Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


martes, 20 de diciembre de 2016

EXHORTACIÓN DEL BEATO JOSÉ ALLAMANO SOBRE EL TIEMPO DE ADVIENTO Y NAVIDAD.

No podemos hablar de los misterios de nuestra fe sin referirnos a la Navidad, misterio de anonadamiento del Señor. La navidad nos ayuda a entender el amor más grande que Dios ha tenido al mundo. Por eso, teólogos de cada generación se han empeñado en reflexionar profundamente acerca de este misterio. El beato José Allamano fue uno de los que contribuyeron a la reflexión sobre el significado del adviento y la navidad tanto para los evangelizadores como para todos los cristianos en general. A través de sus reflexiones y escritos, no deja de exhortar a sus hijos e hijas: los misioneros y las misioneras de la Consolata acerca de la importancia de tomar en serio el tiempo de adviento y el de la Encarnación de Jesucristo.

Sobre el tiempo de adviento, el beato José Allamano pone de manifiesto que es un momento sumamente importante, pues “nos recuerda las tres venidas de nuestro Señor Jesucristo: la venida al mundo con la Encarnación; la venida escatológica para el juicio; la venida espiritual en cada persona” (Así los quiero, p. 99). De esta manera, el fundador de los misioneros y las misioneras de la Consolata nos recuerda que, el adviento es histórico, místico y escatológico. Estas tres venidas pueden entenderse de la siguiente forma:

El adviento histórico, quiere decir, la espera en que vivieron los pueblos que ansiaban la venida del Salvador. Va desde Adán hasta la encarnación, abarca todo el Antiguo Testamento. Escuchar en las lecturas a los Profetas, nos deja una enseñanza importante para preparar los corazones a la llegada del Señor. Acercarse a esta historia es identificarse con aquellos hombres que deseaban con vehemencia la llegada del Mesías y la liberación que esperaban de Él. El adviento místico tiene que ver con la preparación moral del hombre de hoy a la venida del Señor. Dicho de otra forma, es un adviento actual. Es tiempo propicio para la evangelización y la oración que dispone al hombre, como persona, y a la comunidad humana, como sociedad, a aceptar la salvación que viene del Señor. Jesús es el Señor que viene constantemente al hombre. Es necesario que el hombre se percate de esta realidad, para estar con el corazón abierto, listo para que entre el Señor. El adviento escatológico versa sobre la preparación a la llegada definitiva del Señor, al final de los tiempos, cuando vendrá para coronar definitivamente su obra redentora, dando a cada uno según sus obras. La Iglesia invita al hombre a no esperar este tiempo con temor y angustia, sino con la esperanza de que, cuando esto ocurra, será para la felicidad eterna del hombre que aceptó a Jesús como su salvador. Esta celebración manifiesta cómo todo el tiempo gira alrededor de Cristo, el mismo ayer, hoy y siempre; Cristo el Señor del tiempo y de la historia.

Además, el beato José Allamano pone de relieve que el adviento es un tiempo de renovación. En adviento renovamos la fe en el Mesías que viene a mostrarnos y enseñarnos el camino de la salvación. “Preparémonos, animémonos nuestro corazón para amar, para que el Señor lo llene de sus gracias. Jesús no viene si no es deseado. Jesús vendrá a nosotros con mayores gracias en proporción a nuestra preparación y nuestros deseos” (Así los quiero, p. 100). La renovación a la cual nos invita el beato José Allamano tiene que ver con abrir nuestra vida de lleno a Jesucristo. Se trata de la renovación de nuestra vida teniendo a Jesús como base y punto de referencia. Cuanto más nuestra vida se llena de Jesús, más gracias recibimos para iluminar nuestras tinieblas.   

El beato José Allamano nos exhorta también a vivir el misterio de navidad. Es un misterio que demuestra la profundidad del amor entrañable de Dios a la humanidad. Se trata de un misterio de anonadamiento del Señor. “Nuestro Señor quiso anonadarse hasta hacerse Niño. (…) si Él se hizo pequeño, ¿por qué no deberíamos hacernos pequeños nosotros?” (Así los quiero, p. 101). La navidad es el misterio que nos hace captar el amor más grande de Dios al ser humano. A través del misterio de la Encarnación, Dios se bajó al nivel del ser humano y de esta manera “nos ha dado una importante lección al vencer las tres concupiscencias humanas: los placeres, las riquezas, los honores, para enseñarnos a vencerlas también nosotros” (Así los quiero, p. 101).

Por lo tanto, el nacimiento de Jesucristo debe enseñarnos hacernos pequeños. La pequeñez se encuentra en vivir las virtudes como la sencillez, la humildad (cfr. Así los quiero, p. 102).


Que el beato José Allamano quien amó profundamente el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, nos inspire siempre a vivir profundamente el anonadamiento del Salvador del mundo a través de nuestra entrega a la misión que Él mismo nos ha confiado.

martes, 13 de diciembre de 2016

APERTURA DE LOS MISIONEROS DE LA CONSOLATA EN LA DIÓCESIS DE BUENAVENTURA.

El 11 de diciembre de 2016 será imborrable en la memoria histórica del Instituto de la Consolata para Misiones, pues fue la apertura oficial del Instituto en la diócesis de Buenaventura. Es importante notar que hace 69 años, los primeros 5 misioneros de la Consolata llegaron a Colombia pasando por el puerto de Buenaventura. Llegaron el 12 de diciembre, día de la fiesta de nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América. Eran los padres: Antonio Torasso, superior del grupo, Juan Bautista Migani, Domingo Galbusera, Juan  Boetti y Juan Berloffa. Llegaban a Colombia, enviados por padre Gaudenzio Barlassina, superior general, en respuesta a la petición de monseñor Ismael  Perdomo, arzobispo de Bogotá,  que en un viaje a Roma había pedido el envío de misioneros frente a la escasez de sacerdotes, especialmente en el Magdalena Medio.

Vale notar que, fue en Buenaventura donde los primeros misioneros de la Consolata tuvieron el primer contacto no solo con el pueblo afrocolombiano, sino tambien con el pueblo colombiano en general. La apertura del Instituto a la diócesis de Buenaventura el día 11 de diciembre tenía como motivo recordar el día en que los primeros misioneros de la Consolata llegaron a Colombia pasando por el puerto de Buenaventura. No se pudo realizarla el 12 de diciembre por ser lunes, pero se escogió el 11 de diciembre por ser un domingo y por estar muy cerca a la fecha exacta.

La apertura a la diócesis de Buenaventura, por una parte, respondía a la invitación constante que el obispo de Buenaventura monseñor Héctor Epalza Quintero venía haciendo al Instituto y por otra parte, era dar una respuesta contundente a la reflexión que se venía haciendo a través de varias conferencias y asambleas regionales en pro de una apertura hacia la costa pacífica. La escogencia de la diócesis de Buenaventura, particularmente, la capilla san Martin de Porres, era porque la mayoría de sus habitantes son afrodescendientes y eso facilitaría el trabajo con la pastoral afro, motivo principal por el cual el Instituto abrió la presencia en la diócesis de Buenaventura. 

La misa de apertura fue presidida por mons. Héctor Epalza Quintero, obispo de la diócesis. En la homilía, agradeció a los misioneros de la Consolata por haber aceptado extender su carisma misionero a la diócesis de Buenaventura. Les agradeció tambien por haber dado el testimonio de una Iglesia en salida, exhortación que el papa Francisco hace con constancia a todos los cristianos católicos. Estuvieron presentes varios misioneros de la Consolata liderados por el padre Armando Olaya, superior regional en Colombia-Ecuador. Asimismo, acompañaron varias comunidades religiosas y varios sacerdotes diocesanos. Con la ceremonia de apertura, los misioneros de la Consolata se encargarán del cuidado pastoral del sector de san Martin de Porres que en un futuro próximo se convertirá en parroquia. Desde ahí trabajarán en la pastoral afro de la diócesis y en otros servicios pastorales que el obispo les pida.

Hechos previos a la apertura oficial del Instituto en la diócesis de Buenaventura.

La apertura oficial del Instituto de la Consolata para Misiones en la diócesis de Buenaventura fue precedida por algunos acontecimientos importantes que valen la pena mencionar. El 30 de noviembre de 2015, fiesta de San Andrés, se inició formalmente los diálogos entre la diócesis de Buenaventura y el Instituto. Esos diálogos sirvieron de base para la exploración oficial de parte de los Misioneros de la Consolata quienes nos habíamos propuesto fortalecer nuestra presencia desde la Pastoral Afro en el pacifico colombiano (X Conferencia Regional). Fue una iniciativa que coincidió con la invitación insistente que el obispo de Buenaventura le había venido haciendo al Instituto.  A esta cita participaron los padres: Kennedy Kimathi IMC y Venanzio Mwangi IMC, quienes representaron al superior regional, padre Angelo Casadei y el consejo. A su vez, la diócesis de Buenaventura fue representado por el Obispo, mons. Héctor Epalza Quintero y los padres: Enrique – Vicario General- y Javier Góngora – Canciller.


El 7 de marzo de 2016, los padres: Armando Olaya, Ricardo Bocanegra, Venanzio Mwangi y Lawrence Ssimbwa representaron al superior regional, padre Angelo Casadei en la exploración de posibles lugares para el inicio de la presencia del Instituto en la diócesis de Buenaventura. Entre los lugares explorados, los padres escogieron la capilla san Martin de Porres, propuesta que presentaron al superior regional y el consejo. Se escogió la capilla san Martin de Porres por ser una periferia adecuada para la pastoral afrocolombiana en la diócesis. Del mismo modo, esa propuesta fue presentada a la asamblea regional del mes abril del mismo año donde unánimemente fue aceptada por los misioneros. El 12 de septiembre del mismo año, la Dirección General aprobó la apertura del Instituto en Buenaventura y el 28 del mismo mes el superior regional, padre Armando Olaya y el consejo fueron a comunicarle al obispo la decisión de abrir la presencia del Instituto en la diócesis de Buenaventura y el inicio de trabajo con la pastoral afrocolombiana en dicha diócesis. El 12 de octubre, fiesta de nuestra señora del Pilar y día de la raza, padre Armando presentó al obispo los primeros misioneros de la Consolata destinados a Buenaventura: padre Ssimbwa Lawrence y el profeso Leovilgildo Carlos Ussene. El 22 del mismo mes, éstos oficialmente llegaron a Buenaventura con el motivo de ir insertándose y acercándose a la realidad de la misión que iban a realizar en la diócesis desde la capilla san Martin de Porres. Se alojaron en la parroquia madre san Jose obrero desde donde visitaban con frecuencia la capilla san Martin de Porres para varias ceremonias litúrgicas.

 Lo que será el trabajo de los misioneros de la Consolata en Buenaventura.

Los misioneros de la Consolata están en la diócesis de Buenaventura con el motivo de trabajar en la pastoral afrocolombiana. Ese es el motivo principal, aunque no se pueda anular la colaboración en otras actividades pastorales prescritas en el plan pastoral de la diócesis. Es importante notar que los afrodescendientes conforman el 88.5% de la población de Buenaventura. Eso explica el por qué no se puede prescindir de la importancia de la pastoral afro en la diócesis. Vale notar que se empezó el camino de la pastoral afro desde el tiempo de monseñor Geraldo Valencia Cano, primer vicario apostólico de Buenaventura, pero se fortaleció más en el tiempo de mons. Heriberto Correo Yepez en cuyo episcopado se vio la celebración del primer EPA (encuentro de pastoral afro) a nivel continental. Sin embargo, la pastoral afro se fue debilitando, aunque durante el episcopado de monseñor Rigoberto Corredor Bermúdez, primer obispo diocesano de Buenaventura, se incluyó en el plan pastoral de la diócesis, el ministerio de inculturación con el motivo de fortalecer la identidad cristiana del afro bonaverense sin olvidar su identidad cultural.

Actualmente la pastoral afro de la diócesis ha estado en manos de CEPAC (Corporación Centro de Pastoral Afrocolombiana), corporación que se creó en 1994 a fin de gestionar proyectos para apoyar las actividades de pastoral afro. Eso ha hecho que no fuera considerada parte integral de la diócesis, sino que una corporación netamente social sin ninguna incidencia en la iglesia local. Con la llegada de los misioneros de la Consolata a la diócesis, el obispo aspira que sean ellos el punto articulador de la pastoral afro en la diócesis. Quiere que la pastoral afro sea una pastoral diocesana, que no sea un asunto aislado de la comunión diocesana y que esté en sintonía con el plan pastoral de la diócesis. Desde la capilla san Martín de Porres que se convertirá en parroquia, los misioneros de la Consolata esperan continuar con el trabajo de la pastoral afro que se ha venido trazando en la diócesis.


Suplicamos a Nuestra Señora de la Consolata y el beato José Allamano, que intercedan por el trabajo que los misioneros de la Consolata van a realizar en la diócesis de Buenaventura.