencias. Si es bien vivida, fomenta la relación entre las diversas culturas en una sociedad culturalmente heterogénea, y promueve la aceptación mutua del otro o de otros.

¡Que testimonio dan los misioneros de la Consolata por ser una comunidad intercultural! ¡Que testimonio damos por vivir juntos, proyectar la misión juntos, aunque seamos diferentes culturalmente! A pesar de los inconvenientes que pueda generar la diferencia cultural, nuestras comunidades internacionales e interculturales no han dejado de enriquecer la misión evangelizadora de la iglesia. Cada misionero aporta con los valores de su cultura.


Somos una comunidad de testigos heroicos de la misión: Nuestra comunidad misionera ha tenido grandes testigos heroicos de la misión tanto hombres como mujeres. Son misioneros y misioneras de la Consolata quienes han consagrado toda su vida para la misión. Además, ha habido varios que han derramado su sangre defendiendo a las comunidades en las misiones donde se encontraban. Los casos patentes son: la beata Irene Stefani Nyaatha quien murió en Kenia a raíz del trabajo con los leprosos y la sierva de Dios Leonella Sgorbati quien derramó su sangre en las tierras somalíes. Son misioneras de la Consolata quienes testimoniaron heroicamente el amor de Jesús a los pueblos donde evangelizaban y por eso, una está reconocida universalmente por la iglesia como beata (Irene Stefani beatificada el 23 de mayo de 2015) y la otra (sor Leonella Sgorbati) ya es sirva de Dios. A ellas se les suma el incontable número de los misioneros y las misioneras de la Consolata que han dedicado toda su vida sirviendo a los pobres, sobre todo, en los lugares donde nadie quisiera ir. El testimonio de ellos anima a muchos a consagrarse a la misión evangelizadora de la Iglesia y asimismo, pone en alto el nombre de nuestro Instituto misionero.

sábado, 20 de mayo de 2017

BUENAVENTURA VIVE EL PARO CÍVICO DENTRO DE LA SEMANA DE LA AFROCOLOMBIANIDAD.

Un paro cívico es una acción de carácter político que los movimientos han utilizado a lo largo de la historia como recurso para  manifestar activamente sus demandas y difundir sus  puntos de vista hacia sectores amplios de la población. Es paro porque busca detener la actividad que se realiza cotidianamente para poner en marcha otro tipo de acciones que rompan la rutina de la cotidianidad de un lugar. Es cívico porque se reconoce en la ciudadanía su actor principal. También es político porque lo que pone en evidencia es un momento de disputa de poder entre dos fuerzas claramente diferenciadas: por un lado el estado y sus instituciones de gobierno, incluidas las de ejercicio de la fuerza coercitiva; por el otro, la ciudadanía y sus expresiones organizativas.

Desde el 16 de mayo del año presente, se empezó a llevar a cabo el paro cívico en el municipio de Buenaventura. Se trata de un paro que aglutinó a varias organizaciones sociales y las iglesias para reivindicar al gobierno nacional las soluciones pertinentes acerca de las problemáticas sociales que la sociedad bonaverense ha vivido y sigue viviendo. Es verdad que la realidad de Buenaventura requiere una intervención inmediata de parte del estado. El índice de desempleo es del 62% y el empleo informal llega al 90,3%, el de pobreza es del 91% en la zona rural y el 64% en la zona urbana, el de pobreza multidimensional es del 66%, de los 407.539 habitantes 162.512 son víctimas del conflicto armado (reconocidas por la unidad para las víctimas), el déficit de vivienda es del 54%, las Necesidades Básicas Insatisfechas de personas pobres es de 36%, 3 veces mayor que el de la ciudad de Cali, cero (0) oferta pública en salud de mediana y alta complejidad, un gran porcentaje de las cuencas hidrográficas están contaminadas con mercurio u otros metales por minería y otras actividades, hay programados desalojos territoriales, hay control de la vida comunitaria en el territorio por actores armados ilegales. Vale notar que, Buenaventura ciudad región fue fundada en 1540, más que apoyo, se le ha dado un tratamiento discriminatorio como haber recibido los dos primeros grados de primaria en 1934.

El descontento de los bonaverenses ante el olvido del estado no deja de causar manifestaciones como la única forma para que el estado colombiano escuche el clamor del pueblo. El olvido del que el estado ha sumergido a Buenaventura es la mayor causa del paro cívico y otras manifestaciones que los bonaverenses han venido realizando como manera de oponerse a esa situación. Vale saber que, el paro cívico de mayo de 2017, es el tercero que se ha realizado en Buenaventura. El primero fue realizado en 1972 y el segundo en 1998. Lo curioso es que, el paro cívico de 2017 ha sido realizado dentro de la semana de la afrocolombianidad, semana en la que se celebra la libertad del pueblo negro del yugo de la esclavitud y las contribuciones históricas del pueblo afrocolombiano a la construcción de Colombia y de su identidad. La razón de este paro cívico se basa en torno a los siguientes ejes temáticos estructurales:

(a)  Cobertura en Prevención y atención en salud de baja, media y alta complejidad y medicina tradicional.
(b)    Recuperación y conservación de cuencas y otros ecosistemas estratégicos degradados.
(c)   Cobertura, calidad y pertinencia de la educación básica, media, técnica y universitaria.
(d)   Fortalecimiento y promoción masiva de las prácticas culturales, recreativas y deportivas.
(e)   Saneamiento básico e infraestructura y operación pública y comunitaria de los servicios públicos domiciliarios.
(f)    Acceso a la justicia y reparación a las victimas individuales y colectivas.
(g)   Ordenamiento del territorio, como hábitat para la vida y el bienestar colectivo, con reparación y nuevas viviendas para las familias.
(h)   Fortalecimiento de la producción local y regional y otras medidas económicas, jurídicas y políticas que garanticen la generación de empleos dignos y los ingresos requeridos por las familias.

La realización del paro cívico dentro de la semana de la afrocolombianidad es de sublime importancia. Pues la afrocolombianidad no es otra cosa que la extraordinaria contribución del pueblo afrocolombiano desde 1510 hasta hoy, al proceso de fundación, construcción y protagonismo de la nacionalidad y todas las esferas de la sociedad colombiana. Dicho de otro modo, es el conjunto de aportes – materiales, espirituales y políticos – de los ancestros africanos y de los afrocolombianos al desarrollo y evolución de la colombianidad. Desde 2001, el congreso de la república de Colombia durante la presidencia de Andrés Pastrana estableció la afrocolombianidad con el decreto 725. Desde ahí se ha venido celebrando este acontecimiento a nivel nacional, sobre todo, en los municipios, ciudades y lugares donde hay mayor presencia de los afrocolombianos. Sin embargo, el día crucial es el 21 de mayo en el cual se conmemora de manera especial la abolición legal de la esclavitud en Colombia. Se trata de una fecha importantísima porque se celebra la libertad del pueblo negro y su lucha por conseguirlo.

La celebración de la Afrocolombianidad convoca al pueblo negro en Colombia a hacer un recorrido por el pasado, presente y futuro de las culturas afrocolombianas, sus historias, sus luchas, las injusticias de que han sido víctimas, el estado de sus derechos humanos y étnicos, sus diversidades culturales, sus procesos organizativos reivindicatorios y sus proyectos de empoderamiento ciudadano y político. La Afrocolombianidad es un espacio educativo para enaltecer la reflexión ciudadana y política sobre la realidad de las comunidades, y la reivindicación de los derechos humanos y étnicos del pueblo afrocolombiano. No debe ser convertida en un carnaval donde las personas afros reproduzcan el estereotipo de folclóricos y rumberos. Es un espacio para reivindicar activamente el derecho a la vida con dignidad, el derecho a la paz y la no violencia y el derecho a la superación de la marginación y olvido de los cuales tienen sumergido y marginalizado al pueblo afrocolombiano.

Así que, cuando en Buenaventura se realiza el paro cívico con el lema “vivir con dignidad y en paz en el territorio” se está viviendo las aspiraciones de la afrocolombianidad: la lucha por la libertad, la vida digna y el derecho del pueblo afro-bonaverense. El paro cívico de Buenaventura exige al gobierno nacional agilizar los mecanismos necesarios que permitan que haya un cambio sustancial acerca de la realidad indigna que vive la mayoría de la población bonaverense.

 La postura de la Iglesia frente al paro cívico en Buenaventura.

La Iglesia siempre ha estado apoyando al pueblo afrodescendiente de Buenaventura. Desde el tiempo de monseñor Geraldo Valencia Cano, primer vicario apostólico de Buenaventura hasta el día de hoy, la Iglesia nunca ha abandonado al pueblo de Dios que peregrina en Buenaventura en materia de derechos humanos, la lucha por la vida digna y la paz en el territorio. Monseñor Valencia Cano solía decir: “no se puede afirmar que se ama a Dios, si no se ama a la persona humana en su situación concreta.” Actualmente, la Iglesia particular de Buenaventura bajo el episcopado de monseñor Héctor Epalza Quintero ha acompañado al pueblo en sus luchas, sus angustias, sus penas y sus alegrías. La iglesia siempre ha luchado por los derechos humanos de todos los bonaverenses y ha denunciado con constancia las atrocidades que han sufrido los bonaverenses. El paro cívico, por ser una plataforma a través de la cual se está reclamando una vida digna, la justicia y el respeto por los derechos humanos, la Iglesia abiertamente ha apoyado a la gente en este paro cívico que se ha realizado pacíficamente.

La postura de la iglesia particular de Buenaventura contempla lo que dice la Constitución pastoral del Concilio Vaticano II en relación con la Iglesia-mundo: “Los gozos y las esperanzas, las lágrimas y angustias del hombre de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de toda clase de afligidos son también gozo y esperanza, lágrimas y angustias de los discípulos de Cristo, y nada hay de verdaderamente humano que tenga resonancia en su corazón.”(GS 1). Asimismo afirma: “La Iglesia, que en razón de su misión y de su competencia, no se confunde de manera alguna con la sociedad civil, ni está ligada a ningún sistema político determinado, es, a la vez, señal y salvaguardia del carácter transcendente de la persona humana.” (GS 76).

Para ello, en varias ocasiones el pueblo de Dios ha estado acompañado por el clero, los religiosos y las religiosas en las marchas, en los plantones y con frecuencia éstos  iniciaban la jornada con oraciones y en algunos puntos con la eucaristía. Todo ello, con el motivo de alentar al pueblo de Dios protestar en paz y tranquilidad. A raíz de ese acompañamiento de la iglesia, el pueblo entero al inicio realizó la marcha sin ningún disturbio alguno. Posteriormente, se presentaron los casos de violencia y vandalismo cuando empezaron las confrontaciones entre la fuerza pública y la población civil. Sin embargo, el anhelo de todos los bonaverenses es que haya una solución convincente y contundente de parte del gobierno nacional para los problemas de Buenaventura en materia de salud, educación, agua potable, infraestructura y vida digna.