Ssimbwa Lawrence es presbítero misionero de la Consolata; actualmente trabaja en Colombia.  


viernes, 26 de febrero de 2016

CUARESMA, TIEMPO DE MISERICORDIA

El papa Francisco ha expresado de que “la cuaresma de este año jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios” (Misericordiae Vultus, 17). La cuaresma que  siempre inicia con el rito de la imposición de la ceniza nos recuerda que somos pecadores, necesitados de experimentar la misericordia y el amor de Dios. Así que, hemos de estar en actitud permanente de conversión y de salida de nosotros mismos para que la gracia transformadora de Dios actuara en nosotros.

Para el seguidor de Cristo, la cuaresma es un tiempo privilegiado. Es espacio que la Iglesia nos da para hacer la introspección de nuestro vínculo con Dios y de esos momentos que nos hemos descarriado de su camino.  Asimismo, es tiempo para volver nuestra mirada y nuestro corazón a Dios. En fin, es tiempo de conversión, de dejar de mirarnos a nosotros mismos egoísta y narcisistamente, y comenzar a fijar nuestra mirada hacia el Señor quien nos ayuda a desviar nuestra mirada hacia los demás.

Es importante notar que, vivir en actitud de conversión es optar por nuevo estilo de vida. El estilo nuevo de vida tiene que ver con el esfuerzo de rechazar la vida pecaminosa (2 Cor 4:4), para así poder  abrazar una vida nueva en Cristo (Efe 4, 20-24). Optar por nuevo estilo de vida en Cristo implica la escucha constante de la Palabra de Dios, la entrega a la vida de oración, el desprendimiento de uno mismo de todo aquello que obstaculice nuestro encuentro con Jesucristo, y la consideración e inclusión del prójimo en el ser y quehacer de cada cristiano.


No hay lugar a dudas que la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de todos (cfr. Misericordiae Vultus, 10). En este tiempo de cuaresma, nos compete a nosotros los seguidores de Cristo interiorizar el hecho de que Dios no se cansa de perdonarnos, sino que somos nosotros los que nos cansamos de pedirle perdón y de acudir a su misericordia. El tema de la misericordia en nuestra condición de cristianos requiere que nos hagamos con constancia estas preguntas: ¿con qué frecuencia acudimos a la misericordia de Dios a través del Sacramento de Reconciliación?, y ¿con qué frecuencia mostramos la misericordia al prójimo a través de las obras de misericordia? Para concretizar estos propósitos, se necesita la intervención del Espíritu Santo quien suaviza el corazón humano para hacer posible la entrada de Dios en él. 

viernes, 5 de febrero de 2016

LA MISERICORDIA MANIFESTADA EN EL BEATO JOSÉ ALLAMANO

La palabra misericordia tiene su origen en dos palabras del latín: miserere, que significa tener el corazón (cors) con los pobres (miser).Dicho de otro modo, es  sentir afecto por los pobres, y trascenderse aún asimismo hacia los demás, olvidándose de ese modo de su persona.

Cabe notar que, la misericordia ha sido un tema imperdonablemente olvidado tanto en las reflexiones teológicas como en la mayoría de los discursos que rigen las sociedades actuales. Sin embargo, ella es un mandamiento que gobierna tanto el cristiano en su particularidad como la iglesia en su conjunto. La iglesia como sacramento de la presencia permanente de Cristo en el mundo, es también sacramento de la misericordia[1]. A través de la Palabra y los sacramentos,  presenta en la historia y en la vida de cada cristiano el Evangelio de la misericordia, que es Jesucristo. Para ello, “la iglesia debe dar testimonio de la misericordia de Dios revelada en Cristo, en toda su misión de Mesías, profesándola principalmente con verdad salvífica de fe necesaria para una vida coherente con la misma fe, tratando después de introducirla y encarnarla en la vida bien sea de sus fieles, bien sea-en cuanto posible-en la de todos los hombres de buena voluntad[2].

En el sermón de la montana, Jesús aclara que los bienaventurados son los misericordiosos porque alcanzarán la misericordia (Mt 5, 7). Acerca de este aspecto, san Juan Pablo II, explica que, “la iglesia ve en estas palabras una llamada a la acción y se esfuerza por practicar misericordia (…) y el hombre alcanza el amor misericordioso de Dios, su misericordia en cuanto él mismo internamente se transforma en el espíritu de tal amor hacia el prójimo[3]. Pues, “este proceso auténticamente evangélico no es solo una transformación espiritual realizada de una vez para siempre, sino que, construye todo el estilo de vida, una característica esencial y continua de la vocación cristiana”[4].

A lo largo de la historia del cristianismo, muchos santos y beatos tanto conocidos como desconocidos, tradujeron eso en su vida. La misericordia no quedó como asunto teórico solo para predicarse, sino que la hicieron parte integral de su misión y ser. Ejemplos de ellos son innumerables, pero vale destacar a san Francisco de Asís, beata madre Teresa de Calcuta, san Juan Bosco, san Vicente De Paul, san Juan de la Cruz, beato José Allamano, beata Irene Estefani Nyaatha, entre otros. Los santos y beatos mencionados mostraron cual era el sentido último del amor cristiano al prójimo. Su testimonio indica que “la misericordia cristiana consiste en el fondo en encontrarse con Jesucristo en la persona sufriente”[5].

La misericordia, aspecto central en el beato José Allamano.
El aspecto de misericordia no es ausente en el ser y quehacer del beato José Allamano. Todo el recorrido de su vida muestra que el fundador de los misioneros y misioneras de la Consolata fue instrumento fiel de la misericordia de Dios. Se dejó utilizar por Él para propagar su misericordia a los demás. Eso fue por la convicción que tenía de que, la misericordia era la viga maestra que  ha regido siempre la vida de la Iglesia y la de los cristianos.  A continuación se presenta cómo la misericordia ha sido un pilar fundamental en la vida y la misión del beato José Allamano.

La fundación del Instituto. Para poder situar la centralidad de la misericordia en el beato José Allamano, hay que tener en cuenta la fundación del Instituto, es decir, las circunstancias por las cuales fue fundado. Es cierto que la fundación del Instituto de la Consolata para Misiones es fruto de la misericordia de Dios. Aunque, de ningún lugar, ni de ningún escrito se menciona la palabra “misericordia” como elemento inspirador en su fundación, es muy claro que la preocupación del beato José Allamano por aquellos hombres y mujeres que nunca habían tenido la oportunidad de conocer a Cristo, o lo habían conocido pero sin profundidad (como es el caso de los cristianos de Kaffa-Etiopia cuyo pastor había sido expulsado), no fue por casualidad, sino por la misericordia. La historia de la vida del beato José Allamano muestra que se empapó completamente de la misericordia de Dios. La experimentó cuando se le murió su padre a la edad temprana. La misericordia de Dios lo acompañó en compañía de su madre María Ana Cafasso. La experimentó, asimismo, cuando cursaba en el oratorio salesiano de Valdocco, donde se encontró con el santo de misericordia, Juan Bosco. La vida llena de santidad de su tío José Cafasso tambien le irradió de huellas de misericordia. Las obras misericordiosas de este santo para con los encarcelados no dejaron de influenciar su vida. La curación milagrosa es otro elemento que muestra la misericordia de Dios en la vida del beato José Allamano. Definitivamente sintió que la misericordia de Dios lo acompañaba cuando se curó prodigiosamente de la enfermedad que probablemente estorbaría la fundación del Instituto. Esas circunstancias, en una u otra forma, influyeron el ser y quehacer misericordioso del beato José Allamano, marcaron su vida,  y se volvieron acontecimientos vitales que alimentaron el proyecto de la fundación del instituto cuya tarea era seguir con la propagación de la Consolación de Dios a las tierras lejanas.

No se puede negar que la fundación del Instituto fue fruto del celo apostólico del beato José Allamano. Su celo apostólico hizo que él ensanchara sus horizontes hacia el mundo entero. Aquí es donde se puede notar la misericordia y la compasión apostólica del beato José Allamano. Se compadeció con otras tierras del mundo, con otras culturas totalmente diferentes a la suya; en este caso el África, la mayoría de cuyos habitantes en ese entonces, todavía no habían conocido a Jesucristo. Por la misericordia seguramente  “sintió la urgencia del mandato de Cristo a anunciar el Evangelio a todos”[6]. A raíz de eso, le parecía innatural que en su iglesia local, fecunda de tantas instituciones dedicadas a las obras de caridad, faltara una dedicada exclusivamente a las misiones.

Es claro que muchos  misioneros inspiraron el ser misericordioso de José Allamano  hacia las tierras de misión. Uno de ellos era el cardenal Guillermo Massaia. Es importante notar que este misionero capuchino fue uno de los modelos significativos del beato José Allamano[7]. La necesidad de continuar con el trabajo de él inspiró la fundación del Instituto de la Consolata para Misiones. El beato José Allamano se impresionaba muchísimo cuando leía las obras misioneras de él en Etiopia. El encuentro personal con él después de la expulsión de ese país le motivó para el futuro  proyecto de un instituto exclusivamente misionero. Con la expulsión de este gran misionero de las tierras etiópicas, el fundador de los misioneros de la Consolata sintió la gran misericordia con el pueblo al que el Señor le había encomendado. Eso le permitió descubrir “un vacio de apostolicidad”[8] que, a su juicio, pronto tenía que llenarse.

La misericordia del beato José Allamano está muy ligada a la forma como percibía con constancia y astucia las necesidades espirituales, morales, sociales y pastorales de esos cristianos. Vale recordar que, su intención era que los primeros misioneros de la Consolata pudieran entrar en contacto con aquellos cristianos abandonados para continuar con la obra del cardenal Guillermo Massaia. 

La opción preferencial por los pobres. Dios es el misericordioso por excelencia para con los pobres. El amor y la solicitud de Dios tienen como destinatarios especiales a los pobres y débiles. Su misericordia hacia ellos se manifiesta, sobre todo, en la prohibición de oprimir y explotar a extranjeros, viudas y huérfanos (Ex 22, 20-26), en la proteccion de los pobres ante los tribunales (Ex 23, 6-8), y en la prohibición de la usura (Ex 22, 24, 24-26). La opción de Dios por los pobres se refleja con especial énfasis en el mensaje de los profetas. Éstos denunciaron la explotación, violación, y la opresión de los débiles y pobres (Am 2, 6-8; Isa 1, 11-17; Ez 18,7-9). Los profetas muestran que los pobres encuentran en el Dios de Israel el refugio, la compasión, el derecho y el consuelo.

La opción preferencial por los pobres es uno de los rasgos que marca el ser misericordioso del beato José Allamano. No hay duda alguna que en la trayectoria de su vida haya tenido preocupación por los pobres y débiles, tanto a nivel local como en las tierras de misión donde trabajaban los misioneros y las misioneras de la Consolata. La opción preferencial por los últimos está muy ligada a la razón primigenia de la fundación del Instituto. Desde los inicios del instituto, el fundador mostraba la preferencia hacia la periferia. Se compadecía con aquellos hombres y mujeres de tierras lejanas que no habían conocido al Salvador del mundo. No cesaba en inculcar este aspecto a sus misioneros y misioneras. Para él, el misionero “no parte para obtener así un poco de distracción, ni tanto menos parte para conquistarse una gloria, ni tampoco para obtener cosas materiales. Su partida es una empresa de fe a favor de los más pobres”[9].  El beato José Allamano tenía la convicción de que, el misionero de la Consolata no podía separarse del compromiso con los pobres, pues Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre. Vale notar que “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza”[10]. Esta opción nace de la fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre que se ha hecho nuestro hermano (Hb 2, 11-12).

La opción preferencial por los pobres le llevó al beato José Allamano a preocuparse mucho por su liberación integral. La liberación es “un proceso iluminado, reforzado y sostenido por la fe y celebrado por ella como anticipación de esa plena liberación anunciada en la vida, muerte y resurrección de Jesús”[11]. En Él y por Él, la total liberación será realidad y gozosa. Eso significa que la liberación integral de los pobres debe abarcar la totalidad de la persona: su cultura, su estructura, su dimensión histórica y su camino hacia la plena estatura de Cristo.

El ambiente misionero del beato José Allamano. No se puede dudar que el fundador recibió la vocación de ser misericordioso desde el mismo Dios cuyo atributo divino es la misericordia. Tampoco se puede negar que su misericordia hacia los pueblos de la periferia haya sido influenciada por el ambiente denso de misionariedad de la iglesia local donde se crió. Cuando nació él, el ambiente de su iglesia local estaba repleto de misionariedad. Estaban naciendo institutos misioneros como el PIME, luego nacieron los combonianos. Eso significa que tuvo la ventaja de conocer los maestros de la misión adgentes, quienes se volvieron sus modelos y posteriormente los de sus misioneros y misioneras. Ellos, sin lugar a dudas,  influenciaron su ser misericordioso hacia los pobres en los lugares periféricos del mundo.

Al hablar de los modelos de la misión, no se puede dejar de mencionar a san José Cafasso quien le impresionó al beato José Allamano por su capacidad de moverse hacia todos con un celo apostólico incansable[12]. San Juan Bosco es otro modelo que contribuyó al crecimiento del ser misericordioso del beato José Allamano hacia la misión Ad gentes. Él solía ver las expediciones misioneras con tanta solemnidad que salían de Turín para los lugares de misión. Se suma tambien al cardenal Massaia entre los que fueron modelos del beato José Allamano. El misionero capuchino en medio de persecución, misionó por 33 años en Etiopia. Para ello, fue modelo de perseverancia en la misión. El ejemplo de estos modelos, su compasión hacia los que no conocían a Cristo, su amor inquebrantable a Dios y al prójimo; todo eso, influenció el celo misionero y misericordioso del beato José Allamano. La misericordia de esos santos manifestada en las obras caritativas, entrega total a la misión adgentes, no dejó de sembrar las semillas de misericordia en el ser del fundador de los misioneros y misioneras de la Consolata.

                                               CONCLUSIÓN
“La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia (...). La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo”[13]. La misericordia fue una columna fundamentar en el ser y quehacer del beato José Allamano. Fue misericordioso porque entendió que a él se le había aplicado la misericordia. Los misioneros y misioneras de la Consolata, somos los herederos del carisma del beato José Allamano de ser heraldos de la misericordia y la consolación de Dios al mundo. Para ello, este año santo de misericordia no puede pasar desapercibido en nuestro compromiso y quehacer misionero.



[1] Cfr. Kasper, Walter, La Misericordia, Clave del Evangelio y de la vida Cristiana, 153.
[2] Juan Pablo II, Carta Encíclica Dives in Misericordia , 24
[3] Ibíd. no. 14.
[4] Ibíd., no.14
[5] Kasper, La misericordia, Clave del Evangelio y de la vida Cristiana, 147.
[6] Allamano, José, Así los quiero, 15
[7] Cfr. Castro Quiroga, Luis Augusto, Padre y Maestro de Misioneros, 21
[8] Ibíd., 33
[9] Castro, Padre y Maestro de Misioneros, 141
[10] Discurso inaugural de su Santidad Benedicto XVI al inaugural la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en santuario de Aparecida, Brasil.
[11] Castro, Padre y Maestro de Misioneros, 146
[12] Ibid., 19
[13] Francisco, Misericordiae Vultus, Bula de Convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, no. 10.